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Asesinados sicarios de periodistas

Segunda entrega de nuestra serie Sicarios

Tegucigalpa, Honduras | Reporteros de Investigación. Si matar periodistas es un negocio rentable para las finanzas del mercado del sicariato en Honduras, no lo es para la vida de los obreros de esta industria, pues, los asesinos a sueldo han sido ejecutados después de los crímenes contra la prensa.

Las muertes han ocurrido en una serie de sucesos que parecieran proverbiales porque de manera coincidente los han acribillado en lugares íntimos o donde habitan, los han matado luego de que habían sido investigados o sospechosos por participar en crímenes contra periodistas.
El 31 de octubre de 2019, Canal 11 informó del asesinato de Delmer Donael Durán Banegas, supuestamente ligado al crimen contra el periodista Aníbal Barrow. Lo mataron en el momento que salía de su casa.
Dos meses más tarde, el 27 de diciembre de 2019, una masacre en la cárcel de El Porvenir acabó con la vida de Héctor Noé Baquedano Galindo, había sido condenado en 2017 por el asesinato contra Barrow. En el mismo suceso, falleció Marvin Alonso Gómez, supuesto sicario del director de noticias de HRN, Alfredo Villatoro.
El 1 de abril de 2018 fue un Domingo de Resurrección en Honduras y ese día mataron al joven Ángel Adalberto Martínez, alias Caballo Loco, había estado en prisión como sospechoso del crimen contra el periodista David Meza. Lo acribillaron dentro de un hotel en La Ceiba, Atlántida.
En una balacera que se registró en un negocio ubicado a inmediaciones del puente de la residencial Las Uvas de Comayagüela, resultó herido el subcomisario Carlos Mauricio Soto Leiva y pereció Elvin Espinal Fúnez, informó el 27 de febrero de 2016 Diario Tiempo.
Tanto Soto Leiva como Espinal Fúnez aparecen mencionados en un informe que habla del periodista Nahúm Palacios. El comunicador murió de forma violenta el 14 de marzo de 2010. Soto Leiva había sufrido otro ataque en 2015 cuando salía de su casa en la colonia Jardines de Loarque, con dirección a la posta policial de Casamata. 
La Comisión Especial para el proceso de Depuración y Transformación de la Policía Nacional, mediante el comunicado No. 15, informó el 4 de julio de 2016 sobre la depuración de 49 integrantes la Policía de Honduras. En este listado aparece el subcomisario Soto Leiva.
El 28 de enero de 2015, el supuesto pandillero de la 18, Eduardo José López Gutiérrez, de 20 años, fue raptado de la terminal de buses de la colonia Los Laureles y luego asesinado. López Gutiérrez era enjuiciado por el asesinato del periodista Erick Alexander Martínez Ávila, ocurrido en 2012, fuentes judiciales informaron que habría escapado del centro de reclusión donde estaba, antes de aparecer asesinado.
El 7 de abril de 2014, El Heraldo informó que mataron a Rosel Armando Nájera Hernández junto a Dorian Solbavarro Bueso. Ambos habían sido supuestamente investigados por el asesinato de Alfredo Landaverde y Nájera además estaba bajo presunta investigación por el crimen contra el Periodista Nahúm Palacios, según un reporte de inteligencia en poder de RI.
14 de julio de 2011 en el calendario hondureño, el periodista Nery Jeremías Orellana fue asesinado en Candelaria, al sur del departamento de Lempira. Dos meses más tarde, Calixto Rodríguez, supuestamente implicado en la muerte de Orellana, también fue acribillado

«Silencios»

Estos crímenes ocurren en un contexto de complicidad con cuerpos de seguridad y defensa del Estado que al mismo tiempo que los victimizan al utilizarlos para el crimen también los pueden agredir pues hay una costumbre de ejecuciones contra jóvenes que integran maras y pandillas.
El Estado del Arte de Maras y Pandillas, un estudio del académico Tomás Andino, publicado en 2017 con la fundación alemana FES, describe que “las maras entraron en una dinámica radical que las ha llevado a aproximarse a las bandas criminales, incluidas aquí las bandas criminales que existen en la policía, con las cuales implementan estrategias de cooperación para sobrevivir, como por ejemplo, brindando servicios de “trabajo sucio” (Sicariato, “limpieza de territorios”, secuestros o asaltos) a cambio de retribución económica y armas”
Andino –que ha publicado varios estudios sobre maras y pandillas en Honduras- agrega que la intensificación de la actividad criminal se disparó con la desmovilización de la Contra nicaragüense, no obstante, a la opinión pública se la hace creer que se debe al fenómeno de maras y pandillas.
Este mismo estudio indica que las maras y pandillas están prestando servicios de sicariato “al crimen organizado y a la policía corrupta, principalmente en sicariato y extorsión, para diversificar sus fuentes de ingresos”.
En 2014 -el año en que Juan Orlando Hernández entró al poder- el sicariato tuvo una leve recuperación, dice este análisis de Andino.
Pero además el estudio revela cómo es mayor la cantidad de jóvenes de maras y pandillas que mueren asesinados si se compara con la cantidad de sus víctimas por homicidio o sicariato.
El sociólogo Ernesto Bardales comentó para la investigación de Andino que se estaría desarrollando una matanza sistemática de jóvenes por parte de un paramilitarismo respaldado por sectores empresariales, políticos, militares y policiales ligados al Golpe de Estado de 2009. 
Es otra casualidad proverbial ya que son los mismos sectores que convergen como autores intelectuales de crímenes contra periodistas incómodos, de manera que así se construyen los silencios.

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