LA ATALAYA DE LA CIA EN HONDURAS
1 DICIEMBRE, 1984
Brian Berger ( )
Treinta millas al sur de Tegucigalpa, capital de Honduras, sobre la segunda montaña más alta del país, se encuentra un centro ultrasecreto de espionaje comandado por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. El Centro de Control y Observación de Fuego Aéreo forma parte de la inteligencia militar norteamericana que rápidamente expande su presencia en Honduras, nación que ha sido transformada en el centro nervioso de las operaciones militares de Estados Unidos en Centroamérica. Conocido allí por los consejeros militares y la CIA como “Cima Zanahoria”, el sitio está rodeado por campos minados e interminables alambrados y cordones de púas. Con semejantes medios, los operadores de radar tienen una “vista” electrónica libre de obstrucciones al sur y al oeste de Honduras, de El Salvador y de gran parte de Nicaragua.
La “Cima Zanahoria” es tan secreta que parte del personal militar de los Estados Unidos, incluidos los pilotos, ignoran que las instalaciones de espionaje fueron trasladadas, en noviembre pasado, del Cerro de Hule a la cercana montaña Isopo, ya que las cumbres más próximas obstruían la “visión”. Hace poco, un grupo de reporteros buscó la entrada al sitio en cuestión, pero fue rechazado por tropas de la armada hondureña, las cuales guardan el perímetro que rodea el centro de espionaje a lo largo de campos minados. Sin embargo, algunas entrevistas con varios pilotos militares y de la CIA, así como con técnicos y controladores del tránsito aéreo arrojan alguna luz sobre las instalaciones secretas y el papel que desempeñan en la acumulación progresiva de fuerzas militares que se lleva a cabo en Honduras.
Este centro de espionaje, dotado con lo más granado y novedoso de la tecnología moderna, es capaz de conectar simultáneamente dispositivos electrónicos de audición ubicados bajo tierra, aviones espía y satélites, aviones de control y vigilancia aérea, y tropas de combate en tierra que portan radios conectados a los satélites. Los técnicos de “Cima Zanahoria” (con un apoyo de inteligencia militar electrónica a la mano integrada por un nuevo proceso que fusiona datos tácticos de varias fuentes en una sola imagen) pueden dirigir tropas en tierra y en mar durante una operación de combate.
El centro de espionaje dirige rutinariamente la vigilancia de la guerra fronteriza promovida por Estados Unidos contra el gobierno sandinista en Nicaragua. Un ayudante del senador James Sasser, luego de una visita al paraje, describió cómo podían los técnicos “vigilar” desde sus pantallas las escaramuzas en la frontera. De acuerdo con varias fuentes, esto se logra recibiendo información por medio de los dispositivos sepultados en tierra a lo largo de la frontera entre Honduras y Nicaragua, gracias al personal de la Armada norteamericana de Fuerzas Especiales, por medio de satélites ubicados sobre Centroamérica y por aviones espías que hacen continuas incursiones en el espacio aéreo nicaragüense. Incluso localizan vuelos militares y de la CIA a través de la región. “Zanahoria no es realmente parte de las maniobras militares de Estados Unidos en Honduras”, dijo un especialista en comunicaciones de la base aérea de Palmerola, “es para ir tras los chicos malos”.
A principios de febrero, el Pentágono anunció la llegada a Honduras de una unidad de inteligencia militar de 300 elementos, muchos de los cuales ahora realizan vuelos diarios en misión de reconocimiento hacia el Salvador, en aviones OV-1 Mohawk, y refuerzan directamente a las tropas del gobierno salvadoreño apoyadas por Estados Unidos. Utilizando un radar que mira hacia adelante y hacia los lados, y tecnología infrarroja, los equipos (formados por dos hombres cada uno) detectan y localizan movimientos de los rebeldes y comunican la información recibida a la jefatura que comanda en San Salvador, donde un consejero norteamericano transmite los datos a través de la red militar de radio al jefe de operaciones en el área. Se ha reportado que algunos de los OV-1 han sido atacados por fuego enemigo mientras sobrevolaban El Salvador. Sin embargo, un oficial del Pentágono sostiene que los vuelos no violan las restricciones del congreso en cuanto a la prohibición de un combate directo perpetrado por tropas norteamericanas en El Salvador, ya que dichos aviones “no van armados”.
Un oficial norteamericano de cierta categoría, comentando sobre las actividades secretas en Honduras, dijo muy decepcionado que “la primera vez que llegué aquí, creí que simplemente podríamos avanzar con libertad (como en Vietnam) pero Carter cambió todo eso”. La administración Reagan, agregó con alivio, se encuentra trabajando duro para dar a los militares norteamericanos carta abierta, “aunque todavía no hemos llegado a donde estábamos antes”.
Tomado de Mother Jones, junio de 1984.
Traducción de Anamari Gomís.
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