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El Perro Amarillo

    <strong>Tegucigalpa, Honduras. "</strong>Valiente, bastión del periodismo independiente, voz de los sin voz, enemigo de la corrupción, látigo contra los ladrones, megalómano, vulgar, mesías autoimpuesto, gritón, showman, predicador, insoportable, mentiroso, rebuscado, multifacético, machista, egocéntrico…" Qué es lo que no dice la gente de <a href="https://twitter.com/MiltonBeniteztv?ref_src=twsrc%5Egoogle%7Ctwcamp%5Eserp%7Ctwgr%5Eauthor">Milton Benítez</a>, El Perro Amarillo, pero tanto sus miles de fans como los personajes a quienes les saca los trapos sucios al sol tienen claro que Benítez es una de las figuras públicas más populares del país, con cientos de miles de seguidores atentos a todo lo que dice en sus videos. &nbsp;

Con 15,000 a 25,000 personas conectadas en vivo en redes sociales, más de 473,00 seguidores en su página de Facebook, más de 33,000 seguidores en Twitter, 60,000 miembros en sus grupos y varias páginas en las que sus fans venden camisetas con su imagen, Benítez se ha ganado una fama insólita en menos de un año. Fama que sus admiradores vociferan a los cuatro vientos y que sus enemigos tratan de apachurrar enviándole mensajes amenazantes o atentando tres veces contra las instalaciones en Tegucigalpa donde se graba el programa El Perro Amarillo. 
«Alimañas, bebesaurios, hijos de puta, ladrones, asesinos, narcos, corruptos». No hay insulto que Benítez no dispare con su estilo campechano, salpicado de refranes, citas literarias y hasta frases bíblicas, cuando les “echa tierra” a empresarios, políticos, banqueros y toda clase de funcionarios, incluyendo a uno de sus personajes favoritos, el presidente hondureño Juan Orlando Hernández.
Esa forma popular y dicharachera de lanzar dardos venenosos no es nueva en el periodismo nacional y mundial. “Hay muchos famosos con este estilo, como Tucker Carson, Newt Gingrich y Glenn Beck, que son comentaristas de la derecha estadounidense. El tono del programa El Perro Amarillo es muy parecido al de David Romero Ellner”, dice el sociólogo Sergio Bähr, director del podcast Vivir en Xibalbá
El huracán mediático del polémico Perro Amarillo no existiría si no hubiera redes sociales, que agarran a un desconocido de los medios masivos y de la noche a la mañana lo transforman en estrella de Facebook, Twitter y YouTube, pero las elevadas cifras de audiencia que ha conseguido no le cayeron del cielo.
Benítez ya había ensayado su brinco a la fama poniéndose al frente de espacios de crítica y debate en el canal UNE TV en el año 2018, donde entrevistó a personajes de la política hondureña. “Yo era invitado por los canales de televisión como analista político”, cuenta Benítez entrevista para Reporteros de Investigación. UNE-TV le propuso “un espacio de análisis, un programa responsable con investigación seria y que pudiera trabajar con entrevistas a profundidad con los opresores. Para mí fue una gran contradicción entrevistar a Billy Joya, a Romeo Vásquez Velásquez, personas que han estado ligadas a crímenes de lesa humanidad”.
Según comentarios en las redes sociales, Benítez podría “llevar el ataúd al lomo”, ya que corre peligro no solo por ser peleón y ofensivo, sino también porque acusa y ataca de frente a los grupos más poderosos del gobierno, el empresariado, la banca y el ejército de Honduras. Ni la embajada de Estados Unidos en Honduras ni el gobierno de Donald Trump se salvan de sus embestidas.
Como una supuesta advertencia de esos grupos, los estudios donde el Perro Amarillo graba su programa han sido saqueados en tres ocasiones, la última de ellas el 4 de julio de este año, cuando entraron a robarle equipo y documentos que aparentemente le sirven para respaldar algunas de las acusaciones con las que ha bombardeado a las clases poderosas del país
Periodistas asesinados en Honduras desde 2014 al 2020

