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Ontología  y poesía

Por: Rossel Montes

Tegucigalpa, Honduras | Reporteros de Investigación

29 de febrero de 2020

Si el mundo fuera claro, el arte no existiría, aseveró el filósofo del absurdo Albert Camus. Desde la configuración de la ontología, hace más de 2000 años, en la antigua Grecia, con la metafísica de Parmenides, se comenzó con una tradición que podemos denominar cómo revolucionaria y radical, en los fundamentos de toda la tradición filosófica de occidente. La ontología, como saber que fundamenta a otros saberes, (filosofía primera), se pregunta por los principios, componentes, estructuras fundamentales de toda la realidad. En este ensayo usaré los términos ontología y metafísica de forma diferenciada, pues como la tradición filosófica occidental lo ha demostrado denotan distintas experiencias radicales de la naturaleza y condición humana: la ontología como lo decía Heidegger, se limita a la configuración óntica de lo real, es decir, su preocupación son los entes, no necesariamente el tradicional asunto del ser, Ser- ahí como él lo denominaba. Para Heidegger y eso lo compartimos, la metafísica sobrepasa las preocupaciones ontológicas, y es en este sentido que la metafísica se desarrolla como preocupación de los “meta empírico” de lo meta racional o supra-físico. Si bien es cierto que existe una constitución ontológica por ejemplo para una poesía de la tragedia o una ontología de la tragedia griega analizada por Nietzsche o una ontología existencial de los “poetas malditos”. Lo cierto es que ambas disciplinas radicales de la filosofía como la ontología y la metafísica son necesarias para el estudio previo de todo problema filosófico, socio-histórico, existencial y de la condición humana en su totalidad. Pero algo si ha dejado claro la tradición filosófica de occidente, a saber: que la ontología y la metafísica son indispensables para la edificación del conocimiento sistemático y ambas se ocupan de experiencias radicales de la naturaleza histórico-existencial del ser humano.

Como sabe cualquier lector promedio de problemas filosóficos es la estética la encargada de analizar los asuntos relacionados con la belleza y todos los problemas fenomenológicos relacionados con una de las más sublimes manifestaciones del espíritu humano, a saber: El arte. La estética a pesar de tener una muy extensa elaboración que se puede rastrear desde los presocráticos, los grandes sistemas de Sócrates, Platón, y Aristóteles, Pasando por San Agustín, Santo Tomas, Kant, Hegel, y en el siglo XX con Heidegger, Sartre, Adorno, y los filósofos pos-modernos; esta no cuenta con un nivel prioritario en la problemática epistémica en los asuntos filosóficos, como los tiene la ontología, la epistemología o la ética, ya que para entrar a elaborar cualquiera asunto filosófico no hay que hacer elucubraciones estéticas previas, como si hay que hacer con otras disciplinas como la teoría del conocimiento, o la epistemología. La necesaria elucubración ontológica del goce estético es condición sine qua non no siempre considerada por los grandes pensadores estéticos pero si por algunos de los más importantes como Aristóteles, Kant, Hegel, Heidegger y algunos pensadores existencialistas como Gabriel Marcel y Sartre.

