Tegucigalpa, Honduras | Reporteros Investigación | Diario EnAltavoz. En medio de una cuesta de la colonia Infop está la casa donde fue asesinada, hace dos años, Glenis Vanessa Ramírez Hercules. Una jóven descendiente de mujeres que trabajaron en la maquila.
Altavoz/Reporteros de Investigación viajó a Choloma, visitó esta colonia y conoció la zona donde 48 horas antes del hallazgo del cadáver de la joven, un hombre –del que ella se había separado desde hace un año– la golpeó, la asfixió, quebró sus huesos y la metió en un saco. Su agresor, Jairo Mauricio Claros Burgos, según la denuncia. Pero en el caso, hay impunidad no sólo porque el supuesto asesino sería de la pandilla 18 sino porque tendría vínculos familiares con policías, dijo una persona con lazos familiares con la víctima. Pidió el anonimato y mientras hablaba con el equipo miraba a su alrededor para cerciorarse que nadie escuchara su relato, dijo que su familia recibió amenazas de parte del asesino.
El femicida acompañó a la policía a buscar a su expareja. La policía hizo el levantamiento del cadáver en un matorral casi 48 horas después. Su femicida la dejó semienterrada en la vegetación y había tenido el cadáver escondido debajo de la cama al menos por 24 horas. Le ordenó a sus hijos que dijeran que ella se había ido con un hombre de un carro rojo.
–“Si no dicen eso, les voy a cortar la lengua y les va a pasar lo mismo que a su mamá”, les dijo el agresor. Según algunos testimonios, dados a la policía, los niños habrían visto cuando su mamá murió.
Pese a eso, ahora los niños viven en la casa del hombre que mató a su mamá porque la familia de la víctima ha tenido miedo.
La colonia Infop está al sur de Choloma, aquí operó la banda de traficantes de drogas más fuertes de esta ciudad cuyo cabecilla creció después del Golpe de Estado de 2009. “Se dice que hasta tenía cocinas en Casa Presidencial en aquel entonces”, contaron al menos tres fuentes que pidieron el anonimato. La penetración del narcotráfico llegó al extremo de que había nexos incluso con el equipo local de fútbol y con el crecimiento de la narcopolítica, también subió la saña e impunidad en la muerte de mujeres.
El 7 de octubre de 2019, la página web de Casa Presidencial confirmó que el exalcalde de El Paraíso, Copán, Alexander Ardón Soriano, aceptó haber asesinado a 56 personas y que dejó heridas a seis. “Dijo haber conocido a Juan Antonio Hernández en el año 2008 y afirmó, sin presentar ninguna prueba, que le ayudó a él y a su familia a traficar droga los años 2010, 2011, 2012 y 2013 hasta la detención”, según el boletín de Casa Presidencial. Ardón confesó ante la Corte del Distrito Sur de Nueva York, su participación en el asesinato de Melvin Sanders. Ardón Soriano además mencionó que el excongresista Juan Antonio Hernández Álvarado y su hermano, el gobernante de Honduras Juan Orlando, también están vinculados al narcotráfico.
A Sander lo mataron en 2013, tres años después de que arribara al poder Juan Orlando Hernández. Para ese entonces, la muerte de mujeres en este municipio había ido creciendo como lo muestra la estadística oficial. Entre 2013 y mediados de 2019, 132 mujeres fueron asesinadas en Choloma
Los vecinos de esta colonia, de calles de tierra empinadas, viven cerca de un lugar mítico y tenebroso incluso para las autoridades, le dicen El Tanque. La gente cree que hay fosas clandestinas.
El sitio se ha convertido en un mito. En el pasado estaba controlada por el narcotráfico que dominaba la zona, ahora mandan los grupos de mara que sustituyeron la actividad criminal. Y en otras colonias de la ciudad, las bandas como La Rumba y la Pandilla 18 siguen disputándose el poder aunque sus cabecillas están presos. En medio de la guerra criminal caen mujeres.
“A mi hermano lo mataron y como pudimos, nos armamos de valor y subimos allá arriba, a El Tanque porque la policía tuvo miedo, no quiso subir, pero ya cuando los vecinos habían bajado el cadáver bien que acordonaron la escena, pero allá en la calle”, dice Rosa (nombre modificado) la hermana de uno de las personas que fue enterrada en ese lugar. Para subir a El Tanque, hay que escalar por la calle de tierra, es una tierra de un café pálido, resbaladiza. En la parte alta de esta loma hay un parque infantil desde donde se ve la montaña con El Tanque en la cima más alta de otro cerro.
Hay grupos de jóvenes en las esquinas, las muchachas reciben acoso callejero y si tienen libertad sexual, también sufren estigmatización.
La noche del sábado, Glennis quería bailar en “la canchita”, una cancha de baloncesto que está en la entrada de su colonia. Su expareja llegó para ver a sus hijos. Estuvo esperándola hasta la madrugada. Su familiar contó que ella volvió en la madrugada de la fiesta, pero su comportamiento no era tan espontáneo como siempre. Tenía miedo.
Una amigo la acompañó para dejarla en la puerta de su lugar de habitación. Al igual que la mayoría de mujeres en Choloma, la joven alquilaba el cuarto de una vivienda para morar ahí.
Cuando entró al cuarto que alquilaba, discutieron y se supone que la mató a golpes. Al día siguiente, el domingo, su familia la esperaba, unas primas fueron a buscarla y los niños dijeron que se había ido con un hombre de un carro rojo. Uno de los niños incluso bajó a pedir el celular de su mamá. El lunes, el papá de los niños seguía ahí, la familia y los vecinos empezaron a sospechar que algo pudo haber pasado…este 1 de noviembre se cumplieron tres años del femicidio…su familia sigue con sed y hambre de justicia…como las familias de 131 mujeres más, asesinadas en sólo seis años y medio en esta ciudad.