Por Jaime Flores

Tegucigalpa, Honduras |Reporteros de Investigación. El nombramiento de algunas/nos profesionales en altos cargos de la administración pública del país por parte de la señora presidente Iris Xiomara Castro no ha dejado de causar asombro por inesperados; ya que los asuntos de Estado no pueden confiarse o delegarse en manos de inexpertos, irresponsables o de activistas, por noble y justa que sea la causa que enarbolen.
Y no se trata de cuestionar las decisiones de la presidenta, como es la de nombrar a sus principales colaboradores como son los secretarios de Estado, los cuales deben gozar de su plena confianza, ya que de ellos depende el éxito o el fracaso de su gestión y por ende de la continuidad del partido en el poder, en este caso Libertad y Refundación (LIBRE).
Pero para nombrar a un secretario de Estado no sólo debe primar la confianza de la gobernante en determinada persona, ya sea porque es su pariente, su amigo o su recomendado. Por los siglos la administración pública ha sufrido este vicio y nunca se ha privilegiado ni la carrera, ni la profesionalización de la burocracia.
El Nepotismo ha sido la norma y no la excepción y sobra decir el estado calamitoso en el que se encuentra el país por culpa, en parte, de los outsiders de la política, que casi siempre responden a los grupos de poder; se carece desgraciadamente de una élite gobernante.
Los altos funcionarios deberían destacar por sus capacidades profesionales, porque desde su gestión tienen que hacer aportes a la población y las malas o equivocadas decisiones en el ámbito público afectan a la colectividad y en la mayoría de los casos a los que se encuentran en precariedad social.
Otro de los tantos requisitos es la experiencia y conocimiento de la cosa pública; entre manejar una empresa privada, un programa deportivo, una organización no gubernamental y una Secretaría de Estado hay un mundo de diferencia.
Recordarles a los nuevos funcionarios públicos que filosóficamente hablando el ámbito privado es el de los máximos y el público es de los mínimos.
No debería pasarse por alto la honradez, la probidad y la estabilidad emocional para responder con sensatez y serenidad a los múltiples desafíos que se le presentaran en el desempeño del cargo, principalmente cuando de conducir personas y de relacionarse con ellas se trata, lo cual casi es un arte.
Y es que por eso sorprenden algunos nombramientos realizados por la señora Presidenta en algunas secretarías de Estado, en donde se dejó llevar por su emocionalidad, por su cariño y por vínculos de sangre y no por el pragmatismo que requiere un estadista; al nombrar a familiares y a inexpertos en esos puestos de alta responsabilidad pública, algunas de ellas y ellos generándole problemas a su gestión.
Ejemplos de estos outsiders nombrados por cariño y por amistad sobran en la actual administración; algunos de ellos se siguen comportando como verdaderos activistas, no han dejado las banderas de sus movimientos; cuando la administración pública no es de causas, ni movimientos específicos por ser estos reduccionistas y en algunos casos hasta polarizantes.
Deberían tener en cuenta la premisa; un gobierno llega hasta donde la población se lo permite y un pueblo, como el hondureño, que no es conservador, sino que ignorante, no permite hablarle de matrimonios gay y cambios de nombres, tal como lo solicita la comunidad LGTBI, propuesta irrelevante en países avanzados.
Un joven ministro, y outsider ha enarbolado esta bandera, pero porque no plantearse campañas de educación, visibilización y sensibilización para la población y de esa manera contrarrestar la campaña mediática de las iglesias fundamentalistas sobre los matrimonios entre personas del mismo sexo o su cambio de nombre.
Que se hayan enderezado demandas en los tribunales laborales en contra de una alta funcionaria de derechos humanos debería de llamar la atención de la mandataria y cuestionarse ese nombramiento y no digo que la profesional no tenga las competencias para el cargo, pero por lo que manifiesta la demanda tiene problemas de comunicación con sus subalternos, principalmente con aquellos que fueron nombrados y responden a la narco dictadura.
Una cosa es desconfiar de ellos y con justa razón y la otra es maltratarlos; no se debe mancillar la dignidad humana; se debe seguir el debido proceso y enviarlos a la calle a estos funcionarios, algunos de ellos se lo merecen y con creces ¡Impensable que esto suceda en una Secretaría de Derechos Humanos!
La gobernante debe revisar algunos nombramientos de altos funcionarios, porque la salud de su gobierno depende de las ejecutorias de sus colaboradores de confianza y de eso depende el triunfo de LIBRE en el próximo proceso electoral, partido que promueve la refundación del país o del regreso de la tenebrosa dictadura del Partido Nacional.