Para Hegel, por ejemplo, la estética es la filosofía o la condición filosófica de des-oculta todo lo que es bello. Para Hegel la obra de arte no es un concepto ni pensamientos sino que el que el desarrollo del espíritu en lo sensible, concibiendo una metafísica de lo racional en irracional, la obra de arte de alguna forma explica lo irracional de la existencia de la conciencia, trata de volver hermoso lo monstruoso del mundo. En Hegel la idea al igual que la experiencia estética, de la poesía, de la pintura es la máxima manifestación de la idea del concepto y de lo absoluto, como sabemos la idea de lo absoluto es parte esencial en el sistema Hegeliano. Pero ¿qué es el arte? ¿acaso el arte solo puede ser estudiada en sus componentes ontológicos o metafísicos?. No vamos a entrar en la elucubración sobre los aspectos fenoménicos de la historia del arte, más bien lo que nos interesa es dilucidar que es el arte en sí, porque de lo contrario eso nos llevaría muchas páginas. Pero podremos decir que el arte aparte de ser una actividad orientada a obtener una experiencia estética, embellecedora del mundo y aparte comunicativa, también es parte esencial de la condición metafísica del hombre, ya que sólo el hombre se mueve en ese dos niveles, entre lo fáctico del mundo y lo meta-empírico, lo que está más allá de lo racional, el arte y lo bello son manifestaciones racionales-irracionales de la historicidad transformadora y de la angustia existencial como diría Sartre, y de la realidad radical de Ortega. La angustia-existencia se ve desparramada desde la tragedia griega, el arte Gótico, el Románico, el Barroco, el Romanticismo, el futurismo y formalismo ruso, el surrealismo, el cubismo y , la poesía trágica de un Pessoa y Rilke, Rubén Darío y un Juan Ramón Molina y hasta nos atreveríamos a decir, que en el arte de comercial de masas el cual es parte integral de todo un sistema que para bien o para mal tratan de perpetuar.Martin Heidegger que como sabemos se encargó de la poesía de Horderlin dice sobre la poesía: «Poetizar y pensar son dos modos de hacerse cargo de lo real bien diferentes» Para Heidegger la poesía representa otra forma de acceder al ser, al estudio de la metafísica, pues es otra forma de racionalizar el mundo, el misterio del ser y de resolver este misterio.Además de la estética también la sociología y la historia se encargan de los asuntos que sobre el arte tratan, como la realidad es un todo y tendencia a la fragmentación de las disciplinas es una tendencia en la actualidad es necesario recordar que en el siglo XX la sociología comenzó a preocuparse por estos asuntos tanto así que el sociólogo Francés Pierre Francastel se lanzó a edificar una sociología del hecho artístico, a lo cual el sociólogo y critico cultural García Clanclini se opuso en un texto llamado “Arte popular y sociedad en Americalatina” Clanclini critica severamente las posturas idealistas pregonadas en el arte, es decir, no es partidario de ver el arte descontextualizado y deshistorizador como venía haciendo la estética no marxista. Aunque Clanclini tiene razón en muchas posturas mantenidas a lo largo del libro, dobla mucho el discurso y lo lleva a su contrario, a saber: el determinismo, el cual es uno de los máximos padecimientos del marxismo, que no deja lugar para lo accidental ni la contingencia, ni para la libertad, aunque los marxistas ortodoxos digan lo contrario y mantengan que el marxismo no es determinista y no deja lugar para lo imaginario como bien decía Castoriadis. La ontología totalizante que viene desde Hegel, Marx, Lukács y que es pregonada por Clanclini vuelve al arte un epifenómeno de las estructuras socio-económicas, y con esto no negamos que exista una ineluctable y radical relación pero el arte es si bien debe explicarse por las condiciones que lo ven nacer, tampoco se puede reducir al contexto socioeconómico, ya que hay cuestiones de la praxis histórico-humana que no se pueden racionalizar, y por eso sigue existiendo la metafísica que no es una perdedera de tiempo sobre aspectos abstractos sin utilidad, sino como decía Sartre: un intento de comprender y aprender la condición humana en su totalidad. Históricamente, sociológicamente y ontológicamente el hecho artístico se manifiesta de forma radical en la convivencia humana, en la cotidianidad, en los procesos de cambio social, de los cuales el arte es un reflejo dialéctico, en la existenciariedad del hombre. Lo histórico del arte es la reproducción material de lo social, lo sociológico del arte es como el arte representa esa faceta emancipatoria y crítica, esa faceta que se niega a capitular a esas formas artísticas elitistas y que obstaculizan la emancipación de las grandes mayorías que no parte integral de los procesos de liberación y democratización en el todo social. Y es aquí, en la parte ontológica y metafísica donde todas la facetas del hombre y del fenómeno estético y artístico se ven plasmadas, el arte es una de las tantas formas de la realización del espíritu(Hegel) y una de las tantas formas de la realización del ser(Heidegger) y una de las manifestaciones de sus condiciones materiales(Marx)Cayetano Aranda Torres nos dice en su libro “Introducción a la estética”: La finalidad de toda experiencia artística es hacer creer a su destinatario en hechos que, en el espacio mágico de la representación, podemos pensar que son verosímiles, y que se deducen de la necesidad de la historia contada en sí. La finalidad del arte como lo venimos diciendo es supra-empírico, pues es darle rienda suelta a lo imaginación, a lo imposible, a lo metafísico, lo que es inverosímil en la realidad concreta es verosímil en la obra de arte, he ahí lo mágico y radical del arte.Heidegger nos dice sobre la poesía: «El poeta, si es poeta, no describe el mero aparecer del cielo y de la tierra. El poeta, en los aspectos del cielo, llama a Aquello que, en el desvelarse hace aparecer precisamente el ocultarse, y lo hace aparecer de esta manera: en tanto que lo que se oculta. El poeta, en los fenómenos familiares, llama lo extraño como aquello a lo que se destina lo invisible para seguir siendo aquello que es: desconocido».En este caso la metafísica poética desgarra el mundo racional y nos muestra lo inverosímil e irracional del mundo, el arte y la poesía son vestigios de que los intentos de racionalizar lo que no se puede racionalizar son caminos fallidos, nos dice Heidegger que el hombre habita poéticamente y poéticamente muere, como ser para la muerte esa es su satisfacción ante lo trágico de la existencia.

