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Violencia mediática en los delitos contra la vida de mujeres hondureñas

Este 7 de febrero de 2018, ofrecemos a nuestro público nacional e internacional el resultado de una investigación, de varios meses, realizada en 2017, con la visión de la teoría de la Criminología Mediática, por medio de la técnica del Análisis del Discurso, agradecemos a la FES  por su apoyo solidario y a los colegas que participaron en los grupos focales.  Puede escribirnos a reporterosdeinvestigacionhn@gmail.com si desea conocer el diseño de investigación.

Contenido

Violencia mediática en los delitos contra la vida de mujeres hondureñas. 1

Estructuración del mensaje. 3

Influencia del lenguaje. 4

Discurso de las relaciones de poder. 4

Violencia mediática en los delitos contra la vida de mujeres hondureñas

Los mensajes de dos diarios escritos de Tegucigalpa de las noticias de delitos contra la vida de mujeres, durante el primer trimestre de 2016, construyeron un discurso que justificó la muerte de mujeres por medio del reforzamiento de los roles de género, estereotipos, etiquetamiento, estigmatización y revictimización de las víctimas primarias (fallecidas/sobrevivientes) y secundarias (familiares, público); los periódicos tuvieron una cobertura con violencia mediática; «(…) existe violencia mediática cuando los mensajes o imágenes tienden a legitimar la desigualdad de trato como así también a construir o mantener patrones socioculturales de desigualdad o generadores de violencia contra la mujer”  (Universidad Nacional de Rosario, 2010)».

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El lenguaje gráfico revictimiza a las mujeres.

Mientras tanto, la criminología mediática es definida por el criminólogo Raúl Zaffaroni como la representación que los medios de comunicación hacen de la cuestión criminal. En esta criminología mediática hondureña, la  violencia mediática fue cimentada por la construcción de género semejante en ambos periódicos que coincidieron en representar el acontecer sin investigación propia; basando las noticias en fuentes anónimas que, en la mayoría de los casos, transmitieron mensajes desde la voz oficial sin rostro, revictimizadora tanto de las víctimas como del agresor.

Otro principio en que se originó la violencia mediática fue en la estructuración del mensaje muy parecida en los dos periódicos, con voz activa para los agresores y la policía y una voz pasiva para las víctimas primarias, que en este caso son las mujeres, y para las víctimas secundarias, es decir, los familiares y sobrevivientes. Como consecuencia de este uso del lenguaje, los agresores aparecieron en acción mientras las víctimas fueron siempre estereotipadas como pasivas.

La magnitud del impacto del mensaje se puede entender mejor si se discierne sobre la existencia de una conciencia práctica y una conciencia discursiva. La conciencia práctica es un tipo de comprensión del mundo del acto cometido, mientras la conciencia discursiva es cuando la comprensión del mundo pasa a la palabra y el acto se entiende como los medios lo cuentan.[1] Un hallazgo que la antropóloga feminista Rita Laura Segato atribuye a  académicos que estudiaron casos de violación en contra de mujeres.

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Las figuras emergentes que aparecieron como parte de la criminología mediática hondureña fueron el Agresor-Víctima, (que mata por celos), tres victimarios invencibles, poderosos y anónimos, frente a una masa miedosa, compuesta por Víctimas Indefensas; las mujeres Víctimas Provocativas, Culpables o Víctimas más Culpables que su agresor, asesinos desconocidos, autoridad policial protagonista de la escena del crimen, delincuentes, villanos, pero listos; policías héroes, pero lentos; testigos miedosos.

Otras etiquetas y estereotipos que se desprenden de la criminología mediática de los dos periódicos analizados son la mujer objeto de posesión, mujer bonita, adolescentes pandilleras víctimas, expresiones en el cuerpo de la mujer como objeto de estigma y de violencia simbólica: Ejecutan muchacha que tenía tatuajes.

