Tegucigalpa, Honduras| Reporteros de Investigación
El señor Juan Orlando Hernández, gobernante actual, al igual que el dictador Tiburcio Carías Andino es de formación militar, abogado de profesión y representante del Partido Nacional. Desde el año 2014, a través de la Secretaría de Educación, obliga a estudiantes y a docentes a participar en los desfiles de cada 15 de septiembre, el Día de la Independencia.
Hace 86 años, el militar Tiburcio Carías Andino también obligó a estudiantes y docentes a desfilar el 15 de septiembre para que ellos le rindieran tributo y pleitesía en las instalaciones del estadio nacional, bautizado con su nombre. Carías Andino era representante del Partido Nacional, se mantuvo en el poder de 1933 a 1949, mediante el abuso de las armas y represión.
Así inicia la aculturación de la fiesta de independencia, llamada “Desfiles Patrios” con la implementación de vestimentas de gala militar, palillonas, pomponeras, bandas de guerra y vistosos disfraces cuyo propósito, en teoría, es el fortalecimiento y la construcción de una identidad nacional por parte de estudiantes de los niveles de primaria y secundaria.
Con el paso de los años, en un afán de nutrir la concurrencia de los desfiles, diferentes gobiernos implementaron la participación de empleados de instituciones públicas, reforzaron la presencia de los representantes de las fuerzas de seguridad en todos sus niveles, llevaron disfraces de Popeye y de otras figuras que nada tienen que ver con la cultura popular hondureña.
Y en lo único que Carías Andino y Hernández no se parecen es que mientras del primero se dice popularmente que la gente podía dormir en las calles sin que nadie le robara; el segundo no ha sido capaz de combatir la inseguridad pública ni ciudadana y más bien narcotraficantes extraditados lo han mencionado como supuesto coconspirador de narcotráfico, mientras la DEA lo ha venido investigando junto a sus dos hermanos alias Tony Hernández, enjuiciado por narcotráfico, y a la desaparecida físicamente, Hilda Hernández.
Sin embargo, ambos han obligado a los estudiantes a desfilar para ellos. En 2018, el entonces titular de Educación, Marcial Solís, prohibió a estudiantes y docentes su participación en desfiles “No Oficiales”, esto en virtud que desde hace una década el pueblo hondureño realiza un desfile paralelo al organizado por el oficialismo que en esencia es una protesta por el Golpe de Estado del 28 de junio de 2009. De igual manera, se prohibió que las bandas de guerra de los colegios y escuelas tocaran notas musicales con mensajes de odio (esto en alusión a las canciones de #FueraJoh y #EsPaFueraQueVas).
Con este accionar se transgreden derechos humanos garantizados en la Constitución de Honduras y en tratados internacionales entre estos la Libertad de Conciencia, Libertad de Expresión y de Asociación de alumnos que en su gran mayoría son menores de edad, violentando además los derechos de la niñez y adolescencia.
En el caso de la libertad de conciencia se considera como un derecho básico de los sistemas democráticos, pues la conciencia libre de cada persona es uno de los principios elementales del laicismo. Cada persona ha de ser y sentirse libre para practicar o mantener una opinión o actitud ideológica.
Por su parte, según la ONU, la libertad de expresión es el derecho fundamental que tienen las personas a decir, manifestar y difundir de manera libre lo que piensan sin por ello ser hostigadas. Como tal, es una libertad civil y política, relativa al ámbito de la vida pública y social, que caracteriza a los sistemas democráticos y es imprescindible para el respeto de los demás derechos.
Finalmente, la Libertad de Asociación o derecho de asociación es un derecho humano que consiste en la facultad de unirse y formar grupos, asociaciones u organizaciones con objetivos lícitos, así como retirarse de ellas. Es una de las prolongaciones de las libertades de pensamiento, expresión y reunión y una antesala de los derechos de participación, en la medida en que la participación política es generalmente asociada y se canaliza preferentemente a través de formas específicas de asociaciones, entre las que los partidos políticos ocupan un lugar señalado.
Ante este panorama de obligatoriedad en la participación de alumnos, docentes e incluso empleados públicos en los desfiles patrios, bajo el argumento del entrecomillado patriotismo, resulta sumamente interesante y oportuno comparar las grandes similitudes de Carías Andino y Hernández Alvarado, dos personajes nacionales enfocados en imponer patriotismo en medio de crisis económicas, sociales, políticas, entre otras.
Lo único cierto es que la necedad de obligar a participar en actividades lejanas al fomento de la identidad nacional forman parte de una estrategia de distractores eficientes que se encargan de diluir los problemas de país en actividades populistas y cosméticas con estereotipos de la mujer como el principal atractivo en los denominados desfiles patrios aunque esto refuerce la violencia simbólica y de género.
Finalmente, los estudiantes, el sector más afectado con estas imposiciones gubernamentales y que son los que rinden pleitesía a los gobernantes son los mismos que durante estos 10 últimos años han sido constantemente reprimidos, criminalizados, estigmatizados y judicializados por defender el derecho a la educación pública en Honduras, es decir por construir patriotismo e identidad nacional.
El Día de la Independencia se celebra en Centro América porque el 15 de septiembre de 1821 llegaron los “pliegos de independencia”, eso representó que dejaramos de ser colonias de España pero luego el poder lo tomaron otras potencias extranjeras como la que hoy apoya el gobierno de Hernández, pese a ser repudiado por la mayoría del pueblo hondureño, la embajada y el ejército de Estados Unidos lo mantienen con su democracia. Quizás sea por eso que a nadie le enseñan que un 15 de septiembre de 1842 fusilaron en Costa Rica a Francisco Morazán y con ello, los ideales de verdadera independencia.