Por: Jaime Flores
Tegucigalpa, Honduras | Reporteros de Investigación (18/noviembre/2025). La ausencia de liderazgo a lo interno de los partidos tradicionales es una de las tantas facturas que pagan por el maridaje pecaminoso con los carteles de la droga; más que ganancias económicas para algunos de sus dirigentes, les dejó pérdidas sustanciales e irreversibles como la de representación para cargos de elección popular y la amenaza de la desaparición, debido a la perdida de legitimidad ciudadana.
El más golpeado por la carencia de líderes es el partido liberal (PL), el de las “milicias eternamente jóvenes”, que se ha visto obligado a buscar a lo loco y a mansalva a uno o varios outsider que lo rescaten de la debacle, ya que su actual liderazgo o no es garantía de triunfo o los persigue la sombra del narcotráfico.
Dentro de esa alocada y desesperada búsqueda, aparecen en escena tres siniestros personajes; Salvador Nasralla, aspirante a la Presidencia; el alcalde de San Pedro Sula, Roberto Contreras, más conocido como El Pollo Loco, y Jorge Cálix, quien ahora apesta, ya que fue rechazado por las bases partidarias en las elecciones internas de ese instituto político.
Nasralla, en principio, no es carta de triunfo, es un saltimbanqui, pero no en banco, sino que de partido en partido. Fundó dos y lo echaron, posterior a ello se fue a LIBRE, las bases lo repudiaron y ahora en el PL, lo soportan y lo sostienen, ya que a estas alturas del proceso electoral resulta imposible sustituirlo.
Los otros dos, Contreras y Cálix, fueron expulsados de LIBRE. El PL actualmente es una letrina de otras organizaciones políticas. Ninguno de estos sujetos suma al partido al contrario, le restan; sólo profundizan su crisis interna, su decadencia y aceleran su proceso de desaparición en curso.
El Partido Nacional (PN) no ha tenido necesidad de recurrir a un outsider, pero tampoco tiene líderes, aunque lo disimula un poco mejor; su candidato histórico, aunque inservible, Nasry Asfura, es hombre del partido y de la narco-dictadura. Arrastra señalamientos graves de corrupción durante su gestión como alcalde.
Sobre Asfura no todo ha salido a la luz pública por aquello de las “negociaciones” entre cúpulas. Lo más mediático es el “tarjetazo”; treinta millones de lempiras que sus hijas se gastaron en “lujitos y caprichitos”, los cuales se pagaron con recursos municipales. La espada de Damocles pende sobre su cabeza, si se sale del “guion” sus juicios se reactivan; muy viejito y decrépito como para ir a la cárcel.
Por lo que se observa y por sus actuaciones, Asfura no quiere ser presidente, sólo sostiene la peña, como dicen en mi pueblo. De ganar la presidencia solo llegaría a hacer el ridículo, como lo hace actualmente y a robar y a dejar robar; con él la oligarquía se “lambe” los bigotes, principalmente la que se le conoce en el país como “La Turcada”.
Los otros “líderes”, los más representativos del narco PN, tienen sobre sus espaldas muchos señalamientos; desde corrupción, hasta violación de menores, pecadillos que “atesoran” en sus cajas fuertes, otros han escogido el exilio y están los que se encuentran agazapados y en silencio sepulcral, para no levantar olas y conservar lo saqueado al erario.
En política no hay nada escrito ni muertes eternas; los partidos tradicionales o renuevan sus cuadros diligénciales o su muerte está más que anunciada una vez pasadas estas justas electorales. Con Nasralla y Asfura, van camino al cementerio y ojalá no tengan el don de divino de resucitar, ni a los tres días, ni en toda la eternidad.
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