«Con la foto de las descuartizadas, lo primero que se me vino a la mente es que era un mensaje para alguien y me recuerda a los anuncios de llantas, que se ven las piernas de las mujeres. El mensaje tiene más impacto cuando quien lo transmite es el cuerpo de la mujer»[2].

Las víctimas y sus familiares,  revictimizados, sufrieron además violencia simbólica por la exposición mediática de los cadáveres por medio del lenguaje gráfico, como evidencia de que un hombre ejerció el poder sobres sus cuerpos y “acabó con sus vidas”. La expresión “violencia simbólica”, tomada de Pierre Bourdieu, se aplica a diversas formas de dominación, pero en particular a la dominación masculina. (…) la violencia simbólica no se ejerce directamente sino que consiste en la imposición cultural de sujetos dominantes hacia sujetos dominados, mediante la naturalización del dominio y las jerarquías así como de los roles y estereotipos de género[3]. (Moretti1, s.f.)

La violencia simbólica no tiene un soporte específico, como la violencia mediática, ni se manifiesta físicamente, como los golpes o el feminicidio; sin embargo es la “argamasa, como dice Segato, que sostiene y da sentido a la estructura jerárquica de la sociedad.

Bourdieu describe la violencia simbólica como una “violencia amortiguada, insensible e invisible para su propias víctimas, que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento o, más exactamente, del desconocimiento, del reconocimiento o, en último término, del sentimiento” y que se apoya en relaciones de dominación de los varones sobre las mujeres, a lo que el autor llama “la dominación masculina”.[4]

Esa argamasa que sostiene y da sentido a la estructura jerárquica de la sociedad –de la que habla Segato- apareció en la descripción periodística constante de la relación invisible desigual de poder entre hombres y mujeres, con el agregado de la fuerza de las armas de manera impune. El estereotipo reforzó la idea de hombres agresivos, mujeres pasivas y quitó la mira de la responsabilidad de protección integral de la política pública. Hubo distinción en el trato con las víctimas y selectividad, pues mientras  enfatizaron en los roles de buena mujer, jefa de familia de “una pastora” cristiana, utilizaron el pronombre  Esta, para referirse a una mujer “víctima sospechosa”, sacada del transporte público para matarla.

 La revictimización se concreta además con la imprecisión de los hechos ocurridos, calificados como asesinatos, las noticias no profundizaron en otras figuras penales que ayudarían a explicar el comportamiento criminal y a reorientar la política pública. El enfoque de la noticia siempre fue vista desde una óptica policiaco-penal, obviando una mirada criminológica, sociológica, antropológica o interdisciplinaria.

“¿Qué pienso cuando asesinaron a una mujer? Yo digo por qué y me respondo por la impunidad que existe en el país”[5].

“Lo primero que pienso cuando sé de la muerte de una mujer, por las experiencias vividas, que tuvo que ser asesinada porque estaba en crimen organizado, maras, pandillas o crimen pasional”[6]

“La forma en que murió una persona ya le indica a uno por donde puede venir”[7].

Pocos estudios en Latinoamérica se han detenido a reflexionar sobre el discurso en las relaciones de poder basadas en la construcción de género y en las explicaciones sobre comportamiento criminal, víctimas y reacción social que aporta la Criminología Mediática en ese sentido.

Ante ese planteamiento, este estudio analizó las noticias de delitos contra la vida de mujeres como un objeto de estudio con rasgos de comunicación entre la sociedad hondureña y como parte del contexto de violencia contra la mujer. Se realizó por medio de un análisis crítico del discurso, se seleccionaron al azar, 12 noticias para realizar este estudio como una primera propuesta de aproximación del análisis de discurso en la criminología mediática.