Aunque se digan muchas cosas de Milton Benítez, él sigue siendo un misterio para muchas y muchos.
Sus seguidores no se preocupan demasiado por la vida pasada de este personaje convertido en un ícono al que están dispuestos a defender a sangre y fuego. Parece que escuchar su programa les permite descargar el resentimiento que han tenido guardado durante décadas de ladronismo, corrupción y violencia en el país.
Por otro lado, sus enemigos andan tras los huesos de Benítez, buscándole debilidades, hurgando en todas partes en busca de la más pequeña pieza de información para destruirlo, robándole equipo y documentos, amenazándolo a cada rato, poniéndoles trabas a las transmisiones de su programa, como ocurrió aparentemente las noches del lunes 13 y el martes 14 de julio, cuando se cortó la emisión de El Perro Amarillo y durante varios minutos la pequeña pantalla de Facebook se puso negra mientras continuaba la cascada de likes y comentarios.
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A nosotros, en cambio, lo que nos interesa es conocer de dónde salió Benítez y cómo se convirtió en quien es ahora. Si en Honduras ya han silenciado para siempre a más de 80 periodistas en los últimos años, debe ser protegida la vida de alguien que, como él, no se anda por las ramas para lanzar graves acusaciones “a grito pelado”. Pero, a final de cuentas, ¿quién es el Perro Amarillo?

Del barrio Las Mercedes a la embajada de Brasil

Milton con sus amigos de potra en el barrio Las Mercedes de Comayagüela. En la imagen está de pie y es el segundo desde la derecha.

 “Su familia y en especial su madre le piden que ya no siga porque lo van a matar”, dice una fuente que se hace llamar La Maldición del Bulero o simplemente el Bulero. “Para mí tiene los huevos bien puestos para decir todo lo que dice. Está en la mira de los políticos y corruptos porque saben que les dice la verdad”.
Benítez es el tercero de cinco hijos de madre campesina salvadoreña y padre electricista del sur de Honduras, según confiesa en el programa de un conocido youtuber. Nacido en el barrio Las Mercedes, en Comayagüela, en la zona central de Honduras, “siempre fue bueno en todo”, agrega el Bulero. “Todo lo que hacía, lo hacía bien. Era genial para poner apodos, hacer bromas y hasta para las mujeres”.
En esos días, el joven Milton tiene incluso gracia para los deportes. “En el fútbol era el mejor. Jugaba como volante. Estuvo en varios equipos”, incluyendo las reservas de la Universidad. Tanta habilidad muestra en todo lo que hace, según el Bulero, que cuando le toca fabricar cajas para tomates, le salen tan buenas que se las vende a los comerciantes del mercado El Mayoreo. Así, codeándose con mercaderes y vecinos, es como conoce cara a cara todo “lo bueno y lo malo” de los barrios capitalinos, la “antropología del barrio”, como la llama el Bulero. “Es un hombre humilde que nunca olvida el barrio. Se crió en un ambiente de mucha pobreza”.
Con una niñez y una juventud así de pintorescas, no es raro que Benítez termine convertido en lo que es hoy: un coctel de héroe de la clase popular, predicador gritón y periodista que se deja llevar por la furia. “Dice cosas interesantes, pero te cansa”, afirma un periodista de investigación hondureño. “De entrada tenés que soportarlo entre 10 y 15 minutos viendo papeles, secándose el sudor, hablándoles a sus asistentes, como si los espectadores tuviéramos todo el tiempo del mundo. Parece un pastor enojado, predicando muy molesto”.
Benítez se define como sociólogo y defensor de derechos humanos. En una entrevista con el youtuber Selim López para su programa “El Jalón”, confiesa haberse graduado de sociología en Chile y haber obtenido una maestría en ciencias políticas en Cuba. En sus programas y entrevistas le da por citar a grandes pensadores, filósofos y periodistas. “Yo lavaba carros y lustraba zapatos frente al Ministerio de Educación en los 80, leí La Ilíada a los 10 años, comencé a leer a Tertuliano, a Nietzsche, a Kant”, relata Benítez. Sin embargo, según el Bulero, “yo nunca lo vi con un libro, pero sé que era muy chispa. Viene de una familia humilde donde todos son inteligentes de manera natural”.
Otros ponen en duda su competencia como periodista. Aunque en Honduras no se ocupa “cartón” para trabajar en un medio, la capacidad de un comunicador se prueba de varias maneras, no solo con un título. “Lo que él hace no es periodismo”, dice un abogado. “Pero qué podés pedirle a un pueblo sediento de información que cae en manos de un megalómano”.
El Perro Amarillo ya no es un espacio por la libertad de expresión y el periodismo independiente, agrega el abogado. “No es lo mismo porque presenta informaciones que lo convierten en el ‘mesías’ de la libertad, una persona sin pelos en la lengua que deja de ser una caricatura (perro amarillo) para convertirse en un vengador”.
El trabajo de un periodista responsable no es propagandístico. “La actividad proselitista o de propaganda corresponde a los políticos y activistas pero no al periodista”, escribió en el consultorio ético de la Fundación Gabo, el periodista colombiano Javier Restrepo.
En cambio, el sociólogo y profesor del CURLA, Luis Velásquez, lo considera “el principal bastión del periodismo independiente en Honduras”, y una premiada periodista de televisión hondureña confiesa que Benítez le “gusta”, pero que “cae en la superioridad”. El programa también le gusta a una reconocida comunicadora ganadora del Pulitzer en Estados Unidos, pero opina que “hace mucho show”.

