Resumen
El siguiente escrito viene a proporcionar diferentes esbozos históricos relacionados al proyecto institucional que rodeo a la fundación del Archivo Nacional tanto en el siglo XIX, XX y su actualidad. Haré énfasis en los precedentes históricos y posteriormente en un contexto general entrelazaré en los diferentes subcapítulos del texto momentos escogidos sobre su historia fundacional, disposiciones institucionales y gubernamentales, medios y trayectoria de la institución vistos desde su pasado hasta nuestros días.
Palabras claves: Archivo, Cultura, Historia Institucional, Historia Cultural, Instituto, Archivística, Conservación, Patrimonio documental.
Introducción
El Archivo Nacional de Honduras tuvo su lustre fundacional en el siglo XIX de la mano del entonces presidente Marco Aurelio Soto en una etapa histórico política denominada como el reformismo liberal o etapa liberal. En ese marco, tanto el pensamiento positivista como también el movimiento intelectual de la ilustración, influía en las mentes de los grandes obradores gubernamentales para el país en esa época. Personajes de la época como el ilustre Ramón Rosa Soto, Ángel Zúñiga Huete, y la figura más relevante para este caso, el presbítero Antonio Ramón Vallejo, quien fungiría como primer director del Archivo y Biblioteca Nacional en el año de 1880.
Estos funcionarios serían los encargados de llevar esas sobresalientes tareas, además de fomentar ideas sabias e intelectuales introducidas en las funciones públicas para la gobernanza del país. Resultado de ello fue la convicción por crear un ente estatal para el resguardo documental. Para ello, mediante acuerdo gubernativo el 11 de febrero y 5 de marzo de 1880 respectivamente, se estableció la instauración del Biblioteca y Archivo Nacional de Honduras. Meses después en pomposa inauguración el 27 de agosto de 1880 se apertura ambas entidades para el público en general.
En relación a ello, el siguiente escrito viene a presentar de manera general una reseña contextual de los diferentes procesos históricos de vida institucional concentrados en el Archivo Nacional. Estos procesos están básicamente en relación a los aspectos administrativos, iniciativas para adecuación del lugar, compromiso institucional del Estado y demás detalles conllevados en el resguardo y preservación documental para cuando la institución in situ sobrellevó en el pasado hasta en la actualidad.
Estos estudios merecen tener los acercamientos históricos-científicos y analíticos pertinentes ya que al ser un proceso histórico de larga data y de relevancia institucional nos encontramos con diferentes aristas que el ANH, conllevo desde su creación. Al ser una temática de mucha preeminencia se realizó un análisis general y sustancial. Entre ellas la averiguación de fuentes de primera mano y cotejo de bibliografía, como también de portales en línea para que den referencia sobre este hecho histórico y de esta manera poder analizar e interpretar el recorrido como dependencia del Estado a lo largo de todos estos años y que actualmente es un tema de relevancia e interés debido a su significado. Un aporte más para el estudio la historia institucional teniendo en cuenta que obra en la memoria y patrimonio documental de la nación hondureña.
- Primeras condiciones del Archivo Nacional de Honduras: acondicionamientos y su avance progresivo a finales del siglo XIX
En sus primeros años el Archivo Nacional fue creado conjuntamente con la Biblioteca Nacional. Estas instituciones en 1880 tenían un alojamiento compartido con la diferenciación que en sus funciones eran conllevadas por aparte, tanto en archivística documental y bibliotecología en un mismo establecimiento. Sin embargo, ambas instituciones no fueron el primer precedente institucional en mantener dichos oficios y funciones en el país. Existió un ente precursor que marcó el origen de ambas dependencias y que más tarde iniciarían con el proyecto encabezado por Marco Aurelio Soto, Ramón Rosa y Antonio Ramón Vallejo por el resguardo documental como bibliográfico.
En la ciudad de Comayagua, cuando esta lucía como capital del país, existió la entidad nombrada como Archivo Gubernamental o Archivo General del Gobierno (Central). Esta se encargaba de las funciones de administración de diferentes archivos coloniales y federales como los ya presentes u originados de carácter gubernamental, ya sean correspondencias, contratas, acuerdos, decretos y todo lo relacionado a lo ejecutivo. Estas documentaciones estaban bajo un resguardo preventivo y cuidadoso.
El Archivo General del Gobierno (Central) fungió en la clasificación archivística y resguardo de los documentos coloniales. Este ente precursor serviría de alegato tiempo después debido a que se instaba por la necesidad de crearse una institución del Estado que adecue y organice el acervo documental histórico puesto que con el paso del tiempo las instalaciones del Archivo General Central no estaban siendo las apropiadas para los fondos documentales y mucho de estos acervos se estaban echando a perder.