Herramienta: Análisis de Discurso. Periódicos: El Heraldo  y La Tribuna

4 de enero de 2016 15 de enero de 2016
Cegado por los celos mata a su esposa y luego se quita la vida En bus rapidito raptan a una mujer y luego la ultiman Bajan mujer de rapidito y la acribillan a balazos
21 de enero de 2016 30 de enero de 2016
Ejecutadas dos colegialas raptadas de El Pedregal También a su hijo  

Asesinan enfermera que atendió al pandillero ultimado en el Hospital

Ejecutan a enfermera que atendió a pandillero  en el Hospital privado                       
6 de febrero de 2016 17 de febrero de 2016
Frente a su familia matan a una pastora evangélica Pandilleros matan a una pastora frente a su familia               Ejecutan muchacha que tenía tatuajes                       

 

12 de marzo de 2016 17 de marzo de 2016
En emboscada matan a una madre y su hijo

 

En fosa clandestina hallan dos «cipotas»

 

Hallan sepultados los restos de dos adolescentes.
31 de marzo de 2016    
Por bulevar Kuwait            

En matorral hallan a mujer ultimada

 Estructuración del mensaje

El mensaje se estructuró con discurso periodístico que abusó de la fuente anónima oficial, sin  observar los criterios éticos exigidos por la Teoría del Periodismo[8] para su utilización. La información carece de la imparcialidad que permite la diversidad y el contraste de fuentes, la parcialidad se basa en fundamentar la mayoría de la información en fuente oficial anónima, sin contraste, con ninguna voz de sobrevivientes, personas que presenciaron la acción, víctimas secundarias (familiares), profesionales del área de Seguridad, criminología, sociología, antropología, siquiatría que ayuden a comprender la realidad del fenómeno delictivo como una pieza de un conjunto social con diferentes explicaciones y diversas soluciones.

Los relatos basados en sustantivos comunes, animados, sin nombre propio, carecen de datos objetivos como horas, cifras, detalles, colores, sabores, descripciones.

En las noticias se encontró una especie de desplazamiento sicológico de la representación de la realidad que centra la atención en los defectos y acciones de los agresores y en la repuesta policial, mientras la sintaxis que construye cada párrafo le resta atención y movilidad a las víctimas al mismo tiempo que omite la responsabilidad estatal desde diferentes ámbitos; en las noticias, el hecho fue relatado como si se tratara de la figura penal de asesinato, uno es retratado como parricidio, aunque describieron rasgos, ninguna de las notas enfocó el hecho como un femicidio, suicidio extendido o como crimen de odio basado en el rol de género impuesto.

El discurso estigmatizó colonias con la etiqueta de “territorios violentos o de pandillas” como la Bellavista, El Carmen, El Pedregal, 21 de febrero, con sus construcciones gramaticales invisibilizan a las demás personas que habitan la zona y que pueden enfrentar consecuencias diversas por vivir en territorios estigmatizados. En una noticia se omitió el nombre del hospital Privado al contrario de lo ocurrido con las colonias.

Los periódicos centraron su atención en la óptica policiaco-penal y redujeron la muerte a la violencia delictiva sin indagar sobre la violencia social y estructural que promueve la cultura de guerra y muerte como “medio para la paz”, reforzando con esto la violencia simbólica y la violencia expresiva que para la antropóloga feminista Rita Laura Segato  sirve para enviar un mensaje de control y poder desde el victimario mientras desde la cobertura hay una especie de naturalizacion o banalizacion de la violencia.[9]

La construcción de las noticias se hizo con pobreza de lenguaje, redundancia de palabras, errores sintácticos, abuso de pronombres en la oración, voz pasiva, párrafos ambiguos, datos imprecisos. El modelo de redacción de las noticias fue siempre la pirámide invertida.

«Los celos habrían sido”: la conjugación del verbo haber en condicional representa un significado de anterioridad o se refiere a acciones hipotéticas, actúa para el periodista como un mitigador de su responsabilidad desde la Sala de Redacción, el modo condicional en este contexto es una especie de falta de compromiso con la fidelidad y validez, es decir, connota duda en la información.

