Por Wendy Funes

Tegucigalpa, Honduras | Reporteros de Investigación. Solo en medio de la dificultad y el dolor de buscar la verdad, se aprende el valor de la solidaridad. Por eso, creo que si hay alguien que sabe la importancia de relevar la voz de las mujeres que hacemos periodismo, es la periodista colombiana Jineth Bedoya Lima porque antes recorrió el camino del dolor y del terror de ejercer este oficio en una región signada por criminales que gobiernan y traspasan de lado a lado los latidos del continente.

Su relato está en la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el presunto secuestro, tortura y violación sexual que sufrió el 25 de mayo de 2000, en las inmediaciones de la Cárcel Nacional Modelo en Bogotá, por motivos que estarían vinculados a su profesión.

«Según la peticionaria, al momento de los hechos alegados…trabajaba en el periódico El Espectador, y se encontraba haciendo un reportaje sobre el rol de la Fuerza Pública, la Guardia de la Cárcel Nacional Modelo y paramilitares internos en una masacre ocurrida en dicha cárcel el 27 de abril de 2000», dice el Informe No, 50/14, Petición 779-11 de la CIDH.

Bedoya Lima, galardonada en 2020, con el Premio Mundial de Prensa Guillermo Cano, tuvo la idea de juntar a 22 periodistas para que contarán en primera persona la experiencia de hacer periodismo.

El libro empieza con la prosa «Letras que dignifican», escrita por Bedoya Lima para dar paso a 22 relatos íntimos con mirada de mujer sobre el ejercicio de este oficio.

Este libro homenaje a las mujeres que hacen periodismo fue posible gracias al apoyo de ONU Mujeres Colombia y la Embajada de Suecia, dice la parte inicial.

Fragmentos del libro

Contar historias. Darles un rostro y un por qué. Narrarle al
mundo la resiliencia de los seres humanos o la visceralidad de
la guerra. ¿Qué puede haber más grande y gratificante
para un periodista que todo eso?...
 Bedoya Lima
Jineth me pide que escriba algo sobre el periodismo y los derechos de las mujeres. Y cuando pienso en ello, pienso en quienes, como Jineth, han escrito y escriben sobre nuestros días...
Patricia Fernández
Sé que cada persona es una lengua aparte, una cultura cifrada quién sabe cómo ni por qué, pero me consta, desde muy niño, que todas las mujeres tienen en común ese coraje:
mi abuela puso en marcha a una familia de nueve hijos sin padres; mi mamá jamás pensó en salir corriendo –en medio
de las amenazas de muerte no vio alternativa a cumplir con su deber– mientras trabajó en los gobiernos más peligrosos de los que yo tenga memoria; la gobernadora del resguardo de Tacueyó Cristina Bautista, una entrañable defensora de su territorio, días antes de ser asesinada alcanzó a resumir esta resistencia digna de estudio con las palabras “si nos quedamos callados nos matan y si hablamos también: entonces hablamos”...
Ricardo Silva Romero
“No estaría mal escribir un libro sobre la guerra que provocara
náuseas, que lograra que la sola idea de la guerra diera asco. Que
pareciera de locos. Que hiciera vomitar a los generales”, dice la
 enorme Svetlana Alexiévich,
Premio Nobel de Literatura 2015 en La guerra no tiene rostro de mujer. Tengo tatuada esa frase en el alma. Me siento marcada por esa máxima como las bestias cuando les imprimen a fuego el sello de una ganadería. Yo abogo por esa intencionalidad del periodismo, especialmente si hablo
de mujeres, guerras y derechos humanos...
Beatriz Lecumberri

La primera vez que pisé Argelia fue en 1990. Encontré un país
inmerso en un proceso de islamización de la sociedad con la
complicidad de unos dirigentes a los que sólo les preocupaba
mantener el poder económico. En 1984 se había introducido la
Sharia en el Código de la Familia, lo que implicaba que las mujeres estaban obligadas de por vida a tener un tutor varón. En 1989 se fundó el FIS (Frente Islámico de Salvación) que proponía reemplazar el sistema democrático por la ley coránica...
Montserrat Boix Piqué
Siempre siento que el periodismo me salvó las ganas de existir,
me agarró de la mano y me acompaña por un camino lleno de
gratitud, pero también de altibajos emocionales. Me hace latir
el corazón, como si se me fuera a salir en estampida al descubrir
secretos de interés público. En mis primeros años de carrera,
la rutina de producción periodística me elevó a la sublime sensación de lograr las primeras planas de periódicos para influir en pequeñas decisiones de la administración pública –como la
destitución de funcionarios corruptos– y el espectáculo mediático me hizo creer que desde ahí podría cambiar la podredumbre estructural de mi país. No descubrí que era un espejismo hasta
estrellarme con el muro de la censura construido con intereses
del monopolio cruzado y del mercado de la información callada
a conveniencia...
Wendy Funes

Si al hecho de ser periodista de investigación le sumamos el
de mujer y madre, la fórmula toma un matiz diferente, que se
debate entre estirar el tiempo en obligaciones hogareñas y el
compromiso ineludible de estar atentas a las historias que vamos descubriendo.
El periodismo, ese que forma parte de mi adn desde que descubrí que podía aportar a mi país hilvanando
notas que sirvieran de ojo analítico, implica en esta nueva etapa
de mi vida, en la que empiezo a transitar por los vericuetos de la
maternidad, un reto mayor...
Mary Triny Zea

Descargar el libro acá: https://drive.google.com/file/d/1-SdoVDRpPhv-cESPrU4z11hpZPIwnSw-/view?usp=sharing

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