Por: Rossel Montes
Hay una gran cantidad de autores que son prácticamente desconocidos en Honduras, y su recepción en América Latina es lenta y paulatina. Es el caso de Claude Lefort, filósofo francés, nació en parís en 1924 y murió en 2010 a los 86 años. Lefort fue parte de una generación de intelectuales que a decir de Francois Dosse fueron de suma importancia para la configuración de redes intelectuales y toda una plétora de categorización conceptual.
Colaborador de Les temps modernes hasta que chocó con Sartre por el compromiso de este último con los comunistas, y cofundador, junto a Henri Lefebvre y Cornelius Castoriadis, de Socialismo y Barbarie, de joven estuvo próximo al marxismo influido por su maestro Maurice Merleau-Ponty. A pesar de ser uno de los teóricos después de Hannah Arendt mas importantes y originales respecto al tema del totalitarismo su obra no es my conocida, incluso admito que la obra de Castoriadis no ha tenido la recepción adecuada, peor aún la de Claude Lefort; cuestión que ocurrió con el fundador de la Escuela de Fráncfort, Max Horkheimer.
La obra de Lefort girará en torno a la configuración de una teoría de la democracia, una filosofía política explicita en torno a los temas de la burocracia, sobre Maquiavelo, el totalitarismo, la sociedad de masas. Aunque no es famoso como teórico de la democracia, su obra se está conociendo en esa dirección, se conocerá en términos teóricos de la talla de Schumpeter, Macpherson, Bobbio, Sartori, David Held, Robert Dahl, S. Huntington, y otros politólogos y filósofos políticos que fueron parte de una generación de la ciencia política funcionalista y que algunos lograron romper con el empirismo y el positivismo cercano al Círculo de Viena. El concepto de Lefort sobre la creación democrática es algo similar a de Castoriadis, aunque sus fuentes ontológicas y epistemológicas son de distinta fuente, Castoriadis bebió de la tradición Marxista al igual que Lefort, pero Lefort bebió de la fenomenología de M. Ponty, a pesar de esas diferencia, aristas, matices en su enfoque sobre el fondo abismal y si fondo de la creación democracia, es decir, de la interrogación democrática, es la ontología de la lógica de la creación como el magma que posibilitará el fundamento de la democracia y lo político.
Tal como lo aseveraba en mi artículo sobre el origen del concepto de Totalitarismo (Leer mi artículo Totalitarismo. La génesis de un concepto) el termino de totalitarismo no fue creado durante la guerra fría como un arma de combate para la crítica del bloque socialista, sino que pasó por una evolución. De Norteamérica, la recepción epistemológica sobre el totalitarismo pasó a Francia, con Claude Lefort y Castoriadis, donde la revista “Socialismo o Barbarie” fue una de las primeras en hacer una articulación profunda y original sobre el concepto de Totalitarismo, si bien Arendt fue la que elevó el concepto a categoría-epísteme para el análisis sobre el nuevo fenómeno, fue Lefort el teórico que mejor supo continuar y reelaborar de forma epistémica y política el concepto de totalitarismo, al llevarlo a sus últimas consecuencias.
De nuevo en un filósofo político el que estuvo a la altura para hacer una recepción del concepto, la ciencia política funcionalista hizo avances profundos sobre el fenómeno democrático como régimen procedimental, y el totalitarismo como su contraparte. La ciencia política funcionalista al ser epistemológicamente proclive a ver lo fenómenos en función de la dinámica que cumplen en los procesos societales, no puede ver lo radical y articularlo con una antropológica filosófica y una ontología del ser social, tal como hizo Hannah Arendt en «La Condición humana». La ciencia política normativa hasta John Rawls se quedó en lo descriptivo, lo funcional, en ese sentido la filosofía y la ciencia política deben ir de la mano para tener una interrelación analéctica e interdisiplinaria.
Para los tiempos de posguerra, Lefort se preguntaba y se impresionaba por la ceguera de los intelectuales respecto del totalitarismo, el dogmatismo era imperante, incapaces de ver la dinámica de la historia en su movimiento vivo, se escandalizaban de escuchar totalitarismo desde la izquierda, tildar al régimen que irrumpió del bolchevismo como totalitarismo era motivo para el escándalo. Arendt y posteriormente Lefort fueron los únicos que elaboraron una teoría crítica sobre el totalitarismo. Pero Lefort no comparte algunos postulados de la filósofa, ya que según Lefort Arendt solo anuncia algunos aspectos del totalitarismo como el origen del terror, el racismo pero no advierte, según Lefort Arendt, lo que el totalitarismo tiene de mas especifico, como la creación del pueblo-uno, a través de una identificación imaginaria absoluta, donde se evaporan las diferencias, irrumpe la homogeneidad, lo absoluto, no hay división aceptada, toda disidencia es criminalizada.
El totalitarismo es la negación de los dispositivos simbólicos de la democracia, es su negación bestial. Creo junto a Lefort que el totalitarismo no fue depositado en el basurero de la historia, sino que es una amenaza que está latente en nuestras sociedades, es un mal que podría regresar; a mi parecer la democracia occidental no ha encontrado una vacuna contra el virus del totalitarismo.
La democracia es el proyecto político que intenta hacer realidad la igualdad y la libertad, el totalitarismo es el proyecto que viene desde la razón instrumental , tal como denunció Horkheimer y Adorno, aunque la modernidad y su dialéctica anunciaban una emancipación del hombre de sus esclavitudes históricas y de la materia, y se presentaba como un proyecto del más alto nivel, moral y total, donde se habló de igualdad y libertad, pero esa libertad llegó a su clímax e implosionó en sus mismos postulados, en su misma irracionalidad. Los conceptos de igualdad, justifica y libertad responden a un conjuntos de significaciones imaginarias sociales, y solo en una sociedad democrática donde el fundamento es la interrogación permanente de sus fundamentos esto podría darse, al menos tener la posibilidad; el totalitarismo evapora esa posibilidad. En estos tiempos de hipertrofia autoritaria, neoliberal y tecnocrática la posibilidad de la radicalización de la democracia parece no viable o muy dificil de lograr, pero siguiendo a C. Mouffe, esta posibilidad es viable si los valores de la democracia liberal se mantienen y estos mismos se radicalizan, en busca de una democracia postmoderna y post liberal. Este pequeño articulo es un homenaje al pensador Francés que murió hace 9 años en Francia y que es prácticamente desconocido en Honduras y relativamente en el resto de Latinoamérica.