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Los tres generales de las FF. AA. de Honduras que respaldan a Juan Orlando, el policía asesino y el líder de la MS-13

El jefe de la MS-13, Archaga Carías o Alexander Mendoza o Meraz, es mencionado cada día de juicio del ex presidente de Honduras.

Tres generales —dos de ellos activos en las Fuerzas Armadas de Honduras— comparecen como testigos para dar credibilidad a la tesis de que el ex presidente es víctima de la venganza de narcotraficantes, molestos porque Juan Orlando tuvo el valor que le faltó a los demás ex presidentes.

Nueva York | Reporteros de Investigación. Como cada mañana desde que comenzó el juicio, llegó temprano, bien abrigado para soportar las dos horas de espera antes de entrar. Uno de los primeros en la fila para presenciar el décimo día de juicio del ex presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, era Nimer Ávila.

Se pone la palma de la mano en la frente de manera dramática al recordar todo lo que atravesó para llegar a Estados Unidos, su nuevo país de residencia.

Desplazado por el barrio 18

—Nunca en mi vida me habían asaltado de esa forma—, dice recordando cuando en México Los Zetas le robaron todo y le pidieron cuatro mil dólares de rescate a su mamá. Entre las pertenencias que le arrebataron iba un celular en el que llevaba a evidencia de la extorsión.

“Pobrecita mi mamá. Tiene 76 años. Ha sido tan fuerte, le mataron un hijo, no sabe que su nieto está muerto que lo mataron en Tela. Ella cree que está desaparecido. Yo me vine de Choloma porque de un día para otro, la pandilla 18 dijo que le tenía que dar 150,000 lempiras (unos 6,300 dólares) de extorsión”.

Desplazado por la MS-13

En 2012, Ávila vivía en Tela, Atlántida. Era el líder de una asociación de taxistas. Un día le dijeron que el cabecilla de la Mara Salvatrucha (MS-13), Marco Joel Álvarez, alias Unicornio, seguía a su hijo para matarlo. Entonces él buscó una persona que le ayudará para hablar con el líder local de la MS.

Hablaron por celular. —Harías cualquier cosa por la vida de tu hijo—, le interrogó el marero. —Sí—, respondió el dirigente gremial. Su hijo sobrevivió.

Unos días después, Unicornio le ordenó a Ávila que debía llevar todos los integrantes de la asociación de Taxistas a La Ceiba, 73 kilómetros al norte.  Debían ir a protestar porque allá lo estaban enjuiciando por el crimen contra el periodista David Meza. Un crimen ordenado supuestamente por un narcotraficante con vínculos con narco políticos, según la versión que consta en expedientes en los juicios de Nueva York.

Sin poder decir que no, Ávila le comunico a sus compañeros la orden que daba el líder de la MS-13. Sometidos por el miedo, nadie cuestionó la petición.

Esa escena se repitió tres veces y se sentían obligados. El 26 de diciembre de 2012 a su hijo, que 20 días antes había cumplido 26 años, lo asesinaron. Ávila empezó una búsqueda para saber la verdad sobre el motivo del crimen y el 2 de enero de 2013, la mara le ordenó que debía dejar de preguntar y salir de Tela.

Despavorido para salvar su vida, salió ese mismo día hacia Choloma a 106.6 kilómetros al noroccidente. Ahí tuvo que empezar una nueva vida. Se dedicó al rubro del transporte.

Se estableció con el resto de su familia en Choloma. Le sobreviven cuatro hijos. Su yerno empezó a trabajar como mecánico en una empresa de reparación de tractores y rastras. Le dijeron que una persona que se llama Geovanny Fuentes pagaba bien y su yerno fue a pedir empleo.

En ese entonces, ocupaban los vehículos pesados para descombrar los cerros de Choloma y venderlos a la maquila Gildan —cuyo nombre se menciona en las declaraciones y expedientes en Nueva York—.

