
Por Carlos Méndez
Tegucigalpa, Honduras | Reporteros de Investigación. Con persistencia se habla muy a menudo que “hay una crisis de valores humanos en el país».
La falta de honradez y honestidad y la preeminencia de la corrupción e impunidad aparecen ante nuestros sentidos de manera ruidosa e inmediata. Añada Ud. la falta de otros valores,v.gr: la solidaridad, el amor patrio, cuidado por la naturaleza, humildad, responsabilidad, creatividad, paciencia, nobleza, lealtad, tolerancia, generosidad compasión por el prójimo y más.
Pero no siempre fue así. En los pueblos originarios o antiguos, cualquiera que se ocupe de la historia registrará en sus apuntes o crónicas, acerca de conductas y actitudes individuales y colectivas muy cristianas, aun sin conocer, por cierto, acerca de la existencia testimonial del hijo de un carpintero en Nazaret, que vino a enseñarnos que debiésemos tratar con amor a las demás personas así como nos gustaría nos trataran a nosotros mismos.
De esta manera, podemos encontrar, todavía en tiempos quizá lejanos para algunas personas, ejemplos de comunidades enteras, en donde el vecino, comparte su plato proletario de comidacon otros de su clase, amén de vigilar por la seguridad personal-espiritual y familiar del resto de su comunidad.
¿Alguna vez oyó Ud. hablar de la técnica “mano vuelta” ?; …una práctica en donde, un grupo de campesinos e indígenas, hombres y mujeres, hacían milpas y hasta viviendas en favor de alguien, cabeza de familia; y luego, terminada esas tareas se hacían otros proyectos similares para otros y así hasta concluir un ciclo en favor de todos para cerrar el ciclo de solidaridad comunitaria.
Alguna vez, se dio cuenta por casualidad, de las prácticas y testimonios de honradez que se inculcaron en los núcleos familiares desde los más pequeños de la casa, y donde se inculcó aquel proverbio que: “tocar un centavo ajeno es un pecado” que se pagaba hasta con la rudeza del castigo físico? (independiente que estemos deacuerdo o no, con esos métodos, el día de hoy).
¿A dónde se fueron esos valores individuales y colectivos, profundamente amorosos?
Resulta interesante que las aparentes ausencias de aquellos valores de bien, se reproducendañinamente de poco a más, en plena modernidad, con el surgimiento de la revolución industrial post revolución francesa y consigo la implementación de un modelo económico global de libre mercado, de competencia desigual, e incubadora de individualismo por encima de aquellos valores humanos. Se los llevó el olvido. En este modelo capitalista, ahora mimetizado en puro neoliberalismo, la brutalidad es mayorcuando aquellos valores como la honestidad y honradez son sustituidos por prácticas de corrupción desde el Estado-gobierno.
Los valores humanos de y para el bien, son invertidos. El funcionario público y ladrón que roba descaradamente se vuelve en el acto, un modelo nefasto, que se exhibe sin pudor en el inconsciente de pueblos enteros. Y se convierte en un patrón a seguir no solo de pensamiento, sino de obra o acción porque el gobierno, escuela viva perversa, da el ejemplo podrido a la ciudadanía. La política, ciencia aristotélica para hacer el bien común, la convirtieron en un “modus operandis”, los politiqueros sinvergüenzas, en todos los niveles de la res publica.
Tan solo mencionar la corrupción nos plantea la necesidad, a la inversa: volver por los fueros de cultivar no solo y tampoco la honradez, y honestidad, sino también otros valores ya mencionados: la solidaridad, humildad, nobleza, el amor al prójimo y a la patria, etc.
¿Todavía existe la práctica de valores humanos, que favorezca el repensar y hacer una nueva ética con visión de país? Pensamos que sí. Existe no solo en teoría, valores humanos intrínsecamente buenos interiorizados en la hondureñidad y por eso la importancia de redescubrirlos y recuperarlos.
En una época de gran complejidad, mezcla de esperanza e incertidumbre esta recuperación de valores para el bien de la gente menos y también, la más necesitada de todo, es un grito silencioso. Exige realizarla desde lo familiar, local, y con la participación plena de toda la gente. Con y en toda la comunidad. Además, hecho de manera sencilla; educomunicativamente con gran creatividad, imaginación e ingenio pedagógico.
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