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¿Por qué quiere ser Presidente?

Por: Carlos Méndezcm

 

 

Una vez que el ayer candidato a la presidencia de la República llega al más alto cargo que puede ostentar un ciudadano, su vida ha de cambiar drásticamente. A veces dramáticamente. Lo primero que tiene que acostumbrarse el hipertenso Presidente, es andar en esos carros blindados  que se desplazan como locos, por esas calles de Dios, para preservarle la vida al iluminado.  No vaya a ser que a cualquier sicario bayunco del crimen organizado se le ocurra un disparate. Pero en el resto de su cotidianidad, la vida de un mandatario, por cuatro años, ni por otros más que se invente,  no se la deseo a nadie.

Ese cargo produce migrañas, anuncios de derrames cerebrales, paralizaciones faciales, canas prematuras, taquicardias y demás colaterales, que son parte de las pinceladas que dejan la presión ciudadana y, verbigracia,  de que sus compinches de alto vuelo en el Congreso o del propio gobierno en el Ejecutivo puedan ser extraditados por Estados Unidos, por mafiosos y peor, que se le pueda arruinar la fiesta por una re elección descabellada pero fabricada por el Departamento de Estado y el Comando Sur de los Estados Unidos.    ¿Y donde deja Ud. las discusiones de alcoba, que llevan al morroñoso desespero y de incertidumbre eterna por tanta jodarria por el saqueo al seguro o  si la mansión de Miami nos será confiscada algún día o que el proyecto habitacional y pomposo en Comayagua, de insigne y finas figuras de la presidencial,  se vaya al carajo,  por indebidos cálculos financieros y éticos.    Ajá y ¿qué hacer  para cuidar la idea y  apoyo al proyecto de la re elección con montaje estadounidense a cambio de sembrar el país de ciudades modelos y entregar territorios enteros con sus recursos mineros e hídricos a compañías extranjeras desde Amapala hasta Puerto Castilla y Trujillo, sin trabas constitucionales?

En conclusión, si en esas estamos, no vale ninguna pena ser Presidente de la República a menos que los Valle,  los Cachiros y el propio megalómano que quiere ser el mandamás de la res publica nos eche  las razones de fondo, que seguro las tienen  y con  sobrado calculo, junto a los grupos locales de poder fáctico y los propios Estados Unidos.

Por lo demás, fíjese bien, quien quiera que desee ser Presidente de este país, no es un  ciudadano cualquiera y no radica en cualquier país de la tierra. Se trata de  la Honduras encostalada, campeando en uno de los lugares más violentos del planeta y tercero del continente como el país con las mayores desigualdades y en donde, como afirma el Programa de las Naciones Unidas, el 10 por ciento más rico tiene 91.8 veces más ingresos económicos que el 10 por ciento más pobre y que nos habla de la existencia de 80 municipios, en donde más de 900 mil personas “no se diferencian mucho de las que viven en las naciones más pobres de África”. Nos referimos, a la nación en donde más del 40 por ciento del presupuesto General de la República, se destina al macabro pago de los intereses de la deuda externa desde donde se diagrama, con la contundencia de un carnicero, el funeral de cualquier Estrategia contra la Pobreza y la indigencia. En fin, señalamos a la Hibueras en la cual sus presidentes, sobre todo de colores roji-azules, prácticamente se supeditan en perjuicio de los más pobres e indigentes, al índice demoledor de los organismos financieros internacionales.

Entonces, ¡Qué gracia tiene gobernar un país que produce verdaderos quebraderos de cabeza ¿Qué ondas, padre? ¿Por qué quieren ser Presidente? …No me va a decir que quieren  sacrificarse por la patria y que si “lo bueno ya empezó el cambio debe continuar”,  ¡A otro chucho con ese hueso, me entiende!!

 

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