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Capítulo 1

Militares

                                                                                                            Parte 2

                                                          Pioneros del narcotráfico en Honduras  

Diseño de Investigación: Héctor Silva Avalos, El Salvador; Wendy Funes, Honduras:
Investigación de campo: Héctor Silva | José Manuel Serén | Melissa Hernández Junior Zúniga | Wendy Funes | Edición: Héctor Silva Avalos El Salvador |  Redacción: Wendy Funes, Honduras| Visualización de datos: Wendy Funes | José Manuel Serén

Tegucigalpa, Honduras | Reporteros de Investigación. Ya en la sala de su casa, el abogado cuenta que no entró en contacto con Matta Ballesteros hasta la década de los 2000, pero en su viaje a Colombia comprendió que si aceptaba entrar, estaría vinculado a narcotraficantes sanguinarios. Aunque no aceptó a nivel público, en los periódicos de la época aparecen declaraciones del abogado a favor de Matta.

La influencia de Colombia, Estados Unidos y México es un hecho invariable en el narcotráfico hondureño desde la década de los setenta hasta el siglo XXI para alimentar raíces cada vez más robustas. La historia clásica empieza en la década de los setenta con la implicación de militares hondureños en el tráfico de drogas, al tiempo que Juan Ramón Matta Ballesteros, alias El Negro, se consolidaba como un empresario con nexos con los grandes carteles.

Matta servía de vínculo entre el Cartel de Medellín, en Colombia, liderado por Pablo Escobar y el Cartel de Guadalajara, en México cuyos líderes Caro Quintero, Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca Carillo habían pasado del cultivo de extensos territorios con marihuana al trasiego de cocaína. Es una relación que Matta Ballesteros ha desmentido en entrevistas periodísticas, pero que agentes estadounidenses han establecido como cierta.

“En abril de 1991, cuando en la corte federal en Los Ángeles, california se realizaba una de las audiencias del juicio contra Juan Ramón Matta Ballesteros…J33 y otro testigo, René López Romero, subirían al estrado a relatar las ocasiones en las que vieron a personalmente al hondureño con los jefes del Cártel de Guadalajara y el día que secuestraron y torturaron a Camarena”, dijo, por ejemplo, Héctor Berrellez, exagente de la DEA que investigó el asesinato del agente Camarena. Este testimonio aparece en el libro La CIA, Camarena y Caro Quintero, escrito en 2014 por el periodista mexicano Jesús Esquivel.
Esquivel difunde en su libro la entrevista en que Berrellez revela que, con investigaciones forenses, la DEA determinó que “una de las personas que había estado en la casa (donde asesinaron a Camarena) fue Juan Ramón Matta Ballesteros…” y que el testigo J33 declaró que se había pensado en la posibilidad de traer el cuerpo sin vida de Camarena para Honduras.

Además, Esquivel descubrió que en esa época usaban una aerolínea de Juan Ramón Matta Ballesteros, de nombre Setco. “Y en esa aerolínea —dice — están utilizando a los pilotos para llevar armas a Nicaragua, para los contras que el gobierno de Ronald Reagan financiaba con el objetivo de derrocar a la revolución sandinista. Pero, además, esos pilotos llegan a México con una carga de cocaína y luego llegan a bases militares norteamericanas donde no tienen que pasar por una revisión de aduanas”, revela el periodista Esquivel. Las conclusiones del periodista mexicano coinciden con las que años antes habían expuesto periodistas estadounidenses como Gary Webb y un informe del Congreso en Washington que investigó el abastecimiento a la contra nicaragüense, en un escándalo que se conoció como Irán-Contras.
A medida pasan los años, el crimen contra el agente de la DEA, Camarena, es vinculado a sus investigaciones del escándalo Irán Contras y a la posibilidad de que haya ocurrido cuando descubrió que su gobierno, a través de la CIA, financió el tráfico de drogas y de armas en México y Centro América.

La información desclasificada sobre la Operación Irán Contras, refuerza la idea del militarismo en Honduras como génesis criminal del narcotráfico: “Los funcionarios de la administración Reagan intercedieron en nombre de José Bueso Rosa, un general hondureño que estuvo muy involucrado en las operaciones de la contra de la CIA y se enfrentó a un juicio por su papel en un cargamento masivo de drogas a Estados Unidos. En 1984 Bueso y sus cómplices tramaron un plan para asesinar al presidente hondureño Roberto Suazo Córdoba; el complot se iba a financiar con un cargamento de cocaína de 40 millones de dólares a Estados Unidos, que el FBI interceptó en Florida», dice uno de los documentos estadounidenses

 

Documento desclasificado por Estados Unidos durante la investigación del caso Irán-Contras.

 

Después del crimen contra Camarena, Matta Ballesteros fue llevado desde su casa al sur de Tegucigalpa, hacia Estados Unidos. La detención e ilegal extradición de Mata Ballesteros hacia Estados Unidos, en el año 1988, dejó protestas y la quema de la embajada de Estados Unidos. La desaparición forzada del líder estudiantil Roger Gonzáles, derivada de esta protesta, es un hecho que persiste impune tres décadas más tarde. 

 

Tomado del reporte Los Hechos hablan por Sí Mismos, un esfuerzo de desclasificación del ex comisionado de derechos humanos, Leo Valladares. La gente salió a protestar no a favor de Matta Ballesteros, como aduce la prensa norteamericana sino contra la violación a la soberanía nacional porque la extradición no era figura constitucional en Honduras

 

A finales de los ochenta

Mientras Matta entraba en decadencia, los militares que en realidad controlaban el tráfico de drogas siguieron impasibles en el negocio y multiplicaron sus operaciones reclutando civiles.
Así es como entra en escena Fredy Armando Leiva, alias Mamalicha, uno de los delincuentes más famosos de Copán. Un empresario de San Pedro Sula contó que Leiva vendía pan de su abuela, conocida de cariño con el mote de Mamalicha; de ahí el apodo.
En los ochenta, según testimonios recogidos, un coronel que contrabandeaba café y otros productos vio que Mamalicha podía servirle. Lo reclutó y se lo llevó a Santa Rosa de Copan.
En ese tiempo, los militares acaparaban los asaltos a camiones y el robo de vehículos. Su forma de operar era abrir trochas o caminos de terracería en bosques vírgenes, en las fronteras de Corinto-Copán para facilitar el contrabando de ganado. Los senderos de tierra que conectaban la zona fronteriza y la ruta del ganado es la misma del tráfico de droga.
La impunidad con que Mamalicha operaba se condensa en el oficio 200-DC/2001, enviado por la oenegé Comité para la Defensa de los Derechos Humanos (Codeh) al estatal Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh), con fecha 17 de agosto de 2001. Una disputa entre el ministro de Seguridad, Gautama Fonseca, y la Fiscalía favoreció la salida de Mamalicha de prisión .

 

En los noventa, hubo militares detenidos que operaban en Copán, acusados por supuestos vínculos con el robo de vehículos, entre ellos el mayor Romeo Vásquez Velásquez, el mismo que en 2009 comandó un golpe de Estado en Honduras. En aquella época fue detenido el capitán Leva Cabrera.

 

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