Con la antes mencionada creación del Archivo y Biblioteca Nacional; Antonio Ramón Vallejo, lucido licenciado y con muchas energías por obrar al patrimonio documental y bibliográfico, fue nombrado como el primer director mediante acuerdo nacional de Archivo Nacional un 5 de mayo del año 1880. Varias encomiendas funcionales se le establecieron como ser la recolección de “documentos manuscritos o impresos, establecimiento de un reglamento interno, búsqueda de donantes de colecciones de periódicos” entre otras sustanciales funciones. Para ello le sería de mucho provecho los antiguos expedientes que estuvieron alojados en Comayagua en el Archivo Central para una posterior clasificación, orden y disposición hacia los futuros usuarios e investigadores.
La ciudad de Comayagua fue en su momento un lugar propicio para mantener la documentación, tanto histórica como contemporánea; no existían factores exógenos o anticlimáticos que pusieran en riesgo los fondos documentales concurridos. En cambio, con el paso transgresor del tiempo, la documentación conservada por muchos años estaba empezando a generar preocupación debido a su antigüedad. Agregado a ello se manifestaba la intranquilidad sobre las condiciones poco viables ya sea por la edificación y la casi rescindida administración adecuada al documento al no fomentarse los principios sobre gestión archivística. Para ello, el gobierno de Marco Aurelio Soto se encargaría en obrar mediante la creación de un nuevo establecimiento que fortalezca el trabajo ya iniciado por el archivo gubernamental. La oportunidad se concretaría con el traslado de la capital de Honduras desde Comayagua a Tegucigalpa. Se estableció que para el año 1880 la ciudad de Comayagua no seguiría ostentando tal título para todo lo relacionado con el Gobierno Central. En consecuencia, Tegucigalpa se convertiría en la localidad de los poderes del Estado y demás instituciones entre ellos el Archivo y Biblioteca Nacional.
En ese sentido, las nuevas instalaciones del ya fundado e inaugurado Archivo y Biblioteca Nacional de Honduras después de su largo asunto del traslado, se ubicarían en primer lugar en lo que se conoció fueron las instalaciones de la Universidad Central en Tegucigalpa. Diez y nueve años más tarde las instalaciones del Archivo sufrirían otro traslado ahora en las oficinas del Cabildo de Tegucigalpa para el año 1899. Estas instalaciones proporcionaban espacios aproximados a los que un archivo tendría para su adecuación. A pesar de ello, el autor Fernando Carías, en su escrito Archivo Nacional de Honduras realiza una narrativa acerca del lugar y los incidentes que ocurrieron para ese entonces y comenta: “… con motivo del incendio que se produjo en una casa vecina al Cabildo (…) el pueblo acudió a salvar el archivo y en el desorden que se produjo, los documentos fueron arrojados en el atrio de la Iglesia Parroquial, hoy Catedral San Miguel de Heredia”. Posteriormente contextualiza que después del desastre mucho del acervo fue deteriorado y en mayor escala se perdió demasiada documentación histórica por la tragedia.
Debido a las constantes aseveraciones si el lugar era propicio para contener tal patrimonio, el Archivo posteriormente sufriría otros traslado (estos que serían recurrentes en otros años) debido a esta inquietud. Todo lo anterior aunado por no contar desde su creación con un edificio propio y no haberse manifestado en ese lapso políticas acerca de esta problemática infraestructural.
Ante esto es importante añadir que con la llegada del siglo XX recae el malestar de no poder solventar el porvenir de toda la documentación, sobre todo en adecuarlo en un sitio fijo. Esta situación que se seguiría sobrellevando en la segunda mitad de la vigésima centuria.
En suma, estas serían las iniciales y principales peripecias que contaba el Archivo Nacional y Biblioteca desde sus albores y que a la larga incursionarían en constantes alteraciones que evolucionarían a futuro en un desinterés estatal en el caso presupuestal para optar en mejores condiciones, como también sucedía con las reubicaciones de sus órdenes e inspección ministerial pasando por diferentes Secretarías de Estado.
- Medios y disposiciones generales del Archivo Nacional de Honduras en el siglo XX
Durante la primera década del siglo XX, la gestión y promoción del Archivo Nacional se vio mermada debido a readecuaciones del lugar, las anteriores pérdidas del tesoro documental, pero que en su mayoría estarían sujetas a lo largo de las siguientes décadas donde fueron generalmente relacionadas a la problemática de no contar con una infraestructura propia.
