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 Tegucigalpa, Honduras | Reporteros de Investigación. Entonces, al llegar al SAI (centro que atiende a pacientes con VIH) te encuentras con el grito de la enfermera: “Las personas con sida estén atentos”. Todavía en el siglo XXI, cuando una chica trans busca sus medicinas para VIH en los centros de salud abarrotados, el personal les dice: “Francisco, vení que te llamamos”.

Esas frases lapidarias no sólo reflejan la indolencia gubernamental sino que explican cómo es que la gente termina abandonando el tratamiento y se vuelve resistente.

Con ese grito muere la confidencialidad. A los pacientes les toca salir caminando rápido, recoger sus AVR (tratamiento para VIH) y salir a modo de que no te vean la cara, como dijo alguien, relata uno de los afectados.

En un día cualquiera en las ciudades de Honduras, un taxi te cuesta de 200 a 300 lempiras (13 dólares), para ir al centro de salud y otros 300 lempiras para regresar a casa. Si te trasladás de una zona céntrica. Para buscar medicamento tenés que pagar  de 400 a 600 lempiras. (El 95% de las personas con VIH está desempleadas).

Esa sola escena explica el dolor de vivir con VIH en una sociedad que los estigmatiza y por qué se ha desarrollado resistencia a los fármacos del VIH en Honduras, esa imagen evidencia de manera sencilla toda la maraña de explicaciones complejas del mundo médico.

A esto hay que sumar, la pandemia de Covid 19. Con la aparición del coronavirus, las personas con VIH denuncian que se les ha venido a violentar con mayor énfasis su derecho a la confidencialidad, el derecho a no revelar su condición positiva. “Por lo menos la mascarilla te tapa la cara. Con la Covid-19 se perdió el sentido humanista y el respecto a la dignidad de las personas”, cuenta el entrevistado.

Segregados

Los pacientes con VIH-sida viven marginados, con una marca que los hace pensar en que desean que la sociedad los incluya, los estime, los cuide. En palabras del coordinador de la oenegé de los derechos LGTB Kukulcán, Dany Montecinos, tomar o no el medicamento, desarrollar resistencia, recibir atención médica realmente integral, está ligando a que de fondo hay desprecio social para la gente que vive con VIH. En consecuencia, la sociedad no está pendiente de exigir desde cada espacio que atiendan a sus pacientes.

“El factor de estigma, el factor discriminatorio que puede existir, el hecho de no poder compartir esta noticia con la familia, con amigos, los niveles de estrés de no poder ir al hospital tal día».

“Muchas personas esconden las pastillas, algunas deben escaparse de su trabajo para poder ir a chequeos. Son diversas las situaciones. También hay personas que han recibido diagnóstico y han tenido mucha aceptación personal, familiar y social. Algunas personas no pueden ir a recoger los medicamentos y sus papás van por ellas”.

Entonces, “en realidad el medicamento no es un problema. En todo caso, el problema sería el estigma y la carga social que tiene todavía ser un paciente de VIH” y que el mismo Gobierno refuerza a través de su indiferencia.

La resistencia a los medicamentos de VIH-sida quiere decir que a pesar de que la gente toma medicinas para este padecimiento, el virus sigue avanzando. El virus puede convertirse en sida y morir.

¿Por qué la resistencia?

Un estudio reveló que 300 personas nuevas con VIH tienen resistencia a los medicamentos en el país, reveló Letis Hernández, con 19 años en tratamiento.

La resistencia que se está experimentando en Honduras tiene que ver con los siguientes factores, encontrados en diversas investigaciones y entrevistas, en primer lugar, la adherencia al tratamiento.

Esta jerga médica significa la capacidad de cada paciente para tomarse las dosis correctas con tal de alcanzar un buen resultado en su salud. Si la gente abandona el tratamiento o no se toma su medicina, según su receta, puede desarrollar resistencia.

