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Independencia y tragedia nacional

Por: Rossel Montes

Tegucigalpa, Honduras | Reporteros de Investigación. Ya cumplimos 200 de un largo periplo, un recorrido histórico lleno de esperanza y desesperanza. El campo de lo histórico-social es el campo de la creación solía decir Cornelius Castoriadis, donde la imaginación es el magma de significaciones que crean lo instituyente o la potestas como diría Dussel. Honduras es el campo de la espera infinita, el campo del aburrimiento donde metafísicamente pasa de todo y no pasa nada, ya esa es demasiada metafísica diría Pessoa.  A-metafísica es nuestra existencia histórica, como nación, en busca de su identidad, de su lugar en el todo, una búsqueda que ha sido truncada por la ambición desde medida de unos cuantos, de criollos a sátrapas, unas elites incompetentes que quedarán en el cementerio de las elites, como las más pérfidas en su entorno y contexto histórico.

En 1821 las elites de turno, se preparaban para firmar el acta de independencia, el documento que sería el sello de nuestro nuevo camino como república independiente, ese mismo 15 de septiembre de 1821 se reunieron en el palacio de los Capitanes Generales de Guatemala, personajes como Gabino Gaínza, José Cecilio del Valle, Pedro Molina, José Santiago Milla, Mariano de Aycinena, Mariano de Beltranena, Mariano Gálvez, Miguel Larreynaga y José Matías Delgado, quienes discutían la posibilidad de proclamar la independencia de los pueblos centroamericanos.  José del Vale fue el encargado de redactar el acta de independencia.

Las elites criollas habían acumulado un desprecio de clase hacia las autoridades peninsulares, tras tres siglos se administración española, los criollos había desarrollado un proto-nacionalismo según el historiador Severo Martínez Peláez, explicado en su monumental libro “La Patria del Criollo”. Proto nacionalismo que coadyuvó a firmar de forma acelerada el acta de independencia, con temor a que los movimientos revolucionarios de América del sur o México se hubiesen repetido en Centroamérica, lo conservador ya estaba instalado en estas huestes, y muchos de sus descendientes aun desgobiernan nuestra nación.

Es evidente que estos acontecimientos no hubiesen sido posibles sin la emergencia de la Ilustración, la Revolución francesa y el avance del capitalismo. El debilitamiento militar y económico de España fue la oportunidad de los criollos para la ruptura con la metrópoli y avanzar con las revoluciones hispanoamericanas, pero para algunos teóricos, las ideas del iluminismo no estuvieron presentes en las mentes de las elites en ese momento histórico, las ideas de Igualdad, fraternidad y libertad, ideas que serán el canon dogmático del liberalismo y la democracia formal y occidental.    La idea del individuo como centro de todo social. Estos postulados no estaban presentes en ese momento histórico y es un resabio que aún persiste en la actualidad, la construcción de la ciudadanía y de la democracia inclusiva y un gran proyecto de nación, brillan por su ausencia.

La verdadera independencia quizás nunca se dé, por los avatares de la globalización de la desigualdad y esa supuesta evaporación de los Estado-nación, los países son más interdependientes unos de otros; eso solo podría suceder en un mundo donde no existan países hegemónicos ni explotadores, y que los países pequeños puedan decidir sus propios caminos y derroteros.

La verdadera independencia se logrará cuando se construya una república realmente democrática, donde la construcción de la ciudadanía sea la constante búsqueda insoslayable de un sistema político que tenga como horizonte la construcción ética de cada ciudadano. Paradójicamente las elites criminales hablan de educación y patriotismo cuando están vendiendo nuestro territorio al mejor postor, los apátridas y desleales al pensamiento de Valle y Morazán no solo destruyen nuestra nación, sino, nuestro futuro y esperanzas.

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