Por Cesar Fuentes
Una mañana suena la sirena, una llamada de alerta que al accionarla, el destino se desconoce. A la llegada se ve entre llantos y gritos una tragedia encadena, entre grandes llamaradas desafían con mangueras que desplazan para así poder salvar vidas y salvar lo poco que queda de las terroríficas llamas.
Entre escombros se les ve su rostro entre lágrimas y sonrisas que apagaron el incendio que provocó pérdidas materiales. En su pecho lucen insignias, en sus corazones nuestras vidas, salen victorioso, llegó la hora de la retirada antes de regresar de un servicio quedan experiencias, la pasión y las ganas de ayudar al prójimo sin importar la fecha y el momento. Cooperan sin esperar nada a cambio, el sacrificio que las motiva al volver sus seres queridos, su familia, es recompensado con el servicio hacia los demás.
Bomberas que aman su oficio, mujeres solidarias que luchan cada día tal vez no tengan las mismas fuerzas que un hombre, pero su gran trabajo, han demostrado su empeño y dedicación en lo que hacen, las cosas se hacen sin importar el género.
Dedicado a estas grandes mujeres que han demostrado que los sueños se cumplen ya que desde pequeñas se han ido convirtiendo en lo que son Bomberas que aman su oficio. Lesbia Marina Paz.
Esta bombera es una heroína anónima. Durante varias horas realizó labores de enfriamiento. La bombera trabajaba mientras otras mujeres laboraban también por limpiar los escombros aún calientes para reiniciar. Algunas comerciantes acudieron a revisar su mercadería. La mercadería quedó reducida a escombros. Un niño trabaja en los mercados de Comayagüela. La tragedia minutos después. Un mujer trabaja en limpiar las cenizas. Al fondo el puente del Instituto Hibueras. La prensa llegó al lugar. El incendio se veía en la madrugada.
- Fotos: Cesar Fuentes