 « Era una agraciada mujer que le gustaba modelar su figura en Facebook, le gustaba subir fotos a su Facebook modelando su cuerpo, recibiendo cientos de «me gusta» cada vez que colgaba una imagen de su figura», cita el relato con datos en formato informativo, sin  fuente específica y sin un estudio de personalidad de la víctima que explique el porqué de la conclusión periodística.

El mensaje de los periódicos se basó en describir la motivación para cometer el hecho, es decir, la atención mediática más centrada en la firma criminal, que en el modo de operar que puede ayudar a solucionar el hecho. Los policías anónimos dieron su discurso desde la escena revictimizando a las mujeres sin investigar antes, la  posibilidad de modificaciones de las escenas de muertes violentas contra mujeres en vista de las denuncias sobre corrupción policial.[10]

Influencia del lenguaje

Las fotografías transmitieron durante el análisis del discurso: dudas respecto al comportamiento de la víctima, conmiseración, cuestionamientos a la libertad sexual y a la exhibición de su cuerpo que habían hecho las mujeres víctimas, en sus redes sociales[11], también, las imágenes comunican impotencia, curiosidad, miedo, enojo, desconfianza en la acción del Estado, tristeza, dolor, duelo, desesperanza, identificación con la tragedia y terror de sufrir una acción similar, desolación de familiares, la policía es la única autoridad responsable, soledad en tragedia, la muerte como un mecanismo de distracción y de espectáculo para satisfacer la curiosidad de los grupos de curiosos que rodean la escena del crimen y al mismo tiempo la ayuda y solidaridad que sobreviene con el hecho.

Además, las fotografías trasladan: sed de castigo y venganza contra los detenidos exhibidos, rol protagónico de actos policiales, indignidad, estigmatización, desprecio, los estereotipos tomados de las imágenes fueron «mujer rubia, bonita, mujer bonita, familia impotente, policía protagonista de seguridad, curiosos y espectadores de la muerte, familiares tristes».

“Toda la parafernalia (saña) de estas muertes es para meter miedo”[12].

El mensaje fomentó: los celos ciegan a las personas, los celos justifican la muerte, la esposa que ha provocado celos es la culpable, la cobardía de la gente que escuchó sin intervenir, la ayuda de emergencia hasta después de la tragedia, la ausencia de vigilancia ciudadana y la carencia de política preventivas y de la pronta presencia de autoridades, la incapacidad de colaboración y débil vigilancia natural de la comunidad para prevenir. Legitimando con estos mensajes los comportamientos y las violencias contra las mujeres como un medio o ejercicio de poder, control y dominio ante la libertad[13]. El discurso además refuerza el rol de la maternidad que coloca a la mujer en el centro de la responsabilidad de la reproducción y elude el rol de la figura paternal en esta tarea.

«La figura maternal y la muerte de un hijo es una representación que genera mayor impacto sicológico en la población. “La mujer es algo íntimo en la familia que cuando es tocado, se estremece más el contexto del crimen y de la violencia social, la percepción es mayor cuando se tocan personas relacionadas con ese mito que desde niño tenemos (…) nosotros adoramos las madres sobre todo el latino, de repente la mujer en la noticia atrae más por esos factores culturalmente heredados»[14].

Discurso de las relaciones de poder

No hubo ninguna explicación en el discurso periodístico sobre las causas biológicas, sicológicas, siquiátricas, sociales o culturales que provocan los celos puesto que de manera implícita los celos son atribuidos al comportamiento de quien los provoca, en este caso la mujer, el discurso tampoco profundiza en una análisis concreto de personalidad o estado mental que precise objetivamente que el agresor  tenía celos.

Las noticias de ambos periódicos invisibilizan todo el conjunto de comportamientos de los agresores y centran su atención sólo en el comportamiento delictivo dirigido contra la vida de la mujer víctima, saca de lente a la población sometida que obedece y deja a las víctimas sin ayuda, mientras a un hombre que es conductor “lo obligaron”, de la mujer se dice que la bajaron. El uso del verbo la coloca como objeto y pasa de ser un sustantivo animado a una especie de sustantivo inanimado. La representación se basa en los defectos de los agresores, sin precisar en emociones o virtudes de cada personaje.

