Por: Rossel Montes
Jean-Paul Sartre fue uno de los filósofos existencialistas más importantes del siglo XX, con una amplia producción filosófica y literaria, entre escritos filosóficos, novelas, obras de teatro crítica literaria. Su filosofía se desarrolla entre guerra mundiales, teniendo un gran impacto en el mundo de posguerra por la publicación de su magna obra El Ser y la nada (1943). Sartre fue un intelectual comprometido con su época, reflejo de su época, pulido por su época, siempre se mostró comprometido con las causas justas de las circunstancias históricas que le tocó vivir, al igual que se pronunció contra los acontecimientos bestiales de su época como la Segunda guerra mundial, el nazismo y el Estalinismo. Siguiendo la brecha abierta por Husserl y Heidegger, Sartre busca explicar las complejidades humanas y de la existencia, las consecuencias de la existencia, de la existencia de la conciencia y del existir, la nausea, la angustia, la libertad, la responsabilidad, el Otro, la mirada, los valores; conceptos que son de su obra existencialista y que ulteriormente fueron sometidos a prueba con su viraje hacia el marxismo, cuestión que quedó culminada en su obra “Crítica de la razón dialéctica”, obra que anunciará el suicidio marxista del existencialismo sartreano. Sin embargo no deja de ser una gran obra, posiblemente la mayor obra que trata sobre dialéctica en el siglo XX, ya que los manuales y los panfletos pululaban por doquier y sin decir casi nada nuevo. En este pequeño escrito intentaré explicar los conceptos de ontología y angustia en Sartre, así como los que se derivan y están radicalmente conectados como lo es la nada y la libertad.
Sartre desarrolla una ontología fenomenológica, principalmente en su obra “El ser y la nada”, una obra que es fenomenológica porque quiere volver a la cosas mismas, a la esencia, y es ontológica porque quiere explorar la profundidad de la existencia desde la filosofía primera, el ser del hombre y de su existencia. Si bien Sartre no desarrolla una ontología de la talla de Heidegger, si parte de esta, y también de la fenomenología de Husserl para poder crear un cosmos existencial en torno al hombre, a su estrepitosa existencia y revelarnos otra cara de la angustiosa vida humana. La ontología es la rama de la filosofía que intenta darnos una explicación de las cosas, del ser (Heidegger) de la realidad (Zubiri) nos narra que es el ser y cuales con sus composiciones fundamentales, y como esto afecta nuestra vida. Sartre desarrolla su teoría ontológica en su obra fundamental “El ser y la nada” en esta obra divide la realidad en dos regiones: el ser en sí, y el ser para sí. En mundo del ser en sí es el mundo de las cosas y él para sí es de lo humano, de la conciencia, de la libertad.
Sobre el ser Sartre nos dice “La expresión ‘ser-en’, es castellano, como el In-Sein alemán, puede en principio comprenderse en el sentido de ‘ser contenido en’, lo cual no puede concernir más que a las cosas intramundanas que están efectivamente contenidas unas en otras (el agua en el vaso y el árbol en el bosque), pero de ninguna manera Daseín, que no es contenido en el mundo sino que está en una relación esencial con él.”(Sartre, El ser y la nada, p 244)
El ser del hombre está estructurado por él en sí, el ser del hombre está contenido en la realidad, en su experiencia con otros seres. Sartre elabora su ontología con una fuerte impronta Heideggeriana y fenomenológica, pero es un profundo dialogo con la ontología hegeliana, sobre esto hemos conversado en el filósofo y amigo Segisfredo Infante, gran conocedor de Hegel. El ser en sí, y el ser para sí es terminología hegeliana y que continuará en el marxismo de cierta forma hasta la ontología sartreana. Para Sartre en Ser en para-sí es actualidad, es positividad, realidad, es el existente que está arrojado el mundo y en ese estar escupitado al mundo le abre la posibilidad de abrir el mundo, el ser del hombre es un “rompe mundo” desdobla la realidad, al mismo tiempo que es obligado a darle sentido a su misma existencia que aparentemente no tiene un sentido predeterminado, en ese sentido Sartre argumenta que el hombre es una pasión inútil, porque nunca podrá llenar su vaciedad ni su sentido de ser inacabado. Para Sartre el serán si es el ser a secas, en el ser en si no existe un existente, eso hay que tenerlo claro, todo existente tiene ser, pero no todo ser es existente, no es daseín; el ser está desvinculado de todo, lleno de todo y vacio de todo, no hay angustia en el ser en sí, ni libertad, ni desdoblamiento, ni lo imaginario ni lo simbólico, el ser es, eso me recuerda a las aseveraciones poético-ontológicas de Parmenides de Elea. Incluso el ser en sí escapa hasta de la temporalidad, porque no tiene ser de conciencia, y además saturado de sí mismo.
Si el ser en sí se escapa a la temporalidad por ser perfecto, por escapar de la angustia, de un antes y un después, no poder llegar a ser más que ser, el ser para sí guarda similitudes con el ser en sí, su estructura ontológica y óntica con el ser a secas, el ser es lo que es, es acto puro, ni siquiera tiene potencia; siguiendo a Aristóteles, el ser en sí es acto puro. Él para-sí es pura negatividad, nihilista el ser en-sí, al ser un desdoblamiento de la realidad. En ese sentido Sartre nos menciona en su conferencia “El Existencialismo es un humanismo”:
“el hombre no es nada más que su proyecto, no existe más que en la medida en que se realiza; por lo tanto, no es otra cosa que el conjunto de sus actos, nada más que su vida.