Una segunda causa es la aparición de mutaciones del gen del VIH en el cuerpo de las personas, en algunos casos porque en Honduras, las personas han tomado fármacos vencidos; en tercer lugar, la resistencia se transmite a través de las relaciones sexuales si un paciente infectado resistente tiene sexo sin protección con otra persona.

La resistencia también está relacionada con las fallas del medicamento. Estas pueden ocurrir cuando una persona muestra que el virus se debilitó en su cuerpo, pero vuelve a presentar carga viral alta; la falla inmunológica sucede cuando durante el primer año aumentan las células CD4, mejor conocidas como glóbulos blancos, responsables de combatir las infecciones que ingresan al organismo y finalmente, la falla clínica es la que aparece con enfermedades oportunistas que bajan las células CD4.

Para Flores existe una falla más que genera resistencia y esa es la “la falla estatal”. Se refiere a los errores que ha tenido el Estado de Honduras desde 1999, pues “las estrategias se vuelven muy dependientes de la cooperación internacional. En ocasiones, algunas intervenciones son muy difíciles de continuar para los países y al irse ese apoyo, todo se termina”.

Para ser adherente al tratamiento, es decir para que la gente se tome sus dosis de manera correcta, recalca, “no es solo cuestión del paciente, existen otros factores y dentro de estos están los institucionales; el cómo me siento con un equipo para ir a reclamar medicamentos, el tiempo que me hacen esperar, la manera que a mí me tratan, la manera de atención digna al paciente, el respeto a la identidad de género”.

Resistencia por abandono del tratamiento

Una persona está en una arena movediza y empezamos a halar para sacarlo, pero se va retirando la gente que ayuda a su rescate, entonces la dejan y se hunde. Esa  figura, le sirve al especialista en VIH-sida en Honduras,  el doctor Sergio Flores, para retratar la arena movediza como el peligro de desarrollar resistencia a los medicamentos de VIH y las personas que lo halan serían las políticas estatales con apoyo de cooperación internacional.

Para ser adherente al tratamiento, eso quiere decir tomar las dosis a tiempo y seguir bien el medicamento, Flores cree que “no es solo cuestión del paciente, existen otros factores y dentro de estos están los institucionales; el cómo me siento con un equipo para ir a reclamar medicamentos, el tiempo que me hacen esperar, la manera que a mí me tratan, la manera de atención digna al paciente, el respeto a la identidad de género”.

Y agrega: “Si vamos a hacer procesos como comunidad internacional que la Secretaría no va a poder sostener, prácticamente es un esfuerzo botado o muy puntual donde el beneficio solo va a estar en un periodo y ya después se cae”, lamentó el también consultor en salud con organizaciones de la comunidad internacional.

El doctor achacó que la responsabilidad desde el inicio haya recaído en los hombros de la sociedad civil con organizaciones que a punta de incidencia fueron logrando la cobertura. En cambio, el Estado solo estuvo ahí “haciendo lo que decía la cooperación internacional”.

El medicamento en gran parte depende de la cooperación internacional. Entonces, el éxito del medicamento en el organismo de los pacientes está mientras hay donaciones “pero cuando ya se le termina el tiempo de subvención ya lo suelta y esa persona se vuelve a hundir. Prácticamente son falsas esperanzas”.

Desde los noventa, el Estado ha dependido de la sociedad civil y de la cooperación para atender a su población que vive con VIH-sida.

Una preocupación y a su vez propuesta del especialista es que los gobiernos amigos debieran considerar que los proyectos sean “un apoyo de la Secretaría para que tenga la suficiente capacidad y sostenibilidad técnica”.

Entonces, ¿existe atención integral?

El doctor Flores resalta: “Cuando se inició la atención integral financiada por Fondo Global (FG), ellos tenían todo un equipo multidisciplinario, médicos capacitados, enfermeras, venían psicólogas y trabajadoras sociales, todas capacitadas, por lo tanto la integralidad del paciente era muy buena. Pero el FG se va y dice ya no voy a seguir pagando personal, y el Ministerio de Salud en muchísimos de los SAI, incluyendo a su servidor, no fueron absorbidos. Entonces, los SAI ya carecen de psicólogos, de trabajadoras sociales y muchas veces solo son dispensadores de medicamentos”.