“Mi yerno no sabía quién era Geovanny Fuentes”. En ese entonces se oían rumores que trabajaba con el alcalde Crivelli. Un día vio que un muchacho cometió un error entonces lo amarraron a dos carros pesados y lo halaron hasta destrozarlo, a otro que llegó a pedir sus prestaciones lo fueron a matar a Ticamaya. “Mi yerno al ver eso, no quería volver a trabajar, pero luego llegaron a traerlo y lo obligaban a ir”.

De repente, de un día para otro, en mayo de 2020, el conductor del taxi VIP, que trabajaba en su carro, llegó a la casa de Ávila y le dijo que no trabajaría más para él. Al día siguiente, él vio en el vehículo un teléfono, recibió una llamada y le pidió al dueño la dirección para ir a dejarlo.

Cuando llegó al sitio, un pandillero de la 18 le dijo que sabían que en la ciudad había nueve taxis VIP que lo iban a matar si no recogían 150,000 lempiras para el día siguiente. Ese mismo día, escapó de Choloma. Le hizo el traspaso del vehículo a su hijo en otra ciudad y con su yerno huyeron hacia Estados Unidos sin documentos regulares. Era 20 de mayo de 2020.

Desde entonces Ávila inició un proceso de asilo y pudo entrar a Estados Unidos. Ahora tiene dos sueños, obtener una visa para conducir vehículos pesados y ver la sentencia del ex presidente Honduras.

La lotería de la vida y de la muerte

Ávila que fue víctima indirecta de toda la violencia que desataron los narcopolíticos y narcotraficantes con más intensidad después de 2009, ahora está entre el público escuchando cómo la policía, militares y la MS-13 trabajaron con Geovanny Fuentes , con Los Cachiros y con el clan de los Hernández Alvarado.

Entre el noveno día de juicio, el 1 de marzo, y el décimo día, hoy 4 de marzo, el subcomisionado Guillermo Mejía Vargas, dio detalles de cómo buscó sicarios para matar al fiscal Orlan Chávez. El fiscal era uno de los mejores agentes que ha tenido el Ministerio Público por su honestidad y dedicación.

Mejía Vargas entró hoy nostálgico a la sala de juicio, parecía un hombre consumado por el tiempo en prisión; denotaba tristeza en comparación con la autoridad que exhibía en los medios de comunicación en su rol como oficial emblemático de la policía.

A preguntas de la defensa, admitió que recibió un pago de 20,000 dólares por este crimen que conmovió a la opinión pública. La defensa le pidió pruebas a Mejía Vargas de que los hermanos Hernández Alvarado son primos de Hernández Pineda. Él aseguró que conoció a Hernández Pineda desde 1991 y también, sus vínculos familiares porque era de la misma promoción de la Academia Nacional de Policía.

Asesinó al fiscal Chávez porque investigaba a su primo Rubén Mejía y porque podía porque en 2013 tenía una relación consolidada de complicidad y amistad con Mauricio Hernández Pineda, primo del presidente del Congreso Nacional, Juan Orlando Hernández Alvarado y de su hermano, Juan Antonio Hernández Alvarado.

Mejía Vargas contó que dio seguridad a la droga de Héctor Emilio Díaz Morales, El Rojo, entre 2005 y 2006. Que se llevaba con Hernández Pineda en una casa de Tony Hernández y que llevaban prostitutas.

Servir y proteger al narcotráfico

Además admitió bajo juramento que para cuidar la cocaína, usaban M-16 o Galil, las armas de reglamento de la Policía Nacional.

La defensa trató de descalificar al testigo buscando contradicciones en su testimonio y le preguntó si había demandado al Estado de Honduras por su despido de la Policía. “Nunca me tuvieron que haber despedido sin sentencia de un juez. Me despidieron de manera ilegal tendrán que reintegrarme”, respondió Mejía Vargas.

Renato Stabile: ¿No piensa que el asesinato de un fiscal lo descalifica?

Mejía Vargas: mientras no sea vencido en juicio no me puede descalificar, debo ser vencido en casación en la Corte Suprema de Justicia.

