Por: Rossel Montes
América Latina ha sido un zona del continente americano sumamente expoliada, maltratada y saqueada por el imperialismo de turno. La herencia colonial como bien lo mencionan Barbará Stein era de una economía agraria y economías de la hacienda, esto es corroborado por historiadores e historiadores económicos, como Severo Martínez pelaez y Murdo Mcleaod en su monumental Historia económica de Centro América. Con la irrupción de cura Hidalgo inicia en México lo que serás las Revolución hispanoamericanas como lo estudió el historiador John Linch, después de 1810, las revoluciones serán un punto de inflexión en los procesos de masas por las independencias de ulteriores naciones que compondrán lo que será América latina.
A diferencia de Centroamérica, en México si hubo un movimiento de masas que acuerpó lo levantamientos insurreccionales, lo mismo ocurrió en América del sur, lo que era el Virreinato de Rio de la Plata, Virreinato de Nueva Granada actualmente Colombia, Venezuela y Ecuador. México siempre fue un centro demasiado importante, políticamente, económicamente y geográficamente, su cercanía con los EEUU los puso en una situación de desventaja, la guerra por territorio en la cual México sale perdiendo buena parte de sus Estados lo evidencian.
Un territorio vasto y con una gran potencial en recursos naturales será muy bien visto por el naciente imperialismo, iniciado la era de la nueva hegemonía de los EEUU, y no es otra cosa que la Doctrina Monroe, esa hegemonía que nos habla el historiador Marvin Barahona. Para comprender y aprehender la construcción del Estado-nación de México, la formación economía social de sus estructuras, de las clases sociales, de la reforma agraria, de sus instituciones y de su democracia, hay que estudiar todo en su totalidad y complejidad ¿Cómo es posible que un Estado-Nación que prometía, o fue construido sobre cimientos ya fuertes, tenga tantas contradicciones?
Es de hacer notar las similitudes de México y el resto de Latinoamérica y Honduras no fue la excepción, a pesar del apogeo del liberalismo y el positivismo (Leopoldo Zea) y la pretensión de introducir el capitalismo de forma superestructural, el modo de producción capitalista no tuvo gran éxito, solamente se logro crear una economía primario-exportadora y en centro América, Repúblicas bananeras. Una forma novedosa de expansión del capital y acumulación.
De las reformas liberales en México, hasta la revolución de Madero, se pudo superar las viejas y arcaicas formas latifundistas, atacar los obstáculos para un despegue capitalista, se hizo un intento de crear una reforma agraria, que en Honduras solo se pudo hacer un ensayo durante los gobiernos militares de Oswaldo López Arellano bajo la égida del desarrollismo cepalino y las necesidades del capitalismo (Mario Posas).
El siglo XX casi en su totalidad fue gobernado por una derecha que se encontrado raíces en el erario público, mientras las grandes mayorías se habían replegado después de la herencia de la revolución mexicana.
La democracia en México según Gonzales Casanova fue y es un proceso de lucha entre unas elites que se apoderaban de las instituciones y unas grandes mayorías que fueron replegadas y ninguneadas de los procesos de decisión.
Como es el caso de las debilidades de la construcción de una cultura democrática en los países de América latina, la casi imposibilidades de crear instituciones fuertes, debido a la falta de voluntad política de las elites de crear Estados-Nación fuertes, una democracia formal que establezca las condiciones para la libre alternancia del poder político, la pluralidad de ideas, el respeto a los derechos humanos y la justicia y equidad social.
Como sabemos en su mayoría el siglo XX estuvo plagado de dictaduras militares como bien lo estudió Guillermo O.Donnel, ese paso de la sociedad tradicional a la sociedad moderna según Gino Germani, le costó caro a la sociedad latinoamericana. Los procesos de «proletarización y descampenización» coadyuvaron a un desarrollo del movimiento obrero y movimiento sociales que reivindicaran por la lucha de la democratización de la sociedad desde abajo ya que desde arriba estas existencias democratizadoras no llegaban.
México es el ejemplo por antonomasia del un Estado fortísimo y débil al mismo tiempo, esa dialéctica que solo la historia nos enseña, son los grandes retos para aprender del movimiento histórico. El nuevo proceso eleccionario en México abre nuevas posibilidades para la democratización de la región, es un claro mensaje de los pueblos que ya no seguir soportando los abusos de poder de las élites que acostumbran a gobernar nuestros países como sus haciendas privadas. Es significativo, histórico y da esperanzas para un nuevo resurgimiento de un movimiento reivindicativo de la dignidad humana y la defensa plena de la democracia y los derecho humanos. Un gran acontecimiento se está dando ante nuestros ojos, la lucha en América latina por dejas atrás el atraso y el subdesarrollo, democratizar la sociedad. Las grandes desigualdades como bien lo diría Andrés López Obrador, no es una imposición cultural, o antropológica, es más bien histórica y política, son condiciones creadas por un sistema ya en decadencia y que se ha extraviado exacerbadamente en sus lineamientos republicanos y democráticos.
En Honduras tenemos nuestra propia tragedia, muy similar a la de México, un Estado cuasi fallido como argumenta Juan Arancibia ¿Honduras un Estado Nacional?
Las políticas neoliberales han destruido las políticas públicas y creadas corredores de miseria, imposibilitando el mejoramiento de la participación ciudadana, una democracia social y una democratización económica. Esperemos que el nuevo proceso abierto en México tenga repercusiones positivas para Centroamérica, países ávidos de democratización y justicia. Que la historia nos lleve hacia mejores derroteros. La lucha en el pasado fue poner término a la dominación española, a la dominación del imperialismo y ahora a la dominación de las élites.
Tegucigalpa ,2 de julio de 2018