(Sartre, El ser y la nada 2009, p 56)
La irrupción del para-sí, es la nada, y es lo que lo hace diferente al en-sí, ante el ser, la nada fluye a través de la conciencia del hombre en el mundo, o como diría Zubiri, el se suyo deviene persona precisamente porque es un ser histórico, y lo histórico es la culminación de una realidad, una realidad que es realidad suprema y que supera a otras realidad existentes en el cosmos.
Otra de las conclusiones que se derivan de las aseveraciones ontológicas del Ser y la nada es que Sartre argumenta que él para-sí al ser acto en potencia, es decir abierto a posibilidades a la realidad está ineluctablemente y radicalmente obligado a la libertad, entonces por su libertad el hombre es su propio fundamento; el hombre está condenado a ser libre dice Sartre, pero ¿Porqué? Si por doquiera parece que el ser humano es esclavizado por cosas que lo dominan, por ejemplo en Marx no hay mucho espacio para la libertad, es más, para Marx el hombre es proclive a la enajenación, alienación y un sentimiento de sentirse entraño en su propio mundo. Sartre nos dice que el hombre no es esclavo de ningún determinismo social, ni biológico, ni histórico, ni teológico; el hombre es una consecuencia de lo que él ha querido ser. Al tener noción de nuestra libertad, nos damos cuenta de nuestro potencial, de los que deseamos y queremos llegar a ser, de que somos responsables de nosotros mismos y no tenemos excusas. En ese sentido del ser a la nada se encuentra la libertad; la nada es la disposición fundamental que nos coloca ante la libertad y esta libertad nos coloca ante la angustia.
El concepto de Nada es un gran descubrimiento de la filosofía occidental, conceptos que la ontología del siglo XX desarrollará, Martin Heidegger y Sartre harán del concepto algo clave para sus ontologías respectivas, sobre todo en Sartre su ontología fenomenológica la nada tiene un puesto importante, contrario en Heidegger al cual no le agradaba el concepto. Es con Kierkkegard que se inicia la filosofía de la existencia, y el concepto de “angustia” tendrá su puesto en la historia de la filosofía, dicho concepto es de tanta importancia, ya que con él se puede acceder a comprender la esencia de la existencia humana, las posibilidades y alcances de una filosofía de la existencia.
El concepto revolucionario de la nada no debe confundirse con ausencia de todo, esa noción se la dejamos para la ciencia que reduce el problema a algo estrictamente físico, y esto no significa en la ontología esto tome matices “oscuros” en el peor sentido del término y compartido por racionalismo neo-positivista de Lakatos a Popper. La vida humana es siempre una habérselas con algo, es un intento radical de aprehender la realidad, el poder de lo real diría Zubiri, en eso sentido siempre sentimos que nuestra vida es una momento entre tantos momentos, y estos momentos no tienen fin, no acaban, nunca estamos completos, el sentir de inacabados es lo que nos ata a la realidad, y a seguir con una estructura ontológica existencial, esa atadura ontológica es el problema teologal; la nada entra en la existencia precisamente con la existencia humana, Ortega diría que es con la vida, la vida es la realidad radical, ese proceso de infinitud ante la realidad es lo que da posibilidad de la libertad. Para Martín Heidegger la existencia está atada radicalmente a la nada, ¿Por qué hay algo y no más bien nada? Dirá Heidegger.
La nada no es ausencia de algo, es más bien la existencia radical del Daseín en el mundo, el Mit-sein, ser-estructura en el mundo, Sartre corrigiendo a Heidegger dirá que la nada es la irrupción de la libertad en el mundo, ya que sólo la libertad puede aseverar que es la nada. Como dije más arriba el hombre y su existencia, es un ser-ente arrojado a la nada, arrojado en contra de su voluntad a una realidad que es accidental, aunque el pensamiento cristiano contradice este postulado, el creyente no cree que la realidad sea una arbitrariedad accidental sin sentido, pero hasta el existencialismo cristiano como el de Kierkkegard, Marcel y Jaspers aseveran que el hombre sufre un tipo de “nausea” por su existencia, un pesimismo existencial que no muchos comparten. Para muchos pensadores cristianos el existencialismo ha llevado al extremo algunas aristas de la existencia humana en la actual sociedad de masas.
El hombre no está angustiado por esto o lo otro, el hombre es angustia ontológica, esa radicalidad óntica de soledad lo hace un ser vulnerable, un ser que pide a gritos un sentido para su vida, para su existencia, un ser que desea ser “salvado. La existencia abruma ¿Imagina que la vida no tiene sentido? Despertarnos a media noche y sentir el ruido de nada y pensar en el infinito ¿Qué hago aquí?
La angustia es el estado de ánimo que se caracteriza por revelarnos la nada. La angustia es algo que acompaña al ser a la conciencia en todo su recorrido onto-existencial, el ser, al ser apertura a la realidad, crea una brecha, digamos que la angustia existencial genera un tipo de ansiedad por existir, a diferencia de la ansiedad, que esta primera se puede aliviar, la angustia es inseparable de la realidad en la constitución del hombre como persona, de suyo. En este sentido la angustia es un tipo muy particular de miedo, no miedo como nuestros miedos cotidianos, sino que es un miedo sin objeto muy dificil de identificar y redirecionar y buscarle una causalidad y un remedio, un miedo del cual no tenemos escapatoria, solamente realizando nuestra conciencia como libertad, y así deviene en nada. La angustia es la disposición fundamental ante la nada. (Heidegger)Con la angustia existencial uno siente miedo de todo y al mismo tiempo de nada, lo cual crea un delirio existencial. Efectivamente ante el misterio de lo real.
Bibliografía
Martínez Contreras, Jorge. Sartre. La Filosofía del hombre, México, Siglo XXI, 1985
Pescador, Augusto, Ontología, Buenos Aires, Losada, 1960.
Sartre, Jean Paul, El ser y la nada, Buenos Aires, Losada, 2009,