“Cuántos años pueden vivir algunos, antes de que se les permita ser libres. Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza, y fingir que simplemente no lo ha visto.
La respuesta, amigo mío, está silbando en el viento. La respuesta está silbando en el viento.”
Bob Dylan
Por: Magdiel Midence
En medio de las risas, Gabriela Rodríguez estaba asustada, alguien la convenció para modelar en traje de baño para un evento de verano; un hombre se metió a la pasarela y le estampó un beso en la boca a vista y gracia de cientos de personas que sólo se burlaban de la escena, ejemplo de una colectividad inmersa en el irrespeto a la dignidad del prójimo.
La mujer se ha visto afectada por la imagen diminutiva de sus capacidades, una imagen impuesta por el sistema para poder controlarla, es así que antaño ni siquiera podía exponer un pensamiento propio, exaltando la libertad de expresión que debería tener porque era expuesta a que cualquiera hiciera de ella lo que le diera la gana, esta forma de represión ha sido llevada en contra de ella desde la religión hasta la política; la historia ha sido poco o nada justa.
«No hay otro pueblo más macho que el pueblo catracho». Es parte de una canción folclórica indicando que en este país no se carece de gallardía, aunque la palabra macho se utilice la mayor parte del tiempo para minimizar la figura femenina.
Históricamente, la cultura de estos pueblos ha destacado la fuerza del hombre como símbolo de heroísmo, dejando a la mujer como un ser débil, cuando en muchos casos (si no es que en la mayoría) que podemos ver a diario la mujer es el la base de sustento en los hogares y más allá de eso es quien brinda las directrices morales que han de acompañar al individuo por el resto de su vida.
Cuánto más hay que esperar por una sociedad libre de compañeras ultrajadas por la pereza de conciencia que acompaña la calamidad de la condición humana. Cuántos procesos habrá que pasar para obtener un país educado social y emocionalmente contra las discriminaciones de género.
“Uy mami, ya te administro si querés y si tu marido quiere también le doy, enterita se las dejo ir a los dos”. Le grita un cobrador de buses a una chica que camina por una calle de Comayagüela, exactamente frente a la escuela Lempira, tomada de la mano con su pareja. Así como este ejemplo uno puede encontrar muchos a lo largo y ancho del país.

Es usual también escuchar en las reuniones de amigos que más de algún muchacho comente como fue la acción del coito con alguna muchacha que generalmente en la fiesta todos conocen, es hasta común y poco criticado denigrar a las mujeres, a veces hay otras mujeres que justifican estos actos sin darse cuenta que están alentando el machismo como parte del costumbrismo local, afectando vidas, estas acciones a veces causan traumas en el andar cotidiano de terceras personas.
Esa visión subdesarrollada sobre el pensamiento de los hombres en cuanto a ellas es algo casi incontrolable dentro de este nicho social, es normal que un individuo (hombre o mujer) utilice términos como “afeminado”, “mujercita”, “fémino” etc. Con el único objetivo de insultar “la dignidad” de los hombres como si las mujeres fueran subhumanos u objetos, en lugares alejados del casco urbano y aún en la misma metrópolis las mujeres son vistas como instrumentos de aseo y se les irrespeta su sexualidad al punto de matarlas por negarse a acceder al coito o simplemente porque ya no “funcionan” como parte de la familia.
Es tanta la beligerancia del acoso en el mundo actual que las mujeres han llegado a cambiar su manera de vestir, cambian de rutas de acceso a los lugares donde viajan cotidianamente por el temor a pasar por lugares muy solos o con incidencia de este fenómeno social, es porque el acoso callejero cuando es reincidente de parte de una persona muchas veces no se queda allí, puede llegar al manoseo incluso a extremos como la violación o la muerte.