Una disposición gubernamental que se aligero a principios de siglo fue la que se instauro en el año de 1906 con el gobierno del General Manuel Bonilla con respecto a las instalaciones del Archivo y Biblioteca. Se menciona la reinstalación a un nuevo edificio de todo el tesoro documental y bibliográfico, “el edifico en mención se encontraba en un lugar muy céntrico de la capital, frente al local que ocupaba la Casa Uhler. La inauguración fue el 1° de marzo de 1906 y conto con la presencia del presidente Bonilla”. Esta nueva adecuación del Archivo permitió que al mismo tiempo la dependencia geste sus aconteceres usando un medio difusor. Asociado a ello se dio la iniciativa para impulsar un medio escrito que propagara los eventos de vida institucional y demás aspectos.
Para ese entonces mediante el proceso de desarrollo institucional se buscaron los medios posibles para promocionar la entidad. La posibilidad más cercana era de crear un medio escrito, una revista que detallará los diferentes acontecimientos pertenecidos al Archivo Nacional y Biblioteca. Tópicos que irían concernientes a historia (crónicas y reseñas), tradiciones, cultura, publicaciones y promoción de la vida institucional a lo interno de la dependencia.
El órgano difusor se le conoció bajo el nombre de la Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales editado un 10 de noviembre del año 1904 y dirigidas en ese entonces por el director, Licenciado Esteban Guardiola, quien estaría delegado en este cargo por muchos años. Empero, para el año 1927, mediante acuerdo del poder Ejecutivo n-516 del 25 de mayo del año citado se conjunta con la Sociedad de Geografía e Historia de Honduras en una oportuna asociación debido a los conocedores de la materia o ciencia además que esta sociedad funciona independientemente del Archivo Nacional, pero que aun así se involucrarían en difundir los ejemplares. El director Esteban Guardiola precisó también en publicar documentos históricos a lo largo de toda su dirección por medio de dicha revista. Los documentos publicados irían relacionados a lo histórico, político, administrativo, religioso, aspectos sociales, algunas transcripciones, particularidades en demarcaciones territoriales del país, entre otros.
Su dedicación a la revista duro seis años, desde 1904 a 1909, pero luego mantuvo un largo hiato de 18 años. La revista se reincorpora a sus ediciones nuevamente en los años 1927, 1954 y 1955, representado así un segundo esfuerzo. Posteriormente existieron más voluntades por mantener las ediciones en vigor. Sin embargo, en los años 1967 hasta 1974 se daría tercer esfuerzo por consolidar las ediciones en cada respectivo año para dar paso después a otra larga pausa de 16 años sin publicaciones.
Bajo estas condiciones se mantenía las diferentes ediciones de la revista siendo el principal medio académico e informativo de la institución para esos años. No obstante, estos esfuerzos por procurar la difusión se darían en una nueva oportunidad hasta el año 1990 dando como resultado tres años más de ediciones hasta el año 1992 para la postre dar paso un nuevo hiato hasta el año 2001 con el producto de solo haberse editado una nueva edición bajo el nombre de Anales del Archivo Nacional de Honduras.
Por consiguiente, muchas de las publicaciones tenían como intención fomentar estudios narrados desde una percepción muy característica con tonos que promueven nuestra herencia cultural de los pueblos acumuladas con amor, paciencia y desvelo por las ciencias y las artes, en especial, por la divulgación usando este medio difusor archivístico y bibliotecario en Honduras. De modo que estas ediciones nos relatan muchas de la vida administrativa dentro de la institución, como también columnas o artículos detallando los desarrollos archivísticos e historia cultural como premisa.
A propósito de la producción de estas ediciones, si bien sus escritos eran relatados desde una visión cultural, el tipo de historia escrita que se produjo en las revistas fue totalmente narrativa y estaba bien caracterizada en muchos de sus diferentes artículos, temáticas o publicaciones. Esto se puede notar en uno de los artículos de la Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales del año 1938 intitulado Reflexiones sobre las Leyes de Indias donde se opina acerca del tema y la disposición que se estaban suscitando con la legislación de la Corona Española: “…pero dentro de lo temporal los celos y la rivalidad surgen pronto entre virreyes y audiencias, y en éstas la facultad de intitularse del Consejo de Indias, que no se consentirá el alto cuerpo llevando al eco de su indignación al Bosque de Segovia el 3 de septiembre de 1565 (…)”. En el párrafo citado anteriormente se denota que la escritura publicada en los ejemplares devenía desde una perspectiva ideológica liberal por parte de las y los autores en esos años. Es decir, muchos de las redacciones estaban marcadas por un positivismo tardío que en su mayoría daban hincapié a un discurso con una actitud realista y práctica, pero obtusa ante los hechos históricos.
