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Ha muerto José Cecilio del Valle

Por Carlos Méndez (*)

Año con año y en las cercanías de diciembre, José Cecilio del Valle, aquel cipote soñador que un día se fue de la Choluteca “Jerez de la Frontera y mis Reales Tamarindos”, a la Universidad de San Carlos para ser la
lumbrera del continente, acostumbraba retirarse a su hacienda “La
Concepción”, situada a 72 kilómetros de la ciudad de Guatemala.Se escapaba para aliviar tensiones luego de los ajetreos de su oficio como
intelectual. Allí, con la frescura de la navidad entre las manos y sus
emociones, permanecía hasta los dos primeros meses del año nuevo para
oxigenarse y regresar al bunker habitual de la ciudad: su biblioteca
exuberante, la mejor del istmo, para germinar nuevos conocimientos y
pulir ideales.

Para el intelectual más prolífico e influyente de la Centroamérica del siglo
XVIII y XIX, aquella hacienda fue como el micro espacio relajante y
necesario como el aire que respiraba el cual seguramente quiso fijarlo en
sus pupilas hasta el último instante de vida como un tributo y
agradecimiento pese a sus propias limitaciones humanas muy propias de su personalidad que lo acompañaron hasta el final de su vida.

Valle, liberal moderado, según se infiere de sus biógrafos, tenía un carácter
fuerte, exigente, compulsivo y muy proclive a la ansiedad y el estrés, para
lo cual su hacienda debió ser un extraordinario canalizador de sus angustias y preocupaciones. El hondureño y doctor Alfredo León Gómez en un ensayo que divulgó Diario Tiempo en julio de 1977, establece que Valle se inscribe en una de esas personalidades tipo A que se “caracterizan por una conducta obsesiva, frente al perfeccionismo como científico, intelectual y político relevante de la época. Según la psicología, las personas tipo A presentan un complejo con “características de acción-emoción, mostrado por individuos que están comprometidos en un esfuerzo crónico para obtener un número ilimitado de cosas frente a un entorno definidas por ellos como pobres”.

Según el doctor León Gómez, personas como Valle, son altamente
productivos y con gran capacidad de alcanzar posiciones cimeras. Por esta
razón, la presión del tiempo, el trabajo, la competitividad y la voluntad de
lucha fueron factores insalubres que no bien canalizados debieron ser
absorbidos en contra del prócer, con episodios de angustia, frustración y
amargura.

Recién pasadas las elecciones en las que gana la Presidencia de la
República Federal, Valle, aparentemente sano, se retira a su hacienda y en
lo mejor de su edad productiva, 56 años, su salud colapsa. En el mes de
febrero de 1834 comienza su recorrido hacia la muerte física en medio de
sus propios delirios y «despotricaciones» contra sus enemigos políticos.

Ramón Rosa, su más ilustre biógrafo lo narra así: “El 22 de febrero, a las
cinco de las tarde fue repentinamente atacado de fuerte fatiga con hervor en el pecho que casi le impedía la respiración. Luego, el sabio delirante
hablaba sin cesar de la Casa de la Moneda y después habló de su
repugnancia para admitir la Presidencia de Centroamérica, altísimo cargo
para el que había sido electo recientemente”. El primero de marzo lo llevan
a la ciudad de Guatemala, sin embargo al día siguiente muere a las diez de
la mañana en mitad de un camino polvoriento.

Estudiando a Ramón Rosa, León Gómez concluye que Valle muere por “un
infarto en el miocardio complicado por insuficiencia cardíaca izquierda en
su forma más grave, que es el edema del pulmón“.

Valle, como ser humano autentico e ilustrado en su tinta y letra, en el
presente siglo, prácticamente ha sido borrado de la memoria colectiva. Han
planificado y ejecutado su muerte. Y lo han hecho con el cálculo
metodológico de un cirujano, desde el sistema escolar, para que no sirva
como ejemplo de valor cívico, para que todo siga aquí, todo igual, en
honduras, con h de profundo . Es decir, un país en donde prevalezca la
pobreza, la miseria y la concentración de capitales mal habidos en pocas
manos. En suma, un país asaltado y hecho a la medida de los corruptos de
pescuezo blanco; blanco de nieve cruzado en los tres poderes de la
República con la bendición del Comando Sur de los Estados Unidos, su
embajada en la avenida Los próceres; y por si quieren “gugurutear”, con
todo el apoyo armado y glorioso por aire, mar y tierra. O como quieran.
(*) Periodista

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