
Editorial Feminista

Por Maria Virginia Díaz Mendez
Tegucigalpa, Honduras | Reporteras de Opinión. Las luchas feministas en Honduras parecieran recientes, pues aparecen en el imaginario colectivo, a partir de más de seis décadas, probablemente, porque coincide con el hito histórico del sufragio femenino. Pero en la realidad no lo son, ha habido luchadoras no nombradas, feministas que no se asumían, pero su actuar político sí lo era, mujeres de convicción que construyeron patria, sosteniendo las conquistas obreras, campesinas, educativas, artísticas y otras innumerables; como Josefa Lastiri, que puso sus recursos económicos al servicio de la lucha libertaria de Francisco Morazán Quesada, su marido. O Paca Navas de Miralda (1883), escritora feminista hondureña, revolucionando con su obra literaria los cánones de aquella época. Así como, Visitación Padilla (1982) que fue determinante su participación en contra del enclave bananero, la explotación obrera y el derrocamiento de la dictadura Carillista. Lucila Gamero de Medina irrumpió, estrepitosamente, la sinergia de la literatura que posicionaba el erotismo y los amores prohibidos. No alcanzarían páginas en la historia para recuperar los aportes de las mujeres a las transformaciones sociales, políticas y culturales y los avances de los cuales disfrutamos hoy en día todas y todos.
Sin embargo, existe un mandato inamovible, la invisibilización de las
mujeres heroicas, valientes, combatientes que se enfrentaban a poderosos
gigantes. Es evidente que siguen estando borradas de la memoria histórica del
país, de los textos escolares, de los monumentos, de los símbolos nacionales,
de la vida cotidiana, ¡de la vida misma!
A pesar de 70 años nombrándonos feministas, continuamos siendo las
ninguneadas, las no reconocidas, las nadie en los espacios cotidianos, públicos
y políticos. Los magnánimos aportes que despliegan las mujeres en los
territorios por liberar el río de la transnacional, de la minera y de toda esta
dinámica de enclave que continúa estando vigente, fieles vasallos del sistema capitalista
con sus tentáculos extractivos. Las repercusiones y costos en contra de las
mujeres luchadoras y defensoras son pusilánimes, en un riesgo permanente de
perder la vida y ser asesinadas.
Cualquiera cuestionaría el último enunciado de este escrito, haciendo
énfasis en la Presidencia de la República de Honduras en la investidura de una
mujer. Aun tomando en cuenta ese hecho reciente, como un parteaguas en la larga
lista de hombres presidentes. En este momento, no se está haciendo referencia a
la política teniendo como única forma el gobiernocentrismo, sino a la política
para transformar, para abolir la esclavitud moderna, la injusticia y la
desigualdad.
Las repercusiones de esta violencia simbólica e histórica también tienen
repercusiones en la violencia contra las mujeres y en la profundización de su
brutalidad, la cual se ve reflejada en que Honduras, cuente con una de las
ciudades más peligrosas para ser mujeres como lo es el Distrito Central, las
masacres femicidas, la impunidad en los femicidios que asciende a más del 93% y
que la violencia doméstica sea el delito más denunciado.
Así como, que la violencia sexual sea un delito que afecta al 86 % de las
mujeres y las niñas. Esto solo para dar algunos elementos que reflejan, un
grave problema multidimensional en Honduras. Que no es preocupación del estado,
ni de las políticas públicas encaminadas a erradicar este problema, que les
pasa únicamente a las mujeres por solo el hecho de serlo, “el riesgo es ser
mujer en Honduras”.
Hoy estamos dando este paso, abrir un espacio en reporteros de investigación, que posicione la mirada feminista para cuestionar y repensar la realidad desde una mirada crítica. Y que mejor que en un espacio periodístico, que quiere transgredir el hecho, que también los espacios informativos y literarios estén siendo sitiados por las miradas masculinistas de los hombres escritores. Los cambios se realizan construyendo caminos para vencer las brechas y desigualdades. Hoy celebramos la posibilidad de tener una editorial feminista y abrir los caminos que difundan las voces de: escritoras, investigadoras, activistas, defensoras, periodistas, pensadoras y luchadoras de la vida y la transformación.
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