Tegucigalpa, Honduras | Reporteros de Investigación. “Los administradores de las redes sociales a nivel internacional han sancionado específicamente a este gobierno (de Juan Hernández) porque les han encontrado miles de cuentas falsas donde este genera información a la sociedad hondureña, evidentemente para favorecer políticas de Estado, políticas públicas del Gobierno que no precisamente son las mejores, sino que buscan maquillar la información”, dice el abogado Ramón Barrios.
Según Barrios, durante los tres o cuatro meses de pandemia, el gobierno de JOH ha usado, “no de la manera más transparente… recursos que rondan los 4,000 millones de lempiras”.
Como no hay “una fiscalización objetiva de los entes que deberían oficialmente auditar estas cuentas” la sociedad hondureña percibe que esa cantidad de dinero se ha utilizado “para enriquecer a personajes del gobierno y para que haya nuevos ricos”, añade Barrios. El gobierno ha contraatacado estas ideas de la sociedad “generando noticias falsas, alejándonos del contexto real de la enfermedad”, creando “informaciones sensacionalistas que no tienen que ver con el mal manejo de los fondos y de la crisis en general”.
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Las entidades contratadas por el gobierno para desinformar a la sociedad hondureña mezclan información falsa con verdadera, creando confusión y desesperación o desviando la atención del público de asuntos que dañan la imagen de la administración Hernández. No es solo una guerra contra la sociedad, sino una pandemia de la información, una “infodemia”.
“La infodemia es básicamente una avalancha donde va mezclada información correcta con información falsa, errónea”, dice el sociólogo y catedrático del CURLA, Luis Velásquez. Esta avalancha hace que al público se le dificulte “distinguir entre lo que es cierto y lo que no lo es”.
La cuestión se vuelve más difícil cuando los políticos desprestigian la información de fuentes confiables, específicamente de la pandemia. “Entonces el público dice ¿a quién le creo, le creo al gobernante, al director de esta organización, al rector, decano de aquella universidad?”, dice Velásquez. Y recomienda atender “con algún sentido crítico a la información de los entes encargados” en el área de la salud.
Uno de los resultados de la política de desinformación del gobierno de Honduras está jugando en su contra, ya que parte de la población duda de los informes oficiales en general y en particular de los que tienen que ver con el manejo de la pandemia de COVID-19. “Como el gobierno tiene poca credibilidad, mucha gente le da poca credibilidad a la información que da el gobierno”, dice Luis Velásquez. “El resultado es que la gente no sigue en buen porcentaje las medidas recomendadas para prevenir el contagio porque no confían en el gobierno”.
Nos despedimos con esta edición con esta frase de Noam Chomsky: “Mientras la población general sea pasiva, apática y desviada hacia el consumismo o el odio de los vulnerables, los poderosos podrán hacer lo que quieran, y los que sobrevivan se quedarán a contemplar el resultado.
En la segunda entrega de la serie de investigación periodística “La fábrica de noticias falsas en Honduras” revelamos cómo las estrategias de comunicación del gobierno de Juan Orlando cambiaron radicalmente tras la muerte de Hilda Hernández. Ahora sus cuentas oficiales son manejadas desde Colombia y Honduras por un equipo que dirige un exempleado de J.J. Rendón, quien dejó al venezolano para trabajar exclusivamente en las redes sociales de JOH.
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Iniciamos esta serie de investigación periodística “La fábrica de las noticias falsas en Honduras” revelando cómo el gobierno de Juan Orlando Hernández paga a empresas extranjeras y consultores de Colombia, Venezuela y Chile para crear campañas de desinformación con el fin de dividir a la oposición y a los líderes de su mismo partido para lograr mantenerse en el poder
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