Diversas divulgaciones escritas en la revista irían en su conjunto enmarcadas desde esa perspectiva liberal. Aunque en la mayoría de los escritos exista un análisis basado de diferentes aspectos referenciales como ser años, datos alusivos y nombres de personajes en todo su contenido no existe crítica al respecto y mostraba una interpretación parcial. La narrativa o el texto en si esta ordenado cronológicamente, se denota un análisis per se, pero tiene una divergencia debido a la ausencia de crítica social, como también de autocrítica. En su mayoría, muchos de los escritores de esa época escribían de manera empírica, aunque casi ninguno tenía la formación en historia.
A su vez, otro de los acontecimientos que también incidía como una disposición del Archivo en materia de evolución de la archivística es que estuvo determinada por la profesionalización de sus funcionarios en los siguientes años. Posiblemente la primera década del siglo XX fue totalmente práctica, basada en el aprendizaje efectivo de organizar documentos. No obstante, en la segunda mitad del siglo XX, esto fue cambiando en la medida que algunas personas se capacitaron en archivística. En este contexto, aparecen profesionales del campo de la Historia que incidieron en el funcionamiento del Archivo Nacional a partir de ello se vieron involucrados a finales de siglo en la dirección de la institución.
Por otro lado, es importante señalar otra disposición que el establecimiento obtuvo mediante los diferentes gobiernos a los cuales se regía. Estos preceptos del Estado fueron parte del proceso de funcionalidad del ente que ha sabido sobrevivir con el paso de los años. En retrospectiva, el Archivo Nacional pasó de pertenecer de un órgano administrativo inicial que fue la Secretaria de Gobernación, Justicia y Negocios Eclesiásticos en 1880 bajo la responsabilidad de Ramón Rosa Soto como secretario de ese ministerio trasladándose a otras Secretarias con el pasar de las décadas.
Las disposiciones iniciales la Secretaria de Gobernación, Justica y Negocios Eclesiásticos fueron predominantes ya que se dieron los primeros hitos de la institución gracias al empeño y pasión al resguardo del documento que también manifestaba Rosa. Alusivo a ello, en su discurso inaugural Conciencia del Pasado, Rosa establece varios de sus pensamientos ligados a la conservación documental visionados desde la cultura y que deben predominar en la sociedad. Al mismo tiempo exhortaba su anhelo por la morada del acervo. Su deseo porque tengamos conciencia como sociedad y la aspiración por un establecimiento correcto en aras del cuidado de la memoria documental del país.
Para el primer y segundo cuarto del siglo XX, el Archivo Nacional pasaría a ser acuerpado por otra cartera ministerial, en este caso, el ministerio de Instrucción Pública. Para ese entonces la institución contó con suficiente apoyo presupuestal que no escatimaba en otros gastos. En esos años se daría el primer paso institucional para consolidar desde ya la separación del Archivo Nacional de la Biblioteca. Teniendo en cuenta lo anterior la Dra. Mélida Velázquez comenta más al respecto y hace mención de un importante dato y especifica que “hasta el 16 de junio de 1949 permaneció el Archivo funcionando junto a la Biblioteca Nacional. Por acuerdo de esta fecha emitido por el Ministerio de Educación Pública empezó a funcionar con total independencia de la Biblioteca”.
Con el ocurrir de los siguientes años, el Archivo Nacional no mermaría en su funcionalidad para el servicio a la sociedad esto a pesar de los notables deterioros que ya empezaba a sufrir su infraestructura. Es de hecho que para el año 1953, en un informe laboral enviado al ministro de Educación Pública y publicado en la Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales ofrecido por el entonces director, Fernando Carias, establece las deficiencias que tenía el Archivo Nacional en sus antiguos establecimientos. Especifica que en muchos de sus anteriores informes venía manifestando tal situación tal como esclarece la edición de ese año:
“En mis informes anteriores de 1949-50, 1950-51 y 1951-52 hice referencias respecto al estado deplorable del edificio que ocupaba el Archivo Nacional y de la indefensión y desarreglo en que se mantienen los documentos históricos.
Al respecto, Ud. tiene pleno conocimiento de esas deficiencias, y como un principio a remediarlas, esa superioridad por Acuerdo N- 1033 de 13 de octubre de 1952, acordó la erogación de la cantidad de (L. 85.000.00) OCHENTA Y CINCO MIL LEMPIRAS, suma con la cual se obtuvo por compra a doña Josefina Zelaya de Weitmer una casa de dos pisos contigua al lado norte con el viejo edificio de la Biblioteca Nacional.”