En el caso de esta víctima “bajada de un bus rapidito”,  La Tribuna utilizó artículos indeterminados para representarla como «una mujer», “ésta”, utilizando un pronombre personal con acentuación en desuso[15], es decir, los adjetivos posesivos son utilizados como si les perteneciera a «sus victimarios».

Sobre el hallazgo de jóvenes en un cementerio clandestino, el mensaje plantea la defensa de las víctimas por sobrevivir, desilusión, dolor, impotencia, temor, hay un discurso justificante de la muerte de las jóvenes a partir de las dudas originadas en su comportamiento, el relato periodístico centra su atención en la actitud explicativa de sus parientes para evitar que se les culpe de su muerte, se enfatiza en las dudas de la reputación de las jóvenes porque ni trabajaban ni estudiaban, la vía penal  es vislumbrada como la única alternativa para conseguir castigo y justicia por el hecho, la responsabilidad se traslada a la falta de información de los padres para saber dónde están sus hijos y se quita la mira al contexto socioeconómico, las cifras de ejecuciones arbitrarias y la inquietud de las adolescentes que constituyen mayoría en términos demográficos[16].

«Según proyecciones realizadas por el INE, para 2013 el 65% de la población es menor de 30 años, conformando casi dos terceras partes de la población total del país. Más de la mitad de los jóvenes de 12-30 años se concentraron en el área rural (…) 1.6 millones de jóvenes vivía en condiciones de pobreza, es decir, dos de cada tres. En el caso de los/as jóvenes hondureños la mayoría se ubica en el nivel de educación primaria», de acuerdo con el estudio Demomujer, de la Maestría en Demografía y Desarrollo, de 2014. Como consecuencia, el discurso descontextualizado,  ejerce mayor control social porque refuerza el estereotipo de los jóvenes y reafirma el comportamiento esperado sin explicar el panorama en que sobreviven.

 Cuando hablamos de violencia simbólica nos referimos, como plantea Alda Facio, a la familia patriarcal, la maternidad forzada, la educación androcéntrica, la heterosexualidad obligatoria, las religiones misóginas, la historia robada, el trabajo sexuado, el derecho monosexista, la ciencia ginope, etc… pero fundamentalmente a los gestos, silencios, miradas, signos, mensajes, que hacen posible que esas instituciones existan porque constituyen y designan en mujeres y varones, desde que nacen, la posición social que ocuparán, el rol de género a través del cual ejercerán posiciones de poder o de subordinación[17].

Respecto a la muerte de una pastora frente a su familia, los dos medios coincidieron en el enfoque que refuerza un prejuicio favorable para la religiosidad, el rol maternal de la “pastora-ama de casa-buena mujer-que no le había daño a nadie”, el discurso genera miedo, describe un comportamiento con rasgos de sicopatía como la falta de remordimiento y el cinismo y una fuente anónima revela que hay un modo de operar de sicariato, la historia no evidencia respaldo científico de la versión policial anónima. Tampoco profundiza en obtener una visión académica del comportamiento criminal descrito.

Al saber de un femicidio, “lo primero que pienso son los hijos de esa mujer y luego indago más en saber porqué”[18].

El discurso transfiere además lástima, impotencia, dolor, especulación sobre causas de la muerte, indignación, miedo, identificación con la tragedia, incapacidad policial, estigmatización, dudas sobre causas, refuerzo de rol de ama de casa, cuidadora de familia, restricciones de acceso a información,  llegada tardía de autoridades; el significado implícito en la noticia es que la víctima tuvo un rol en el crimen que sufrió, la respuesta policial aparece como alternativa única.

