wf.jpgTegucigalpa, Honduras. Mientras venía en un vuelo de Panamá a Tegucigalpa, conocí a una ciudadana estadounidense muy sonriente y dulce.

Yo venía cansada con pocas ganas de conocer a nueva gente.

Ya me había sentado a la par suya en la terminal aérea de frente a un cristal, donde me daba el sol de Panamá, para dormir porque había tenido varias horas de vuelo y desde mi estado de sopor escuchaba como sonreían y bromeaban. El acento gringo se mezclaba con mi sueño entre  toda la alegría  de los acentos caribeños.

Cuando me tocó el turno, subí al avión y resulta que éramos compañeras de viaje, ella con su simpatía y alegría irradió a las dos pasajeras que veníamos a la par y terminamos platicando.

Quizás estaba en la quinta década de su vida, me contó que había conocido Panamá e iba hacia Costa Rica para seguir conociendo, ella sonreía y se tomó de buen ánimo que la aerolínea en vez de sentarla junto a su esposo, su hermana y su cuñado, los haya colocado en asientos distantes.

-Al menos nos conocimos, le dije, sí me dijo y sonrió con frescura, iba vestida con colores tropicales y con un sombrero.

De la nada, me dijo casi como pidiendo disculpas, tenemos un presidente un poco terrible y ambas sonreímos.

Y como están de moda las cartas abiertas en este momento de vulnerabilidad que vive el pueblo hondureño, con la tenue esperanza que la sonrisa de ella encarne a muchos ciudadanos estadounidenses, como periodista quiero informarles sobre las representaciones diplomáticas que nos han estado enviando a Honduras, le han hecho mucho daño a este pueblo noble que si ustedes vienen y se internan en las zonas rurales o indígenas van a ver cómo los reciben con café y tortilla recién hecha, con una amabilidad y una ingenuidad que dan ganas de abrazarlos y protegerlos.

Entonces quiero comentarles que los funcionarios que ustedes pagan con sus impuestos han estado emitiendo comunicados avalando un proceso electoral cuestionado por fraude no sólo por la oposición sino por observadores internacionales de la Organización de Estados Americanos, algunos observadores independientes de Europa y prensa internacional que cubrió el proceso.

El pueblo estadounidense debe saber que sus funcionarios acreditados en la embajada casi a diario están opinando sobre nuestros asuntos internos.

El pueblo estadounidense tiene que saber que mientras ocho de cada diez hondureños vive en la miseria, el gobierno ha pagado millones a empresas de Estados Unidos para hacer lobby y vender la idea de la reducción de homicidios y que hay justicia por el asesinato de la indígena, Berta Cáceres.

Según nuestra historia, desde que José Trinidad Cabañas firmó la contrata de un ferrocarril interoceánico que décadas después se convirtió en uno de los primeros escándalos de corrupción en la impunidad, se apostó por la libertad y la república que representaba en aquel momento la cultura estadounidense.

Después nos convertimos en República Bananera de las transnacionales estadounidenses que se aprovecharon de funcionarios serviles y planificaron apoderarse de territorios y aprovecharse de los indígenas hondureños envilecidos por el alcohol, según la visión de la Carta Rolston. La historia escrita indica que salimos del etnocidio de España, para caer al intervencionismo estadounidense.

En los 80, en el escándalo Irán-Contras, en las desapariciones y asesinatos, figuran estadounidenses implicados, según documentos desclasificados de su gobierno.

En los 90, se profundizaron los programas de ajuste estructural que encarecieron la vida de los hondureños y fortalecieron la divisa de Estados Unidos.

En 2009, el gobierno estadounidense con Hillary Clinton a la cabeza -según documentos oficiales de Estados Unidos-tuvo un rol determinante en mantener el primer golpe de Estado que sufrimos después de más de tres décadas de vida democrático-electorera y de avance civil sobre la militarización. El golpe ocurrió mientras en América del sur había una lucha para derrocar el modelo neoliberal y el capitalismo.

Como resultado del Golpe de Estado, desde 2009, ha habido remilitarización, 70 periodistas asesinados, activistas de resistencia contra el golpe de Estado secuestrados, torturados y asesinados; hubo 157 miembros de la comunidad LGTB asesinados ,los femicidios han continuado impasibles, Casa Alianza denuncia ejecuciones sumarias de jóvenes, hay estadounidenses acusados de explotación sexual comercial en contra de la niñez de Honduras, las organizaciones de mujeres denuncian que hay 700 mujeres desaparecidas, los funcionarios(as) honestos o críticos son excluidos, marginados, ha habido criminalización de los estudiantes de la UNAH por protestar, la defensora de la mujer Gladys Lanza murió criminalizada por asumir una denuncia de acoso sexual, se ha impulsado un proceso de depuración policial que afortunadamente sacó a criminales organizados de la Policía, pero también dejó gente comprometida con el partido en el poder en las cúpulas policiales o denunciados por violaciones a derechos humanos fundamentales y en el proceso sacaron a policías honestos y realmente comprometidos con la ciudadanía y con sociedad civil, pero con el «problemita» de estudiar mucho y ser críticos.

En la actualidad, los funcionarios que el pueblo estadounidense mandó a Tegucigalpa están parcializados con el partido en el poder, hay oenegés financiadas por capital estadounidense que callan frente a violaciones a derechos humanos, mientras hablan de supuesta transparencia, en contraste con más de 70 organizaciones de sociedad civil y otras agrupaciones sociales que muestran su inconformidad con la tiranía que se está instalando en el país.

El pueblo estadounidense debiera saber que sus funcionarios han financiado militares y policías aunque ha habido abusos y violaciones de derechos humanos.

Así que escribo esta carta abierta al pueblo estadounidense para que les pida a sus funcionarios que en esta era en que se quiere hacer un muro para que no vaya más gente de estos agujeros… perdón, quiero decir de estos países de América Latina, que por favor que ya no intervengan en nuestros asuntos internos porque es muy triste ver un día a millones de personas celebrando que acudieron a las urnas para revertir el golpe de Estado de 2009 y unas semanas después ver que lloran y que sufren.

Ah y se me olvidó contarles que estuve leyendo un poquito de la historia del periodismo en Honduras y me encontré con una lado desconocido de uno de los intelectuales más importantes del siglo XX, el periodista Froylán Turcios, – que no me enseñaron en la escuela- hace dos siglos él también estaba preocupado por el intervencionismo de Estados Unidos en Centro América, entonces por favor ya cambien a estos diplomáticos, mándenos gente diferente a la que nos han estado mandado en los últimos dos siglos.

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