Este traslado se dio para contener los daños ya dados en el anterior sitio. Con la erogación obtenida se suministró de diferentes acondicionamientos y ampliar comodidades para los diferentes estantes con la amplia documentación histórica contenida. Se escogió un sitio con las normas de construcción para un Archivo y se examinaba la idea de sustituir los enceres antiguos (madera de ocote) para ser sustituidos por un mobiliario moderno. Este nuevo local contaría con una distribución de las unidades del archivo las cuales fueron: Departamentos de Sala de Lectura (Diferente documentación hemerográfica), Sección o departamento de Títulos de Tierras, Sección de Canjes, Oficina encargada de las publicaciones de periódicos, revistas y otros géneros de publicaciones tanto pasadas como recientes, Encuadernación de libros y sección de microfotografía, esta última que nunca tuvo funcionalidad como tal por falta de insumos y equipo.
La segunda mitad de siglo en cuestión se suscitó hasta cuatro traslados en diferentes edificios. Esto promovía al peor de los escenarios para el patrimonio documental ya que, en interpretación de las magnas palabras de Lic. Vallejo, el peor enemigo del Archivo es no contar con un local propio, de hacerse traslados y donde no more adecuadamente el material histórico de manera organizada.
Estas consideraciones acerca de promover el no traslado de la documentación histórica no serían fortuitas. Mucho del tesoro documental del archivo se dañaría o en el infame de los casos, se perdería, debido a las gestiones de readecuación y los constantes traslados que en general ocurrían cada 10 años aproximadamente.
Mediante las nuevas transformaciones, el Archivo Nacional de Honduras devenía de tener un progreso lento y en su mayoría fue un desarrollo estable para su principal labor orientada al resguardo, conservación, acceso al documento o material histórico y por supuesto, la difusión archivística. Ya para el tercer cuarto del siglo XX, nuevas expectativas se comenzaban a ir gestando con respecto a nuevas alternativas acerca de adecuación y gestión documental; verbigracia de ello serían nuevas instalaciones con sus respetivos traslados y lo referente a las misiones por organizar y modernizar la institución.
- El Archivo Nacional de Honduras “Antonio Ramón Vallejo”: Medidas y transformaciones documentales en su actualidad
En el año 1963 se producía una etapa convulsa en la política nacional. Para aquel momento Ramón Villeda Morales era el presidente del país, pero mediante un golpe de Estado orquestado y justificado por el poder Militar acusaron al candidato presidencial liberal de acciones ilegales y propiciar una guerra civil. De esta manera se quebrantó el orden gubernamental de facto y se instituye un gobierno de corte militar encabezado por el dictador Osvaldo López Arellano.
La administración de Arellano se mantendría en el poder en dos periodos, desde 1963 a 1965, y, de 1965 a 1971, que sumados darían en su totalidad ocho años de gobierno. En esos años muchas de las políticas hacia el Archivo Nacional estaban bajo la disposición y autoridad del Ministerio de Cultura y Turismo donde varias políticas funcionales para la dependencia venían siendo las mismas de años anteriores. En sí, estas funciones fueron concretadas en las diversas ocupaciones de la institución que principalmente estaban enfocadas en la conservación de fondos documentales y la pulcra labor por su preservación. Todo lo anterior no era nada novedoso para la institución y muchas de las alternativas funcionales y proyectos de modernización estaban suspendidos debido a la incursión del presupuesto general en otras obras.
En cambio, justamente en el año 1963 se produce la decisión de trasladar al Archivo Nacional para compartir junto a la Biblioteca Nacional en un solo inmueble donde actualmente se ubica el Museo Casa Morazán, lugar donde se ha apreciado que fue el nacimiento de Francisco Morazán Quezada.
Los antecedentes apuntan a que el Estado había adquirido tal edificio para una futura instalación del acervo documental y bibliográfico del país desde el año 1954 y así fomentar los valores culturales y patrióticos en un mismo lugar. Para ofrecer detalles y un poco de su historia de los eventos posteriores que nos indican el porvenir de tal lugar, a continuación, en el siguiente apartado se contextualiza a lo referido:
“La Casa Morazán, está situada en la avenida Cristóbal Colón, en el corazón del centro histórico de Tegucigalpa, fue construida en 1761, cuenta con casi 260 años de historia, sus dueñas fueron Gregoria y Mariana Morataya, ellas eran originarias de Cataluña, España; fallecieron nueve años después y heredaron la casa a Antonio Josep Lozano. Posteriormente, en 1792 la familia Morazán se mudó a vivir al inmueble y permaneció ahí por más de 50 años, se conoce que después el inmueble tuvo distintos dueños; pero fue hasta 1954 cuando el Estado de Honduras, decidió comprar la vivienda, para convertirla en Biblioteca y Archivo Nacional.”
