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Editorial: La recolonización en tres vocales: OEA

 

im La sección de opinión de RI está bajo la coordinación de la prestigiada periodista y escritora Iris Mencía. Periodista egresada de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), con más de cuatro décadas de ejercicio periodístico, tiene experiencia en investigaciones, radio, prensa escrita y digital; en los últimos años ha incursionado en el mundo literario, su más reciente obra es la novela Memoria entre Bruma y Papeles, publicada en mayo de 2017.

 La Organización de Estados Americanos (OEA) desde su formación en 1948, ha demostrado ser un organismo integrado para velar por las democracias plutocráticas y seguir el guion de la recolonización.
Un rápido recorrido por sus actuaciones desde la intervención en el gobierno Guatemalteco de Jacobo Arbenz (1954) que buscaba la nacionalización de las empresas bananeras y garantizar los derechos del campesinado; representó para la OEA, el peligro de ese gobierno para infiltración comunista. Se cerró el asunto en 1954 y se abrieron las puertas a la dictadura de Castillo Armas, con el beneplácito del gobierno norteamericano. Es preferible –según se mira- las dictaduras a gobiernos que intenten consolidar su autodeterminación.
La OEA es coherente en su actuar con su modo de pensar y vivir. Vive de las aportaciones de los países miembros (34) cuyas cuotas son resultado del producto interno bruto y densidad poblacional, lo que permite un presupuesto superior a 80 millones de Dólares anuales, donde el 65% aproximadamente es cuota de Estados Unidos. Se puede deducir que su capacidad de decisión y manipuleo se asocia a sus cuotas anuales. De esos 80 millones un 65% es para pago de empleados algunos sobre preciados, dependiendo de las funciones asignadas. Lo anterior indica como válida la frase de Hugo Chávez “El peso y la influencia de Estados Unidos marcan la historia de la OEA”. Una historia que ha avalado golpes de Estado, fraudes electorales, caso Honduras año 2013 y en la actualidad, avalando la reelección del gobierno de Juan Orlando Hernández, un proceso al que se le dio visos constitucional, modificando la constitución gracias al control e injerencia de poderes , también inconstitucional, de parte del régimen vigente.
Para algunos gobiernos Latinoamericanos, como los de Venezuela, Bolivia, Cuba, Honduras, Paraguay y en su momento Chile y Brasil, existe una crisis de legitimidad de ese organismo.
La postura de la OEA en el año 2012 en Paraguay, a cuyo presidente Fernando Lugo se le realizó un juicio político por no garantizar la seguridad de su ciudadanía al resultar 5 policías y 11 campesinos muertos en una toma de tierra; la acción de la Organización de estados Americanos fue de complicidad, afirman conocedores. Atrás de este soslayado golpe de Estado, estaba el capital de un proyecto: Planta de óxido y aluminio, conocido como Río Tinto Alcán, manejado por una transnacional, denunciada por genocidio en Papua Guinea y en otros países por violación a Derechos laborales, ambientales y robo de secreto ambiental. Esto nos lleva a pensar en la OEA como un triptongo de recolonización que no repara en las leyes ni en las poblaciones de los países miembros más que en función de los intereses capitalistas y “Pluto democráticos” norteamericanos.
El caso de su participación en Venezuela es aún más contundente, asociado esto a la riqueza de petróleo y agua, y a la conformación en el año 2001 de la Alianza Bolivariana, ALBA, que contrarrestaba los TLC, Tratados de Libre Comercio y luego de la muerte de Hugo Chavez y la continuidad de sus iniciativas en el gobierno de Nicolas Maduro, su clara intervención con un proyecto resolutivo que para Venezuela atentaba con sus esfuerzos de autodeterminación.
Hablar de OEA es hablar de intereses de capital, hablar de OEA es hablar de dólar, hablar de OEA es hablar de geopolítica y hablar de Almagro su representante actual, es hablar del “Caballo de Troya utilizado por el corporativismo estadounidense para control de la riqueza del hemisferio” Llámese Recolonización desde que surge en 1948.
Resulta interesante en el caso de Venezuela, la participación como miembro de la OEA de la Canciller Argentina, Susana Malcorra, que entre los años 2004-2007, como funcionaria de Naciones Unidas, Jefa del gabinete de Ban Ki Moon, encubrió docenas de casos de abuso sexual en Medio Oriente por parte de la “fuerza de paz Cascos Azules”.

Las preguntas nos surge: ¿Defenderá la paz, los derechos humanos, la democracia? ¿Está en capacidad de juzgar y condenar con las actitudes de encubrimiento a graves violaciones a los Derechos Humanos? ¿Debe estar esta persona en un cargo privilegiado en la OEA? La respuesta para estos organismos es sí porque está en ese espacio. No obstante esto nos lleva a pensar y a confirmar los intereses de mundialización; América Latina, patios traseros, espacios económicos, áreas de libre competencia de las transnacionales en las siempre marcadas doctrinas de seguridad nacional. Doctrina Monroe. Plan Cóndor. TIAR, ONU. ETC. Y para ello recurre a silencios cómplices o injerencias directas.
Ejemplos abundan, como el golpe de estado en 1973 a Salvador Allende. En el caso del golpe perpetrado por Augusto Pinochet en 1973, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, organismo de la OEA, según consta en su informe anual de 1974, recibió múltiples y reiteradas denuncias sobre asesinatos, privación ilegal de la libertad, tortura, vejaciones, desapariciones, expulsiones forzosas y censura de la libertad de expresión. Las demandas fueron cursadas al gobierno chileno y motivaron visitas de la CIDH a Chile, pero en ningún caso, la Organización de Estados Americanos solicitó la sanción o la expulsión de Chile del organismo, tal como había ocurrido antes con Cuba.
Arbenz en 1954.  Lugo en 2011. Venezuela, aún. Cuba que no forma parte y sigue bloqueada. Haití. Honduras en la actualidad.

Aquellos gobiernos que dirigen a sus poblaciones al bienestar social y no al capital, son condenados, bloqueados, excluidos por la OEA.

Sólo son tres vocales hacia la recolonización y sólo los pueblos del hemisferio tienen la palabra hacia el futuro en este mapa que no se define tan claramente para los Estados Unidos porque también juegan su propio papel Rusia y China en este mapa que parece ser un tablero de ajedrez donde los peones deben empezar a moverse.

 

 

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