Fotos de Milton Benítez en la embajada de Brasil junto al expresidente Manuel Zelaya, derrocado en el 2009 por un golpe de Estado.

Milton “se perdió un tiempo”, cuenta el Bulero, quien vuelve a verlo años después, acompañando “varios meses” al depuesto presidente Manuel Zelaya Rosales durante la encerrona en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, cuando Zelaya regresa a escondidas a Honduras tras el golpe de Estado de 2009. “Allí estaba él con su barba estilo ‘Che’ Guevara. Parecía un revolucionario leyendo los comunicados de todas las agresiones que estaba haciendo el gobierno de Micheletti fuera de la embajada”, dice el Bulero. “Allí estuvo con Mel y su esposa Xiomara sufriendo ataques de gases tóxicos y ruido estridente de los equipos que utilizaban los militares del gobierno de facto”.
 
Benítez cuenta en su entrevista para Reporteros de Investigación que si en aquellos días “se perdió” fue porque desde muy joven se convirtió en blanco de la persecución política. “Me involucré con movimientos estudiantiles. Lustraba zapatos y me iba al [colegio] Aguilar Paz en la noche”. Agrega que se involucró “en los frentes” y en movilizaciones.
 
Debido a su activismo político pasa por las bartolinas de la Dirección Nacional de Investigación (DNI), donde lo torturan durante varios días. No le queda más remedio que exiliarse en 1992 en El Salvador y tiempo después en Chile, donde su compromiso crece y donde empieza su “etapa de formación política y filosófica para retornar al país”.
 
“Qué bello es ser honesto”
“Hambre de noticias digeribles en un tono que no esté aliado al poder”. Eso es lo que, según el sociólogo Sergio Bähr, quieren los hondureños que siguen en Facebook el programa El Perro Amarillo. La gente, dice Bähr, quiere “escuchar que les digan corruptos a los corruptos y ladrones a los ladrones”, y en eso el show de Milton Benítez nunca les falla a sus fans.
 
Ya de vuelta del exilio, a mediados de la década del 2010 Benítez comienza a abrirse camino en el periodismo, o por lo menos en su forma especial de ver el periodismo. Da sus primeros pasos como comunicador en Canal 13, donde sus opiniones polémicas lo meten en sus primeras trifulcas con los dueños de los medios. “En Canal 13 tomo posición por la no privatización de la salud. Entonces, a los dos días, el dueño del canal me dice ‘hay que quitar eso’ y le dije ‘bueno, yo no voy a cambiar’”, relata Benítez en entrevista para Reporteros de Investigación.
 
“Inicié periodismo en Canal 13 y con el foro estelar para ir marcando lo que hoy continúa en El Perro Amarillo. Un periodismo que no apela al espectáculo, que no hace mercancía de la comunicación”, cuenta Benítez en entrevista con alumnos de la UNAH-VS. Al final, dice, “me encontré con la censura de los dueños de los medios”.
 
Con todos los estorbos que le ponen en el camino, la relación de Benítez con Canal 13 se trunca en 2017. Unos meses después, Benítez saca la primera versión de su programa El Perro Amarillo en UNE TV, un canal que busca “romper el cerco mediático”.
 
El tiempo que dura al frente de su programa en UNE TV, Benítez va dándole forma a la línea de periodismo que ha seguido explotando en sus transmisiones en Facebook. “El periodismo aquí te dice sí, pero no te podés pelear contra el poder, y creo que esa es la única razón de ser de un periodista o de una periodista, es tener esa mirada, ese ojo no ensañado, pero sí con verdad, abriéndole las puertas al pueblo para que pueda él juzgar”, dice Benítez.
 
La historia se repite. Después de pasearse por otro medio “casi” tradicional, al Perro Amarillo “le dan corte” en UNE TV. Es una separación “compleja”, según una interesante nota de Carlos Estrada para medium.com. El estilo cada vez más “aventado” de Benítez no rima con las transmisiones de UNE TV, la cual es “una empresa que depende de una estrategia político-empresarial”. En pocas palabras, el Perro Amarillo no funciona como empleado porque su visión es “personalista”, según Estrada.
 