Ahora, “el problema es que hemos perdido la integralidad de la atención. El paciente con VIH no solo necesita antirretrovirales; necesita un apoyo psicológico, necesita un trabajador social que le ayude a organizar un poquito su plan de vida y todo eso ya se perdió”.

“No hay atención integral”

La defensora de derechos humanos y activista por derechos de las mujeres transexuales, Satcha Rodríguez asegura: “No hay atención realmente integral, ni antes ni después. Lo único que reciben estas personas son los tratamientos, pero cuando me vienen a decir atención integral tienen que tener todos los estándares gratuitos porque estas personas son de escasos recursos y estas personas los tienen que pagar. Entonces no es atención integral”.

“Atención integral sería exámenes gratuitos, ayuda económica. Entonces yo creo que se debería reformar nuevamente esa ley y que las personas tengan una ayuda del Estado para tener una atención integral porque no existe. Hay exámenes que son muy costosos y algunos el paciente los tiene que pagar o el paciente tiene que enviar los resultados de La Ceiba a San Pedro o a Tegucigalpa, y no tiene para esos costos. Hay familias que pueden pagarlos y las que no se mueren. Yo como defensora siempre lo he denunciado y hacen caso omiso, no hacen nada”.

Por su lado, la encuesta estatal IV PENSIDA (2015-2019) indica: “Actualmente más de 600 hogares de personas con VIH reciben atención nutricional y alimentaria”.

Es necesaria la buena alimentación

Ana Garrigo, de la Fundación Llaves, agrega que en la alimentación “hay que hacer bastante énfasis porque ¿de qué sirve tener a una persona con VIH si se está alimentando mal? Los efectos de los retrovirales son muy fuertes para su estómago. Lo que podemos estar provocando es una gastritis medicamentosa”.

“La percepción de nosotros los hondureños es que, si la persona está gorda, goza de buena salud, y nos dice la ciencia que no es así. Pero cambiar esa idea de las personas es bien difícil. Y si te miran muy delgado, es porque estás desnutrido y tampoco es así. Es difícil decirles a las personas que traten de comer sano si ni siquiera tienen la capacidad de comprar y cumplir esa alimentación ‘sana’, que podemos hacer con vegetales y frutas que la gente no está acostumbrada a ingerir”.

También menciona la bolsa solidaria que dio el Gobierno al inicio de la cuarentena: “Desde ahí estamos viendo que nos están mandando un mensaje subliminal de que no nos quieren sanos. Si me hubiese tocado a mí tomar esa decisión, hubiera buscado un nutriólogo para mandar una dieta balanceada. Eso era lo ideal”.

Hoy las y los infectados son señalados como: ellos, pero mañana cualesquiera podría ser parte de ellos

Resistencia al tratamiento de VIH en Honduras

En esta serie le describimos la política pública del sistema de Salud de Honduras para evitar que las personas infectadas con VIH, desarrollen el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (sida). Esta investigación inició cuando el equipo de RI encontró que en la última década se ha denunciado el problema de la resistencia adquirida al tratamiento antirretroviral y además se advirtió que la resistencia puede ser transmitida. Distintos análisis médicos revelan que la farmacorresistencia muestra resistencia en pacientes aún antes de iniciar el tratamiento y prevalencia de mutaciones asociadas a resistencia en pacientes que no habían sido tratados, por eso el equipo inició un recorrido de varios meses desde febrero de 2020. El trabajo de campo fue realizado por el periodista Luis Hércules para conocer en los distintos vericuetos burocráticos cuál es la respuesta estatal. Mientras investigábamos se sobrevino la pandemia por Covid 19 y esto ha tenido secuelas mayores para las personas.


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