La filosofía es un saber radical, y la ontología lo es aun mas,  dilucidar el ser del ente es su cometido, así como la filosofía es posterior a la razón poética hubo intentos en la historia de la filosofía de separar estas dos formas de aprehender el mundo; en el siglo XX tenemos a varios pensadores preocupados teóricamente por las relaciones entre filosofía, ontología y poesía, Gianni Vattimo en Ontología y poesía nos hace un estudio sobre las poéticas del siglo XX, un libro que fue su tesis doctoral, Martin Heidegger le dedico mucho atención  a la poesía de Horderlin tanto así que llegó a aseverar que es poéticamente que el hombre habita el mundo, y que la poesía es una guardiana de la palabra, y así la ontología hermenéutica de la facticidad tuvo serios y profundos contactos con las poéticas del siglo XX, pero no es hasta la irrupción de la razón poética de María Zambrano que la relación entre poesía y filosofía se pone en las discusiones de primer nivel. María Zambrano es una filosofa española discípula de Ortega y Gasset, el padre del Ratiovitalismo, influyo tanto a Zubiri como a Zambrano, ambos pensadores con sus ontologías respectivas sobre la vida y la realidad, Zubiri mas cercano a los grandes sistemas metafísicos de la talla de Kant, Hegel y Heidegger, Zambrano se fue por el vitalismo, evitando caer en las tentaciones del sistema cerrado, y es aquí donde reivindica a su maestro y a Niestche; la critica a la razón total y la razón instrumental estará muy presente en el pensamiento de María Zambrano. En María Zambrano hay una reconciliación entre la razón y la vida. Aunque Filosofía y poesía es su libro más importante no hay que dejar de mencionar du libro El hombre y lo divino, una magistral obra que rastrea los orígenes del pensamiento divino y sus manifestaciones en la fenomenología histórica. Para Zambrano lo divino no era un problema metafísico, sino un asunto profundamente fenomenológico y ontológico, en tanto se trata de desvelar al ser,

“Cuando lo conocí [a Miguel Pizarro] yo era una niña y él un joven brillante y lleno de cualidades que yo admiraba, y él me llevó al mundo de la poesía y de la belleza. Mi Padre me había llevado siempre por el camino de la filosofía. Yo he buscado la unidad, la fuente escondida de donde salen las dos, pues a ninguna he podido renunciar”