Con el establecimiento de ambas instituciones en el nuevo local se preveía preceptos de ordenamiento para el Archivo. Sin embargo, si bien el local reunía los requisitos establecidos para ocupar sus funciones, traían consigo una serie de problemas y consecuencias que desde el surgimiento de estas entidades se antecedía, tales como ser la perjudicial migración de los documentos, el constante movimiento de los fondos, mal manejo de los enseres y perdida documental por la mala gestión del patrimonio. Es importante recalcar que durante este traslado muchos de los expedientes con documentos históricos, legajos y clasificaciones se perdieron y otros fueron confundidos y dañados debido al traslado.
Más de algún documento no se ubicó en sus lugares correspondientes, embrollando las correlaciones y en varias oportunidades durante la década de los setentas los gobiernos militares hacían ocupación y depuración de estos archivos los cuales daban como resultado una pérdida irreparable debido a la destrucción, despojo y alto hurto del acervo de la nación.
No fue hasta el año 1996, en pleno orden constitucional y durante la gestión del Gobernante hondureño Carlos Roberto Reina intercedidos por el Ministerio de Cultura, Artes y Deportes que se decreta mediante el Poder Legislativo bajo el “N 218-96 de fecha 16 de diciembre de 1996, la entidad responsable de la actividad cultural, artística y deportiva del Estado, se denomina Secretaría de Cultura, Artes y Deportes. De acuerdo con lo establecido en el Reglamento de Organización, Funcionamiento y Competencia del Poder Ejecutivo, se ha encomendado a esta Secretaría la formulación, coordinación, ejecución y evaluación de políticas referentes a la investigación, rescate, salvaguarda y difusión del patrimonio cultural de la nación”. La finalidad del decreto es con mantener el grado de importancia científica del documento histórico y el eventual destino de este para su rescate, protección y conservación.
Algo similar ocurre en el año 1997 cuando se decreta la Ley para la Protección del Patrimonio Cultural de la Nación bajo Decreto legislativo 220-97 donde se establece diferentes consideraciones al patrimonio cultural de las naciones y en específico hacia los fondos documentales y biográficos los cuales están implícitos los archivos. Esta Ley defiende y ampara los bienes culturales que por sus características tanto antropológicas como históricas brindan un verdadero valor íntegro de los orígenes históricos y evidentemente en la divulgación para el conocimiento de la ciudadanía.
Con el pasar de los años, el Estado hondureño anunciaría en un plan desarrollado desde el año 2006. El propósito del plan era concerniente en la creación de un centro documental para la investigación histórico científica. La propuesta básicamente vendría a promover un local donde convergerían tanto el Archivo Etnohistórico y Biblioteca del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH) junto al Archivo Nacional de Honduras. El 30 de abril del año 2007 con los esfuerzos y anhelos concretados por el entonces Ministro de Cultura, Artes y Deportes, Rodolfo Fasquelle, se crea el Centro de Documentación de Investigaciones Históricas de Honduras (CDIHH) y con la diferencia que se sufriría una nueva mudanza del Archivo Nacional con rumbo a la Antigua Casa Presidencial ubicada en el Paseo Marco A. Soto y calle Mendieta del Centro Histórico.
Parte de la creación y función del convenio, además de pertenecer al CDIHH, fue para otorgar disposición y grata adecuación del acervo del Archivo Nacional para la sociedad hondureña dentro del recinto. En un principio se le brindo varias oficinas, pero con el tiempo estas se redujeron a solo 4 unidades, una compartida desde el año 2010 entre las cuales son el Salón de Lectura Colonial junto a la Unidad de Digitalización. Compaginado a ello, si bien la intención del nuevo lugar del Archivo era con buenos propósitos, los espacios requeridos no soportarían el paso del tiempo y darían como resultado un sitio que de a poco reuniría lo apropiado tanto en acondicionamiento, adecuación, climatización entre otros puntos.
En lo relacionado a su traslado del año 2007 fue una tediosa tarea y prácticamente una faena muy ardua. Pero gracias a la gestión de la entonces directora Dra. Melida Velázquez se hizo de un sostenible y debido proceso a pesar de las limitaciones tales fueron el reducido personal, los medios en que se desarrolló el traslado (disposición de un pequeño camión) y la colaboración de personal voluntario que no era técnico, pero que agilizo de alguna manera la mudanza.