Benítez es “una persona que ve todo en clave apocalíptica y lo lleva a planteamientos pesimistas”, prosigue Estrada. “A veces los golpistas de Televicentro dicen verdades sin darse cuenta, a veces los medios antidictadura como UNE TV o el Perro Amarillo cometen errores que perjudican a la misma oposición. La audiencia debe ser un controlador, pero para esto es importante no caer en fanatismos que llevan al insulto innecesario”.
 
“Qué bello es ser honesto” es una de las frases que a Benítez más le gusta usar en la nueva etapa de El Perro Amarillo, bautizado así como un homenaje al programa El Perro Verde, del español Jesús Quintero y la periodista italiana Oriana Fallaci. Y la honestidad brutal es una de las razones de su éxito en las redes. Alcanzó su “rating” más alto cuando se le ocurrió entrevistar a Juan Carlos “Tigre”  Bonilla, exdirector de la Policía Nacional acusado de narcotráfico por la fiscalía estadounidense. Más de 50,000 personas se conectaron el día de la entrevista al canal de Facebook de El Perro Amarillo.  
 
A la lista de éxitos de Milton Benítez se suman los documentos que “desclasifica” en su programa emitido cada vez que un nuevo escándalo de corrupción gubernamental sacude a Honduras, lo cual significa que últimamente se presenta varias veces a la semana en Facebook. El manejo gubernamental de la pandemia del coronavirus le ha caído a Benítez como agua de mayo. En las últimas semanas, el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) y otros medios independientes han denunciado una serie de supuestas irregularidades en el manejo de las compras estatales para combatir la enfermedad, incluyendo la adquisición de hospitales móviles a una empresa turca para atender a los enfermos de COVID-19.
 
VEA: ¿Dónde están los hospitales?
 
El Perro Amarillo no solo se mete con el gobierno, sino también con los medios hondureños que se inclinan ante los poderosos de turno. “Al sector de la prensa corrupta se vinculan empresarios, religiosos, unas organizaciones de sociedad civil que se ha inventado el poder mismo”, dice en entrevista para Reporteros de Investigación.
 
Benítez se siente solo en su cruzada personal contra la corrupción. Da la impresión de que desde su punto de vista no hay nadie que los tenga tan “bien puestos” como él: “Te sentís como aislado porque tenés como único receptor y única garantía al pueblo a quien llegás con la verdad”, se lamenta.
 
No importaría si solo se tratara de soledad. Lo peor es que el Perro Amarillo ocupa, según los comentarios en las redes, un lugar sobresaliente en la lista de próximas víctimas de los sicarios al servicio de los grupos de poder en Honduras. “Hacer periodismo en Honduras no es un riesgo”, dice Benítez. “Es más que un riesgo. Es permanentemente andar una diana en tu familia, en vos”.
 
¿Le da miedo que lo maten? es una pregunta que le hacen cada vez que lo entrevistan, y que Benítez contesta con el aire presuntuoso de alguien que se habla de “vos” con la muerte. Hace 18 años le tocó asistir al fallecimiento de uno de sus hijos de siete meses en el Materno Infantil de Tegucigalpa, donde “todavía siguen las mismas 35 camas cunas que cuando murió mi hijo”, relata Benítez.
 
“Soy un ser humano. Soy uno de los hondureños más miedosos”, agrega. “Tanto así que me da miedo que los bancos puedan tener en central de riesgo a un millón y medio de personas, asesinando su futuro, y no poder decir nada. Tengo mucho miedo de que mis hijos puedan seguir creciendo en un país diseñado para la impunidad. Me da terror que se normalice que un buen porcentaje de los congresistas sean corruptos. A mí me da miedo más que me mate esto cuando ya lo consienta como algo normal. Que me asesine un banquero ya es menor al miedo que siento”.
 
En el 2019, Milton Benítez fue acusado de difamación y calumnia por Banco Atlántida. En enero del 2020 no llegaron a conciliación y tendrán que enfrentarse en los tribunales en un juicio oral y público en los próximos meses. YouTube acaba de bloquear las transmisiones en vivo de El Perro Amarillo después de que HCH denunció a este canal por supuestamente usar imágenes sin respetar los derechos de autor.
 
“Las autoridades hondureñas deben investigar las amenazas efectuadas en las redes sociales contra periodistas del medio noticioso El Perro Amarillo y enjuiciar a los responsables”, declaró el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés).

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Episodio de El Perro Amarillo del 14 de julio de 2020.
La frases de El Perro Amarillo

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