Renato Stabile: ¿está peleando su pensión?

Mejía Vargas: Claro es un derecho laboral que me gané trabajando cerca de 26 años.

De tal forma que si Mejía Vargas se jubila, el dinero de las remesas que Ávila manda al país y que sostienen el presupuesto de ingreso de Honduras podría contribuir a sustentar el sistema de pensiones del que Mejía Vargas gozará aunque en su carrera policial no pudo garantizar seguridad estructural para Ávila y su familia. Por eso, esta historia parece una lotería.

Lanzagranadas RPG frente al jurado

Después del oficial destituido de la policía, entró el perito John Miller, oficial de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) habló sobre las ametralladoras, fusiles y armas de fuego decomisadas en los casos de Tony Hernández y Geovanny Fuentes, explicó su funcionamiento.

El jurado vio la exhibición y explicación de M-16, una AK-47, M-60 y RPG con los sellos que dicen Exhibit como parte de las evidencias.

Tres generales: honor y sacrificio por JOH

Esta foto de Diario La Prensa fue mostrada esta tarde en juicio durante el interrogatorio de Romero Palacios. Bastaron ocho años para que pasara de teniente coronel a general de brigada.

La sorpresa del día fue la comparecencia del actual asesor del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras, Tulio Armando Romero Palacios.

Con porte altivo y el rostro tan rígido como su espalda, Romero Palacios, fue guiado por la defensa como un general con distinciones y medalla de honor al mérito por su trayectoria en Honduras cuya versión se confronta con el testimonio de una banda de narcotraficantes resentidos por la extradición, según el alegato de la defensa.

Romero Palacios explicó el esquema de seguridad que tenía al presidente y a preguntas de la defensa, planteó que nunca lo vio en reuniones con narcotraficantes.

Había respondido que solo habló un par de veces con Tony Hernández y que la relación que el primero tenía con su hermano Juan Orlando era un tanto distante porque tienen diez años de diferencia.

Pero cuando llegó su turno, la Fiscalía mostró intercambio de mensajes en los que Romero y Tony hablan en un tono muy familiar. En uno de los mensajes que aparecen en el Exhibit sobre Romero y Tony Hernández, Romero Palacios le comenta a Tony Hernández sobre las incautaciones a Wilkin Montalván y según su explicación en el mensaje le aconseja apartarse de ese tipo de gente.

Cuando la Fiscalía, le preguntó si identificaba en una foto a Edwin Archaga Carías, junto a Juan Orlando, respondió que sí.

“Este oficial con grado de Mayor de las Fuerzas Armadas estuvo asignado en la Guardia de Honor Presidencial”, dijo.

— ¿Era el jefe de la la Guardia de Honor Presidencial no es cierto?, preguntó la Fiscalía.

—Sí, respondió el general.

— ¿Es primo de otra persona con apellido Archaga Carías.

— La otra persona utilizó los apellidos de él a través del Registro Nacional de las Personas para decir que era familiar del mayor Archaga Carías.

Este Archaga Carías del que hablaron es nada más y nada menos que Yulan Adonay, alias El Porky, alias Meraz o alias Alexander Mendoza.

Vea acusación contra jefe de la MS:

Al final de la tarde, el juez Kevin Castel admitió a dos generales más como testigos de la defensa, uno de apellido Barrientos, y desestimó dos testigos por presentarse fuera de plazo, según los alegatos.

Sí no hay contratiempos, las partes darían sus conclusiones este miércoles, cada parte procesal tendrá 1.45 para sus alegatos, la Fiscalía tendrá treinta minutos más para contestar.

Luego el caso pasará al jurado para que sentencie.

De esta forma, tres generales —dos de ellos activos en las Fuerzas Armadas de Honduras— comparecen como testigos para dar credibilidad a la tesis de que el ex presidente es víctima de la venganza de narcotraficantes, molestos porque Juan Orlando tuvo el valor que le faltó a los demás ex presidentes.


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