El Archivo Nacional de Honduras padecería un nuevo cambio externo que no apuntaba al objetivo que por años se trazó concerniente al desarrollo de la archivística en la institución y su gestión. Lamentablemente en el año 2014 su suscitaría la degradación de la Secretaria de Cultura, Artes y Deportes reduciéndola a una dirección de Estado. Con ello muchos problemas se avecinarían para la dependencia tales como menos capacidad de acción por parte de la recién creada Dirección de Cultura, Artes y Deportes, reducción a la inversión del patrimonio cultural, reajustes constantes al desarrollo de la cultura de archivo. Estos factores traerían consigo poca financiación en las dependencias que regía la DCAD mermando así el presupuesto, salarios y procesos de modernización interna dejando al Archivo Nacional marginado de un avance pronunciable.
A propósito, un aspecto positivo dentro de las transformaciones que recibiría el ANH es que alrededor del año 2009 se pensaba en bautizar a la institución con el nombre del presbítero Antonio Ramón Vallejo. La decisión se haría un 10 de agosto de ese mismo año.
Con respecto a esta positiva medida para la imagen y nombre del Archivo Nacional, la sociedad hondureña estaba en deuda con el valor y significado de lo que es contar con un Archivo Nacional. El hecho de construir una identidad nacional y resguardo de nuestro pasado histórico por medio del patrimonio documental en sus más de 100 años de labor y gestión servirían de justo indicador para hacer conciencia y rendir homenaje al insigne historiógrafo hondureño.
Se presume que para el intervalo de años entre 2015 – 2017 mediante resolución de la entonces Dirección de Cultura, Arte y Deportes se le concede el nombre al Archivo haciendo de esta forma una distinción a la dependencia con el nombre del antes mencionado personaje debido a su amplia pionera gestión en la archivística y por su destacada labor como el primer director del Archivo y Biblioteca Nacional.
Seguidamente, si bien la entidad mantiene a flote su misión a pesar de los escasos recursos y de los cuestionables degradaciones pasadas queda mencionar que su tarea es inmensa y se tienen que implementar las debidas gestiones para no desmejorar lo poco que en lo últimos años se ha logrado. El Estado de a poco se iría vinculando para incluir en su agenda los tópicos culturales y entre ellos la preservación de nuestro patrimonio. En el año 2022 desaparece la DCAD para elevarse a estatus de Secretaria bajo un nuevo nombre: Secretaria de las Culturas, las Artes y los Patrimonios de los Pueblos de Honduras (SECAPPH) encabezadas por la Ministra Dra. Anarella Vélez y precedidos por la gobernante hondureña Iris Xiomara Castro. Esta elevación de Estado trae consigo la inmejorable y oportuna situación donde se establece que la inversión, resguardo, gestión y rescate al patrimonio del país es uno de sus principales objetivos.
En ese contexto, actualmente el director del ANH, Lic. Josué Sevilla, ha incorporado nuevos mecanismos orientados desde la SECAPPH para las diferentes tareas dentro de la dependencia. Para ello ha desempolvado lo que había sido una institución prácticamente ignorada por la población y no se especula en proyectar diversas gestiones para levantar el Archivo Nacional.
En lo que lleva de su gestión se ha vinculado a la sociedad y centros educativos mediante las plataformas en la web como ser las redes sociales. Esta herramienta ha sido útil porque desde allí se promociona y publica todo lo relacionado a la vida institucional y proyectos a fin. Además, que la actual dirección del Archivo ha empezado diferentes labores concernientes a evaluación interna correspondidas en revisión de índices, observación de los diferentes espacios y ejecución de un proceso de inventario de la documentación histórica. Parte fundamental de las nuevas labores también son la producción de nuevos índices elaborados por el personal. Cabe señalar la estimación por una apuesta con la cooperación internacional para obtener diversas formas de adquirir insumos, equipo y material.
Los esfuerzos son variados en la actualidad y aunque muchos estén pertenecidos a lo interno del ANH, otras disposiciones también están sujetas a la generación de alianzas estratégicas y vinculación con los distintos archivos institucionales a través de capacitación.
Hasta la fecha se prosiguen con este enfoque funcional y se espera obtener grandes resultados con el devenir de los futuros retos a los cuales la entidad ha sabido sobrevivir y superar precisamente por su amplio empeño por la preservación documental.
- Reflexiones finales
- Es importante trazar una línea cronológica de los principales procesos en que se desarrolló el Archivo Nacional de Honduras para así conocer las diferentes circunstancias que sostuvo tal institución; de esta forma darnos una idea que en la actualidad muchas cosas no han cambiado, ejemplo de ello siempre la falta de instalaciones propias y la paupérrima inversión acontecida en diferentes momentos de su historia institucional.
