Por Carlos J. Alvarado

Tegucigalpa, Honduras. Con regularidad las portadas de los periódicos y titulares de los medios de comunicación “más importantes” del país, informan sobre los tan trillados operativos de “limpieza” que los elementos uniformados desarrollan en los centros penales de la nación.

A lo largo de los años como periodista, he optado por pasar por desapercibido este tipo de contenidos informativos, no por ser menos importantes, realmente no son importantes.

Se han convertido en una especie de entretenimiento para los espectadores, a los que les vuelve quizá, un poco la calma después de tantos desórdenes registrados en la sociedad que nos tocó vivir.

Decomiso de drogas, dinero y armas son de nueva cuenta los resultados obtenidos en los mencionados operativos, pero nunca un culpable de permitir el acceso.

En tal sentido, queda claramente evidenciado que lo desarrollado en esas fallidas operaciones, es más y más de lo mismo, sin resultados por el alto grado de reincidencia.

Un sistema penitenciario vulnerado, permeado por cómplices de los criminales que hacen de las suyas estando encerrados; como si estar preso es un refugio para su cúmulo de delitos.

El Estado, que por ahora no ha logrado consolidar una política penitenciaria robusta, mantiene una ascendente deuda con la seguridad del país.  Sumado a ello, el control absoluto que los delincuentes en los penales, infunden a los  directores y agentes penitenciarios.

En definitiva, no creo que a estas alturas del partido, haya tantos ciudadanos ingenuos que se crean lo que al principio denominé, “entretenimiento para los espectadores”.

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