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Crónica del infierno de una madre: Gobierno en colusión con la mara habrían organizado matanza en El Pozo

«Estas cruces yo no se las deseo a nadie»

Margarita

Tegucigalpa, Honduras | Reporteros de Investigación.  Margarita (nombre modificado) sueña que su hijo saldrá y estará predicando en el pulpito de una iglesia.

—Si sale y recibe órdenes de ellos para hacer algo afuera, esta vez “no sé si tendré fuerzas para continuar apoyándolo” —, dice Margarita, acaba de regresar de la cárcel de El Pozo en Ilama, Santa Bárbara. Su hijo fue acusado falsamente porque no pertenecía a la pandilla, pero sí era amigo de ellos y estaba en la calle en una esquina cuando lo detuvieron, cuenta Margarita.

Esta noche tiene sus pies hinchados porque estuvo casi 24 horas haciendo fila para entrar a ver a su hijo antes de la matanza que dejó como saldo dos jóvenes de la dieciocho asesinados, Wilson Nahún Fonseca y Edvin Josué Valladares.

“Creo que ya todo estaba  planificado… Bien organizado… Todo cada detalle… Que nunca lo hacen… Los muchachos de la 18 decían que los policías penitenciarios habían ido a abrir los del módulo de máxima seguridad donde están los 13”.

Margarita ha bajado de peso, sonríe, pero con una profunda tristeza en la mirada, su refugio y fuerza está en la oración; acude a la iglesia como siempre lo ha hecho y su hijo cayó en prisión cuando ella había hecho una promesa de consagración a Dios. De ahí en adelante, le ha tocado vivir el infierno.

En la entrada, los militares que controlan el acceso a los centros penales, la desnudan, la tratan con indignidad y la maltratan, igual que a las demás madres de los jóvenes de la dieciocho, dice ella.

Hace más de un año no había visto a su hijo por las restricciones de la Covid 19.

“Dijeron que como esta semana fue Día del Reo… Iban a entrar todas las personas que tienen familiares con identificación. Llegó un mar de gente desde las 6 de la tarde anterior, nosotros llegamos a las 5 de la madrugada y desde entonces haciendo una fila enorme, nos sellaron como vacas…”.

Los muchachos tenían todo con medidas de seguridad y luego del ataque todos culpaban al presidente Juan Orlando Hernández.

—Por eso digo que en esta muerte hay muchas cosas…—, sugiere Margarita.

A eso de la 12 de la mediodía las autoridades dejaron de anotar a las personas que hacían fila, lo hicieron para distraer.

Familiares intentan entrar a El Pozo después del ataque.

“Después de pelear me dejaron pasar, igual a cuatro muchachas que estaban detrás de mí… Pasé, tenían detenidas a tres muchachitas delgaditas, con cuerpos delineados y preciosos porque no se parecían a la foto de la nueva DNI (identificación nacional)”.

“Ahí estábamos para recorrer un pasillo amurallado y llegar a una tétrica sala con baños para mujer y varones. Y lo más temible, una máquina donde lo meten no importando que las personas ya estén rasgando la tercera edad… Luego lo vuelven a revisar donde lo “escurgan’ (registran) hasta bajarles el pantalón y los calzones…”

“Hacia allá íbamos cuando escuchamos ráfagas de disparos y mirábamos como se salían el humo, nos encerraron en esa zona que son como pasillos amurallados de alambre. Nos dijeron que nos tiráramos al piso por alguna bala perdida, pero ante nos había dicho un policía que eran simples balas de salva y que no hacían nada”.

“Luego, llegó un policía del ejército y nos sacó rápidamente a una galera donde habían como unas 50 personas. Ellas gritaban lloraban y seguía la tirazón, Nos sacaron y tiraron bombas lacrimógenas, así sacaban a todos los que estaban en espera en escáner, revisión y en islas de visita”.

Se escuchaban al fondo…

“Cuando llegó el del ejército, escuchamos que le gritaban por el radio que el ataque era en el Módulo Reseña; la gente de las salas de visita dicen que los policías comenzaron a disparar dentro de la sala. Cuando nos sacaron, la gente que aún no había entrado estaba llorando gritando y hasta insultando. Eso fue terrible”.

“Después fue un lío para que nos dieran las identidades mientras tanto no se sabía nada de los muertos”.

“Ellos rapidito sacaron a los policías heridos eran dos pero había un gran despliegue de patrullas. No sacaron a los internos heridos hasta que la gente les grito hasta el cansancio, lo hicieron autorizaron el traslado de un muchacho herido creo que fue el que falleció… Y fueron los compañeros que los sacaron a los heridos”

“Hay muchas preguntas… ¿Por qué tanta organización, por qué dar entrada o autorizar solo entrar con identidad?

“Ellos decían que los policías les habían abierto los portones de los módulos a los contrarios y tienen toda la razón ¿Cómo ellos van a organizar un amotinamiento si sabían que estaba su familia afuera, ansiosos por verlos, muchos desde hace muchos meses antes de la pandemia, porque no dejaban entrar sin carnet y, otros, porque los trasladados de Siria, no han tenido contacto con sus parientes”.

“Todo lo que pasa le echan la culpa a la 18 y no es que los defienda yo escucho a las madres, me da pesar que muchachos que salieron hace algunos meses ya están otra vez presos, no los dejan pero ni 15 días en libertad”.

“Yo estuve desde que llegamos a las 5:00 de la mañana hasta la 1:00 de la tarde ando las patas como tamal. Cuando mi hijo vaya a salir, no sé si alegrarme o ponerme triste. Ya casi no duermo  porque mi cabeza da vueltas y vueltas y me pregunto cuándo salga, que va a pasar”.

“Dijeron que dos bandejas de comida por persona iban a dejar pasar, llegaba con las dos comidas y adentro las hacían que notarán una porque estaba permitido una y con poquita comida. Son ingratos uno con sacrificio va a visitarlos…lo hacen que tome sol a lo pendejo. Se gasta en pasajes, comida y para terminar vive momentos de zozobra. No tienen corazón. Esos policías hasta se reían tirando en las patas las bombas lacrimógenas”.

“Me contaba una persona que trabajó en la cárcel que le daba un pesar porque llegaban muchachos con dolor en sus muelas o dientes porque comiendo frijoles se les había quebrado su pieza dental. Que a él le daba pesar porque no era odontólogo y que podía hacer nada. Todo lo que sufren y hoy escuchando la discusión del Chepo que estaba en el portón que decía que los privados comían mejor que cuando estaban afuera. Vieran la cantidad de pollo y mortadela que aquí entra decía y las señoras regadas diciendo que una vez al mes del daban pollo crudo que por eso se enfermaban”.

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