“Siempre me planteo que oportunidad tuvo la víctima de evitar esa muerte, independientemente si tuvo o no responsabilidad con su muerte”.[19]

Los adjetivos que construyeron las 12 noticias fueron en su mayoría calificativos: «“testigo clave, jóvenes infortunadas, atemorizada”; descriptivos: “color rojo, hombres armados”; demostrativos: “ésta”, no hubo ningún demostrativo para referirse al género masculino; adjetivos indeterminados: “algunos”[20] para describir hechos que requiere precisión periodística y, posesivos: “su esposa, su compañera de hogar, su esposo” ».

El Heraldo utilizó la palabra victimada, participio del verbo victimar en femenino, que proviene del latín sacrificar a una víctima, en términos antropológicos sacrificar, significaba para las naciones antiguas un castigo o una ofrenda, para el doctor en Ciencias Penales, Alejandro Alajia, el sacrificio de ayer es la base del poder punitivo de hoy.

En conclusión, este estudio inicial puede convertirse en un punto de partida hacia la investigación de propuestas académicas para un abordaje periodístico más técnico con plena comprensión de la perspectiva de género en cada “ladrillo” puesto para la construcción de la noticia para conseguir justicia social en las relaciones entre hombres y mujeres. Los medios de comunicación son fundamentales en la cultura de promoción de la vida, pero además un discurso construido sin las precauciones adecuadas, puede también promocionar una cultura de muerte e incentivar el comportamiento criminal.

[1] http://robertosamar.blogspot.com/2017/06/rita-laura-segato-violencia-expresiva-y.html

[2] Director de ElPulso.hn, Óscar Estrada, participante de Grupo Focal organizado por la FES, 12 de julio de 2017.

[3] Violencia mediática y simbólica,  Moretti1, Diana Maffía & Celeste, s.f.

[4] Violencia simbólica, Nuria Varela

[5]Periodista Emy Padilla, directora de Criterio.hn, participante de Grupo Focal organizado por la FES, 12 de julio de 2017.

[6] Periodista Carlos Alvarado, reportero de VTV, participante de Grupo Focal organizado por la FES, 12 de julio de 2017.

[7] Periodista Ana Zúniga, reportera de MayaTV, participante de Grupo Focal organizado por la FES, 12 de julio de 2017.

[8] Lo que todo periodista debe saber sobre las fuentes anónimas, Ijnet, 2016.

[9] Doctora, Ana Ortega, presidenta de la Junta Directiva de C-Libre al momento de la consulta.

[10] APJ sugiere crear ente dependiente del MP para investigar policías. http://asjhonduras.com/webhn/apj-sugiere-crear-ente-dependiente

-del-mp-para-investigar-policias/

[11]Sentimientos, emociones, actitudes, comportamientos, percibidos mediante interpretación de la investigadora.

[12] Criminólogo Nery Ordóñez, participante de Grupo Focal, organizado por FES Honduras, 12 de julio de 2017.

[13] Consulta a Cristina Alvarado, sicóloga del Movimiento de Mujeres por La Paz Visitación Padilla.

[14] Criminólogo Saúl Bueso Mazariegos, Grupo Focal-FES Honduras, el 12 de julio de 2017.

[15]http://www.rae.es/consultas/el-adverbio-solo-y-los-pronombres-demostratiVoz-sin-tilde

[16] En Honduras viven más de tres millones de jóvenes, Presencia Universitaria, 30 de mayo de 2014.

[17] Violencia simbólica, Nuria Varela

[18] Periodista, Xiomara Mairena, participante del grupo Focal, organizado por la FES Honduras, 12 de julio de 2017.

[19] Periodista, Alex Flores, participante del grupo Focal, organizado por la FES Honduras, 12 de julio de 2017.

[20] Los adjetivoz indefinidos describen que la cantidad del sustantivo, al que se refieren, es imprecisa, vaga o aproximada.

http://adjetiVoz.org/adjetiVoz-indefinidos/.

Puede descargar acá: documento-final-de-violencia-medic3a1tica

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