¿Pero quien fue maría Zambrano? María Zambrano en los años ochenta había ganado el  Premio Príncipe de Asturias en 1981, fue nombrada Hija Predilecta de Andalucía en 1985; en 1987 se constituye en Vélez-Málaga la fundación que lleva su nombre y, en 1988, recibe el Premio Cervantes. Muere en Madrid el 6 de febrero de 1991. Nietzsche, Heidegger y Ortega son las claves filosóficas más evidentes del pensamiento zambraniano. Partiendo de las premisas de Ortega y de Heidegger y su crítica al racionalismo del pensamiento occidental Zambrano pretende ir en busca de su propia racionalidad, y esto no significa una crítica mortal a la razón en sí, ni a la filosofía como forma rigorosa de explicar el mundo y la existencia, simplemente ella quiso que no hubiera un divorcio entre la razón y la vida, en esas laberintos y vericuetos pensamiento de Zambrano se caracterizó.

«El mundo del filósofo es como un mundo doble: el mundo mismo y ese otro mundo que le confiere el derecho a existir: un mundo a justificar y un mundo justificante. ! Feliz el poeta, que no necesita sostener su ser ni sostener sus palabras y su mundo poético! El poeta parece estar más próximo a los dioses, que no necesitan dar de su obra creadora más justificación que su propia voluntad omnipotente. El poeta puede como Dios, complacerse en su obra y hallarla buena: el filósofo, no: tiene que contrastar su mundo en la dura ley de la razón ( Fantone 1988)

La poesía tiene una supremacía ontológica sobre la filosofía ontológica y sobre otros saberes,  el poeta y lo divino están cerca, tienen omnipotencia, sobre todo la buena poesía, como la poesía de Rilke, Fernando Pessoa, Antonio Machado, y todas la poesía metafísicas que buscan develar el ser, como des ocultamiento del mundo y revelar su oscuridad, hacerlo más claro, ser luz en la oscuridad,  hacer sosiego el desasosiego del mundo, los delirios del absurdo, volver coherente la tierra, o lo contrario volver mágico la real. La filosofía epistémicamente esta más cerca de la poesía que de la ciencia, pero aun debe someterse a los muros ineluctables de la razón, de la comprobación, del falsacionismo parafraseando a Popper. La filosofía como ser reflejo dialectico y Analéctico del mundo, del ser y del no ser del hombre es una abertura en la realidad y trata de explicar su contingencia y libertad,  en la dura realidad de la teoría. La poesía presente ser un corte en la realidad, no precisamente para decir lo que la realidad es, sino para dar un salto estético y alterar el orden de lo real, como nos dice Pessoa en las siguientes palabras:

“Creo que decir una cosa significa conservarle la virtud y despojarla del terror. Los campos son más verdes en el decirlos que en su verdor. Las flores, si se describen con frases que las definan en el aire de la imaginación, tendrán colores de una permanencia que la vida celular no permite”. («Libro del desasosiego» (1982)

La realidad a través de la razón poética destruye la realidad y crea otras formas de realidad que como bien dice Pessoa no podrán existir en la realidad, solamente en lo imaginario, lo imaginario como creación de lo nuevo, en esto recordamos a Castoriadis cuando nos hablaba de las instituciones previas de creaciones ontológicas de la realidad antes de que lo imaginario se volviese social-histórico e instituido.

En este sentido la metafísica poética siempre se opuso a la razón tradicional que escindía filosofía y poesía, para estos poetas metafísicos la razón debía llegar a estos lugares oscuros donde la razón unilateral del pensamiento instrumental no podía llegar, una forma de racionalidad que no niega la razón, sino que partiendo de ella se aviente por los abismos de la vida y por los sustratos más oscuros del ser y la existencia del hombre.

Bibliografía

Rivera Kamai, Greta, Ontología y humanismo en María Zambrano. UNAM 2001..

Pessoa, Fernando, El Libro del Desasociego,  Barcelona: Seix Barral

Vattimo, Gianni. Poesía y ontología, Gedisa, Barcelona, 1985

Zambrano, María, Filosofía y  poesía. F. C. E., México, 1996.

Zambrano, María. El hombre y lo divino. F. C. E., México, 1983.



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