En otras instancias, uno puede escuchar cómo se le violento la dignidad a una mujer que hasta llegó a renunciar a su trabajo culpa de la actitud libidinosa del patrono en su contra, son muchas las personas que han abandonado sus trabajos, incluso sus casas. Una relación de pareja no quiere decir que una mujer debe estar sujeta a que le violenten su honor.
«Un celoso hombre mata a su esposa y luego se quita la vida» Encabeza la portada de un diario en Honduras el 26 de junio del 2017.
Un reciente estudio del Centro de Derechos de la Mujer (CDM) cuenta que cada 18 horas una mujer es asesinada en Honduras por violencia de género. Lo que se traduce a 187 mujeres muertas (y contando) sólo en el primer semestre del 2017. Para el 3 de marzo de este año ya habían sido asesinadas 100 mujeres.
«Jóvenes desaparecidas aparecen en un vídeo afirmando “estar bien” a sus familiares». Estalló el viernes pasado en las noticias locales, acerca de tres niñas que desaparecieron de su colegio la semana pasada en una comunidad del departamento de Sta. Bárbara.
Es tan poca la conciencia de género en este país que luego de aparecer la noticia del video que muestra a las niñas desparecidas una ola de personas entre hombres y muchas mujeres escribieron en las redes sociales refiriéndose a estas menores de edad de forma poco agradable, asumiendo cualquier cantidad de situaciones, siendo en algunos casos más despectivos los comentarios de sus congéneres. Lo que muestra solamente un bajo nivel educativo en cuanto a estos temas y la violencia contra la mujer en específico.
Aparentemente, son varias jovencitas desaparecidas en ese municipio del occidente hondureño y las autoridades poco o nada han hecho para desliar estos casos.
“Tener un agresor es completamente sano”
Otro ejemplo es el de la presidenta de la Comisión de la Mujer de la campaña de Keiko Fujimori en Perú, quien emitió una serie de comentarios a través de una conferencia de prensa despotricando a favor de los hombres con conductas lascivas y machistas, al insinuar que a veces es la mujer quien propicia los femicidios.
Y no, no es un evento aislado de la realidad en cuanto a la mujer hondureña porque Latinoamérica tiene una constante en su historia y es que todos sus países han sido (sub) desarrollados bajo las mismas premisas de (mala) educación y maltrato hacia la mujer.
Lo peor de todo es que para la mayor parte de países latinoamericanos esta perspectiva latifundista sigue teniendo vigencia, tanto así que las mujeres no pueden usar la pastilla del siguiente día porque para la iglesia y los políticos conservadores es una forma de aborto.
La mujer a través de la historia
La santa inquisición instituida por el papa Lucio III en el siglo XII, fue una era totalitaria y en extremo moralizadora; afectaba directa y estrechamente a la mujer, desde su abolición la mujer ha tenido largas y extensas luchas en contra del sistema, luchas que han avanzado lentamente pero que no han sido en vano, incluso estas luchas han terminado a veces en genocidios y maltratos extremos en contra de ella, pero estos mismos hechos también han marcado la historia en favor de las mujeres.
En 1848 fue la primera manifestación por el derecho al sufragio, igualdad en el derecho a la propiedad y la custodia de los hijos. Una de las más intensas y crueles luchas fue durante 1857, cuando un 8 de marzo fue incendiada la fábrica textil Cotón en Nueva York, con 120 obreras dentro por exigir derechos laborales y mejores tratos de parte de los patronos, y no es sino casi 129 años después en 1975 que se proclama el 8 de marzo como día de la lucha por los derechos de las mujeres.
Teodoro Von Hippel, en 1974 publicó un texto que fue censurado, mismo que hablaba sobre la mejora civil de la mujer. Este constituyó la primera exaltación del talento de la mujer frente a la capacidad del hombre, hecho por un trabajador del sexo opuesto.

Consecuencias del “tercermundismo”
Honduras es uno de los países latinoamericanos en peores cifras de subdesarrollo con más del 66 por ciento de la población viviendo en la pobreza en 2016, según datos oficiales; poca educación y por ende mayores índices de violencia con alrededor de 60 personas muertas por cada 100 mil (cifra que podría estar maquillada), según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma –incluida la violencia de género-. Por otra parte, Honduras es también uno de los países más conservadores en cuanto a temas que conciernen la educación sexual y derechos reproductivos de la mujer, ligado por mucho a la influencia de las religiones y la degradación que sufre la comunidad femenina por suponerla inferior al hombre en cuanto a capacidades físicas e intelectuales.
Por otro lado, la tarea de tomar conciencia es esencial para los varones, sensibilizarse con los temas que retoman los derechos de la mujer debería ser un requisito educativo, porque respetar el derecho a la vida y a la dignidad no es algo que atañe solamente al género masculino, las luchas serán efectivas en la medida en que la humanidad vaya dejando los lastres que deja la división y la inequidad pero más que todo las divisiones de género y aprenda a concebir el mundo desde la horizontalidad.