Columna de opinión | Por Wendy Funes

Tegucigalpa, Honduras | Reporteros de Investigación. Esta mañana amanecí en una Costa Rica nublada.
Casi a 700 kilómetros de distancia de mi tierra, lo primero que vi al abrir los ojos fue el sol filtrándose por las cortinas transparentes de una ventana que muestra grandes edificios.
Desde el tercer piso donde ahora escribo, se ve el arte en las calles. Es lindo un país sin militarismo y sí con monumentos y museos.
Pienso en todo lo que hemos vivido con el equipo en los últimos días, pienso desde acá que siempre va a ser un honor que funcionarias y funcionarios delincuentes ya sea en Tegucigalpa, centro de Honduras; Choluteca, en el sur; Cortés, al norte, nos ataquen, para mencionar algunos ejemplos.
Lo preocupante sería que estos delincuentes del Estado pudieran sobornarnos, intimidarnos y ejercer control.
Sería muy vergonzoso recibir dinero sucio, hecho con las lágrimas de jóvenes que sufren por la adicción a las drogas que dejan los laboratorios de producción que han proliferado o si pudieran comprarnos con dólares provenientes de miles de migrantes víctimas de una red donde no solo hay funcionarios sino nepotismo, un negocio donde aparecen madres e hijos que viven del Estado, inescrupulosos, no les importa el dolor humano; seríamos una horda de criminales mercenarios de la palabra si recibiéramos dinero de traficantes, tratadores, “narco políticos” o militares, en fin mareros y pandilleros de cuello blanco.
Como nos negamos a ser cómplices de estas redes y hacemos nuestro trabajo, estamos bajo el ataque de estos criminales. Nos quieren callar. Ellos quieren destruir los mecanismos legales que actúan frente al abuso estatal, quieren expandir el control abusivo del Estado para delinquir a sus anchas y trabajan en la neutralización de las y los periodistas que ven como enemigas y enemigos porque una prensa independiente es una amenaza para la recua de corruptos mansos que ellos son.
Criminales de Estado que si escarbamos un poco más fácilmente encontraremos sus nexos con narcoalcaldes, reprensión y corrupción de cuerpos armados. Son una camarilla de delincuentes que quiere hacer creer que son mejores que las élites criminales que han gobernado Honduras, pero no es así, solo son un nuevo grupo delictivo que pelea con las estructuras que ya estaban y a las que también venimos desnudando desde 2017, a través de Reporteros de Investigación. Sabemos que en Honduras hay zonas silenciadas y nos hemos atrevido a romper el hielo, sabemos que es territorio hostil que puede llegar a la máxima censura por eso debemos ser protegidos y auto protegernos.
Frente a los insultos de estos delincuentes criollos, tenemos el reconocimiento internacional a nuestro trabajo de consorcios internacionales, embajadas, periodistas nacionales e internacionales y de funcionarias y funcionarios honestos que sí existen en el gobierno actual y lo más importante es la realidad que podemos transformar para mejorar las condiciones de nuestro pueblo aunque muchas veces la opinión pública no lo sepa o no lo valore, pero es el oficio que escogimos. El mejor oficio del mundo, como decía Gabriel García Márquez.