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Comerciantes del bulevar Morazán llevan tres días con negocios cerrados entre cerco policial alrededor de Radio Globo

Tegucigalpa, Honduras (Reporteros de Investigación). «El policía se forma en la calle ¿entendieron?», decía un oficial de escala básica en medio del sol de las 4:00 de la tarde a una tropa policial, formada al estilo militar, en una calle del bulevar Morazán de la capital de Honduras.

En otras ocasiones a esta hora, el bulevar esta congestionado por el tráfico vehicular, las tiendas abiertas, la gente entrando y saliendo o caminando por esta vía.

En cambio, la tarde de ayer miércoles un cordón policial impedía el paso por este bulevar porque llevaban 72 horas cercando con vallas policiales la radio Globo en cuyo interior ha permanecido el periodista David Romero Ellner, con orden de captura por difamación.

Mientras su caso ha despertado un debate por el derecho a la libertad de expresión y el agravio al honor de una mujer, en medio han quedado los comerciantes.

«Hace tres días no tenemos ingresos de nada, por favor ayúdennos hagan algo, nosotros no tenemos la culpa de lo que está ocurriendo, somos víctimas de todo», contó Janeth Hernández.

La empleada de una tienda de ropa permanecía junto a otras personas comerciantes. «Estamos preocupados porque al no haber ingreso ¿cómo nos van a pagar? que no se olviden que acá hay empleados que de aquí comemos». «Desde el lunes están en esto», dijo. Era miércoles.

Se consultó a un policía sobre el oficial a cargo de dar declaraciones a la prensa para consultarle sobre la situación del comerciantes y del periodista, «el subcomisionado está allá en el cordón de abajo».

Al llegar a la valla de policías, situada a unos tres kilómetros, formados debajo del sol tropical de la capital hondureña, los agentes dijeron «mi subcomisionado está allá arriba».

Ahí sentado en aquella banca está el oficial Vargas, informó otro. Sobre un asiento de madera, debajo de la sombra tres oficiales acompañaban al oficial, «no, no sé nada», eso sólo otras autoridades más altas pueden hablar, dijo Vargas. El encargado está arriba y señaló tres kilómetros más arriba… Unos minutos más tarde, «el subcomisionado está abajo», volvieron a decir.

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