- Antonio Ramón Vallejo, figura intelectual de la época, acérrimo apasionado por la historiografía y la preservación del documento y primer director del Archivo y Biblioteca de Honduras, dejo un gran legado asociado a su obra y pasión por la gestión documental. Diversidad de faenas, investigaciones científicas e interpretación de las coyunturas históricas mediante el documento, lo que se conoce como fuente de primera mano, se lo debemos a su intervención a la cual los hondureños/as le tenemos una deuda de gratitud. De ahí su bautizo llevando su nombre conjuntamente con el de la institución.
- El enemigo principal de los diferentes fondos documentales históricos del país siempre será el traslado constante. Para el ANH, desde tiempo atrás, esta variante dejaría huellas execrables en diferentes disposiciones administrativas dando como consecuencia la pérdida del tesoro documental.
- El Archivo Nacional pasó por diferentes Ministerios desde su fundación. Dichas situaciones han sido positivas porque si bien haya sido acuerpado por algún ministerio esto ayudo a que la institución perdurara en el tiempo.
- Las disposiciones hacia el ANH en el siglo XX, aunque algunas fueron regresivas, en muchos de estos esfuerzos positivos se vieron involucrados en dotar de personal capacitado en la segunda mitad de siglo, incluyendo creación de nuevos oficios, unidades y funciones. Con ello la institución contaría con un personal más esmerado y por supuesto más desempeñado para las diversas tareas en preservar la memoria documental.
- Las readecuaciones, tragedias (incendios o inundaciones), intervención de los antiguos gobiernos militares, falta de involucramiento por parte de la sociedad hondureña y el detrimento en el apoyo cultural por parte del Estado referido a la gestión del documento fueron un desliz y retroceso ya que en varios momentos de nuestra historia se hacía énfasis en el desdén provocado por estas causas.
- Si bien existieron iniciativas y decretos de Ley y varias gestiones a favor de la preservación documental y bibliográfica, muchas de estas llegaban muy tarde. Caso de esto fue el obtener un local conforme y adecuado como lo ocurrido en las formales gestiones y sus respectivos traslados de la entidad en los años 1905, 1954 y 1963, y que este establecimiento le pertenezca a perpetuidad. Situación que en la actualidad se sigue manifestando.
- Las expectativas son grandes para que a futuro el ANH crezca y se desarrolle a gran escala. Muchos de los deseos van dirigidos en organizar, conservar y dotar a cabalidad la documentación histórica, pero con la variante de que se logre incentivar la inversión de la digitalización en su totalidad porque es uno de los preceptos a los va encaminado.
- Finalmente, mi trabajo solo hace una exploración general de los diferentes procesos de transformación administrativa ligados únicamente al Archivo Nacional. Muchos momentos históricos que trascendieron como ser los embates climatológicos ocurridos en el siglo XX (Huracanes Fifí y Mitch) no son aproximados en este texto porque no eran parte de la problemática de mi investigación. No obstante, queda la temática abierta para ser abordada en otra oportunidad desde otros enfoques ya sean relacionados en otros tópicos.
Referencias:
1) Fuentes primarias
- Acuerdo Nacional de nombramiento de Antonio R. Vallejo como primer director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Honduras. Año 1880. Documento ubicado en el Fondo Colonial del ANH. Caja Única, documentos originales del Presbítero Antonio Ramón Vallejo.
- Ley para la Protección del Patrimonio Cultural de la Nación. IHAH. Año: 2018. ENAG, Tegucigalpa, Honduras.
2) Fuentes secundarias
- Revista de Archivo y Bibliotecas Nacionales. Órgano de la Sociedad de Geografía e Historia de Honduras. Tomo XVII. Tegucigalpa, 31 de julio de 1938.
- Revista Yaxkin, IHAH, Vol. XXIII. Como se citó en: Martínez, Yesenia. Artículo: El Centro Documental de Investigaciones Históricas de Honduras, 2007. Tegucigalpa, Honduras.
- Revista Yaxkin, IHAH, Vol. XXIII. Rosa Mélida Velázquez. Artículo: Reseña Histórica del Archivo Nacional de Honduras. 2007. Tegucigalpa, Honduras.
- Revista de Archivo y Bibliotecas Nacionales. Órgano de la Sociedad de Geografía e Historia de Honduras. Tomo XXXII. Informe, del Director del Archivo Nacional hacia el Ministro de Educación Pública, 18 de julio de 1953. Tegucigalpa, Mayo y junio de 1954. (Consultado en Fondo Documental Histórico “Manuel J. Fajardo”, Ciudad Universitaria, UNAH).
3) Fuentes bibliográficas
- Carías, Marcos. Ramón Rosa: Obra Escogida. Editorial Guaymuras, 1981. Tegucigalpa, Honduras.
4) Fuentes de páginas web
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