9 de marzo de 2018
Por Iris Mencía
La lucha por defender el río es firme y cualquier atentado por esa lucha es responsabilidad del Régimen y de las empresas invasoras.
Tegucigalpa, Honduras. La población de Reitoca, 7.600 personas indígenas Lencas, llamó nuevamente a la solidaridad nacional e internacional para proteger su única posibilidad de sobrevivencia: el agua de su río grande que ha ido disminuyendo su caudal por la intentona de un proyecto hidroeléctrico de capital italiano, Progersa asociada a la empresa Sermaco.
No sólo Reitoca, al sur del departamento de Francisco Morazán se ve afectada sino también poblados alrededor como Pespire y la Venta entre otros, se habla de daños a más de 23 mil personas, flora, fauna y un largo etcétera.
Un proyecto hidroeléctrico en las aguas del río grande puede calificarse como genocidio, coincidieron las voces en conferencia de prensa la mañana del viernes 9 de marzo, en la sede de COFADEH. Y desde ya, responsabilizan por cualquier atentado a sus vidas al régimen de Juan Hernández y a las empresas mencionadas, Progersa y Semarco.
La defensa del agua de este otrora caudaloso Río, tiene víctimas por manos criminales.
El 30 de enero pasado los militares dispararon bala viva para desalojar a la gente que cada día acampa en las riberas del río, protegiéndolo.
Miriam Osorto, mostró esta mañana en el marco de la conferencia de prensa, la cicatriz abierta por herida de bala en su pantorrilla izquierda. Otra de las personas afectadas por bala viva aún no se recupera del todo tampoco.
La población de Reitoca es indígena y su tierra tiene título comunitario otorgado por el rey español conocido como Felipe de Castilla, del tiempo de la vieja colonia desde el año 1736.
Esto y su etnicidad deberían proteger a esta comunidad lenca conforme al convenio 169 de pueblos indígenas y tribales como dueños originarios y obligatoriedad de la consulta sobre programas y proyectos a realizarse en sus tierras, sin embargo se lo han pasado por en medio de las piernas.
Más de cincuenta días tiene este pueblo “pacifico pero valiente”, de resistir violencia, disparos, militarización, sobrevuelo de helicópteros, intentos sutiles de sobornos a la comunidad, hostilidad en todos los sentidos río abajo río arriba del río grande.
No hay un comité, no es una organización no gubernamental, no es una fundación, es un pueblo unido que sabe que sin el río no sobrevivirá, es su única fuente de agua para todos sus rubros y con sus aguas, sobrevive el crudo verano desde octubre hasta mayo.
Para sus habitantes el río es sagrado porque de él viven y viven. ¿Si lo privatizan y entuban, como van a sobrevivir?
¿Si no tienen el río qué caso tiene vivir? Se preguntan y responden pronto “Sencillamente eso no puede ser”
Tienen 55 días de permanecer a la orilla del río, cada día, dos víctimas de bala e intimidaciones constantes, amenazas de desalojo.
Hoy hablaron los pobladores, hombres mayores y curtidos con lágrimas en sus ojos, con la voz quebrada, sin enojo ni amenazas y sus voces fueron esta mañana un clamor, un grito de auxilio para que se les acompañe porque si el río Grande muere/ muere la población que de él vive como han muerto los peces igual que extinguido la flora. “No hay sentido común de lo que es desarrollo” –dijo Berta Oliva del COFADEH que les brinda acompañamiento en materia de derechos humanos.
Reitoca se mantiene firme. Es su tierra y es su río, solo piden que el resto del pueblo les acompañe y la comunidad internacional les acuerpe como una exigencia al derecho fundamental de la vida.
El llamado fue claro y firme y sus voces son de las más auténticas que se hayan escuchado en una conferencia de prensa.